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De los sueños y la sensatez

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Quizás una de las principales características de la América nuestra, es que en ella convergen muchas formas de vida, distintas en tradiciones, creencias, antepasados, pero a su vez, confluyen en organizaciones e instituciones que dan cuerpo a sus naciones. El sur de Chile es rico en diversidad cultural, en una misma ciudad existen vestigios de pueblos originarios, colonos de la vieja Europa y chilenos de diferentes rincones. Todos estos, al hacerse camino al andar, entre los bosques valdivianos, las orillas de ese escandaloso océano que llaman Pacífico y las cordilleras indomables, tuvieron y persiguieron un sueño. Uno tan férreo y poderoso, que les dio el impulso suficiente para decidir echar raíces en tales parajes. ¿Los arquitectos de ésta Matria habrán soñado con éste Chile?


Quizás una de las principales características de la América nuestra, es que en ella convergen muchas formas de vida, distintas en tradiciones, creencias, antepasados, pero a su vez, confluyen en organizaciones e instituciones que dan cuerpo a sus naciones.

Cada sujeto humano, cada comunidad, cada país, tienen la oportunidad de transformarse en una suerte de fábrica de esperanzas para nutrir de estímulos la vida que nos atraviesa en la cotidianeidad y que, todos lo sabemos y algunos lo quieren ignorar, tiene un término seguro y, antes de ese término, un haz de felicidades y dolores que se combinan inexorablemente día tras día. Y, claro, hoy en los primeros perfumes de una crisis sistémica mayúscula, cuando lo del dolor parece aumentado en una medida insólita o, si se prefiere, inesperada, se necesita aumentar el caudal de los sueños para tratar de batir en retirada el naciente pesimismo.

Pero, penosamente, nos equivocamos constantemente sobre los sueños que debiéramos tejer, lo que amerita, pienso, intentar una meditación tranquila sobre los sueños buenos y malos y la naturaleza que les es consustancial, con lo que de paso podríamos relevar una suerte de hito que los divide: la sensatez.

Hay sueños que son ilusiones, y las ilusiones son vanas, vacías de sentido: el sueño aquí opera para disfrazar la mera ilusión, para apuntalarla con la respetabilidad que, de antiguo, poseen los sueños. Pero, vamos al punto. Una de las ilusiones que suelen germinar en los hombres menores o en las sociedades incultas, es el providencialismo. Se trata de colocar, ante un problema grave, el azar salvador, como la voluntad de deidades que pudiesen socorrernos de la coyuntura particular. Algo o alguien actuará para que nuestro camino infortunado sea corregido: en la laicidad, no será el Creador, pero sí el líder o el jefe de la nación, o el padre de una familia, o un evento que distraiga o morigere, por descarte, la preocupación que nos embarga. Si no nos gusta el conglomerado político oficial, entonces, será la coalición actualmente opositora quien arregle el entuerto.

La ilusión radica en que los procesos societarios tienen una dinámica interna que se gesta en los integrantes del grupo y nunca sólo en las cúpulas gobernantes. Habría que releer a Michel Foucault y en la misma línea, a nuestro Gabriel Salazar por supuesto, para beber de la historiografía que sin reconstruir el pasado como la pomposa Historia, logra avanzar en la exploración minuciosa y severa de las huellas que han dejado los sujetos humanos desperdigadas en el tiempo. Mas, puede haber un providencialismo invertido, tan malo como el anterior: elijamos a cualquiera, porque nosotros, el grupo, seremos los que manejaremos en definitiva y no el jefe, que es puramente coyuntural. Se trata de otro error gigantesco ya que, por gravitante que consideremos al grupo, el líder o jefe tendrá a su disposición espacios y escenarios que él y sólo él podrá ocupar; esto es así, particularmente en nuestro ambiente político, demasiado alejado de la participación ciudadana, como para poder detener a tiempo la contundencia de un líder demasiado torpe o demasiado corrupto.

Lo que acabo de expresar oscila entre el “nada podemos si alguien no nos salva” al “nadie me salva sino yo solo” o, más ya en el grupo, “sólo nosotros nos salvamos”. Son, simplemente, dos posibilidades para engendrar malos sueños.

Ahora bien, los buenos y grandes sueños son los que envuelven la esperanza. Y la esperanza se aparta de la ilusión, pues se basa en cierta crítica confianza en el esfuerzo humano, en la dignidad del sujeto humano. Estos son los sueños que se consolidan en una marcada y tranquila solidaridad. Para seguir con la línea de pensamiento precedente en la vía del ejemplo, el sueño válido es la comprensión paulatina y progresiva de la necesaria presencia de los otros y, por lo mismo, la insoslayable articulación de acciones concursales y colectivamente responsables. Una superación de la crisis planetaria que nos alarma en la actualidad, pasa por los análisis transdisciplinares del momento, para que, de ahí en más, se puedan formular foros del más alto nivel que puedan adoptar decisiones vinculantes para gobiernos o grupos de países. O el acendramiento democrático dentro de cada país, que suponga, por cierto, la superación de la triquiñuela del politiquero o el incordio oportunista, que persigan la obtención de una parcela de poder minúscula y efímera. ¿Un sueño? Sí, pero un sueño lleno de una sensatez a la que no hemos arribado y que de no soñar se alejará para siempre.

Sin poner ejemplos nuestros, la galería de malos y buenos sueños está a la vista: el sueño pesadilla nazi que engendrara muerte y miseria; el sueño pesadilla de Stalin que contribuyera a la perversión y corruptela de los socialismos reales de Europa. O el sueño de Nelson Mandela que aniquilara la monstruosidad del apartheid, el sueño de Mahatma Gandhi que liberara a la India del colonialismo británico. Y, por cierto, hay sueños pesadilla o grandes sueños más cercanos: el de Kim Jong-il o el de Barack Obama, el de Facundo Cabral o el de Alberto Hurtado.

Sí, buenos y malos sueños. Tenemos que llenar el mundo con grandes sueños para todos; sería sensato, para combatir tanta pesadilla… y tanta falta de sueños. Eso me parece y por ello se lo cuento a usted. Buenos sueños.

TAGS: Sociedad

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yerko mellado

12 de septiembre

para de fumar crack o por ultimo limpia la pipa…

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