Importantes autores y grandes estudiosos del siglo XX y XXI han catalogado a la última generación del siglo pasado, como “la sociedad del conocimiento”. Los avances tecnológicos que experimentamos, el fortalecimiento de los medios de comunicación y el perfeccionamiento de una sociedad que cada vez necesita mayor instrucción y especialización, son los elementos que permitieron a autores como Peter Drucker y Nico Stehr, impulsar este nuevo concepto.
La explosión que sufrió la sociedad con la apertura del acceso a las “fuentes del conocimiento”, a través de internet, permitieron a personas que antes no leían el diario, a seguir a través de las redes sociales a todos los medios informativos posible. De este hecho se colige una conclusión que ya la mayoría de nosotros ha podido evidenciar: las redes sociales hoy se utilizan como plataforma para recopilar información, y así, expresar opiniones, replicar decisiones e incluso “manifestarse” a favor o en contra de tal o cual acontecimiento.Hoy la gente cree lo primero que lee. Por una parte, no existe un examen crítico de lo que leemos, simplemente le damos validez por estar en las redes sociales y ser compartida por cientos de personas, que del mismo modo que hizo el lector primitivo, no se ocuparon de revisar fuentes u origen
Este importante paso de la globalización ha repercutido en el subconsciente popular, sin perjuicio que, al parecer, los efectos no han sido los deseados y en caso alguno podríamos hablar de sociedad del conocimiento, sino de “sociedad de la sobreinformación”.
Creo que usted, lector/a, recordará que hace una semana aproximadamente, una foto recorrió Facebook y Twitter. Con ira la gente se deshizo en insultos en contra de la diputada Camila Vallejo, porque la información que anunciaba la fotografía señalaba que la joven diputada del PC había comprado un lujoso automóvil, marca AUDI, avaluado en $49.000.000. Por otra parte, y casi en paralelo a ese “notición”, un periódico online publicaba que un chofer en Alto Hospicio debía pagar una indemnización por defenderse, legítimamente, de un asaltante. Ambas noticias resultaron ser una gran mentira.
Hace muchos años atrás dos autores escribieron dos grandes éxitos que hoy forman parte del inconsciente colectivo y por cierto de la lectura obligatoria que todo/a amante de los buenos libros, debe leer: 1984 y Un mundo feliz, de George Orwell y Aldous Huxley respectivamente.
Estos dos clásicos retrataban los temores que tanto Orwell como Huxley tenían del cómo podría llegar a ser la sociedad en el futuro. Mientras Orwell pensaba que “la verdad” sería ocultada con recelo, Huxley postulaba que esta sería hundida en un mar de noticias o ideas irrelevantes.
Paradójico o no, al parecer ambos autores tenían razón. Hoy, la verdad está escondida, alejada del ojo del ciudadano común y corriente, subyacente a los medios que manejamos, porque los dueños de esos medios de comunicación, deciden a su arbitrio y conveniencia lo que merece ser publicado versus aquello que debe permanecer con un perfil bajo. No obstante, aunque a veces “la verdad” se encuentra a vista y paciencia de todos, como sociedad preferimos otorgar relevancia a lo que parece más llamativo, a lo que concite más atención sin importar costos, veracidad o verosimilitud.
Hoy la gente cree lo primero que lee. Por una parte, no existe un examen crítico de lo que leemos, simplemente le damos validez por estar en las redes sociales y ser compartida por cientos de personas, que del mismo modo que hizo el lector primitivo, no se ocuparon de revisar fuentes u origen. De allí que no sea extraño pensar que la diputada Vallejo compró un AUDI y que el respaldo para dar fe de ello sea una foto con un poco sutil uso del Photoshop. De otra parte, la gente piensa que una noticia es como la señala un medio, solo porque tiene tradición o seriedad; pero obvian que estos medios son controlados por grandes empresarios que tienen sus propios intereses, de suerte que lo vertido en las noticias, aun proviniendo de nombres conocidos, de radios históricas o periódicos centenarios, gozará de cierta subjetividad, la que actualmente, pertenece a la derecha política y económica de este país.
Huxley tenía razón cuando decía que lo relevante se abnegaría en un mar de irrelevancia. Porque mientras hoy acontecen hechos importantes en nuestro país, huelgas, manifestaciones y casos de corrupción, los medios de comunicación nos emboban con crónicas sobre cómo preparar un buen menú de semana santa o contarnos sobre los “virales” más vistos en el día.
Finalmente, dar una respuesta convincente a este panorama es difícil, pues todo parece indicar que nos encontramos en una encrucijada en que no hay a quién creerle. Sin embargo, la invitación es que antes de dar por hecho un determinado acontecimiento, nos demos el tiempo de revisar fuentes, el origen de esa noticia y por cierto, a revisar ese mismo hito, en diversos medios de comunicación, sean escritos, auditivos o visuales; desde aquellos que controlan los grandes empresarios, hasta los más humildes blogs informativos. Luego de eso, podemos formarnos una opinión y de este modo, abandonar la idea de ser la sociedad de la sobreinformación, para transformarnos en la sociedad del conocimiento y la información
Comentarios
27 de marzo
Mejor aún, antes de investigar y comparar y analizar etc. es preferible saber quiénes finanacian el medio en el cual se van a informar. El 5to poder es un medio financiado por la fundación Democracia y Desarrollo, cuyo miembro más importante es Don Ricardo Lagos. Personaje que hoy en día está 100% abocado a apoyar la campaña de MEO, el próximo presidente de Chile. Ahora si esta informacion se lograra difundir, le costaría un poco más.
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31 de marzo
Concuerdo absolutamente contigo, la sobreinformación es abismal en redes sociales. Pasamos en muy poco tiempo a ser bombardeados por contenidos masivos pero poco relevantes y muchas veces falsos. En estos casos es importante la generación de filtros, lo que va asociado generalmente al grado de educación de los individuos que se encuentran inmersos en estas lógicas de acceso al conocimiento, si lo podemos llamar conocimiento. De la misma forma cabe preguntarse cuál es la dirección de todo este asunto y qué podemos hacer principalmente con los niños, lo cuales el día de hoy tienen acceso a redes y a dispositivos casi de forma natural. Sería relevante un planteamiento más profundo desde el aspecto de la enseñanza, cómo educar a las personas a manejarse en estos ámbitos, para que, como dije más arriba, se creen filtros y cuestionamientos a los contenidos cada vez más insensatos y numerosos que, muchas veces, son tomados como elementos creadores de verdad.
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01 de abril
Concuerdo absolutamente contigo Sebastián, en honor a la extensión de la columna quizás no abordé con claridad ese tema, pero por cierto, forma parte fundamental de esta sociedad sobreinformada que al final repite casi de forma autómata lo que lee. Saludos!