Las redes sociales representan un fenómeno interesante de analizar en el contexto político actual. Debido a ellas, lo que antes sucedía entre cuatro paredes, en un lugar indeterminado, han pasado a existir y desarrollarse en una especie de arena pública, donde cualquier hijo de vecino pude salir a pasear y escuchar las conversaciones de todos, inclusive de los dirigentes y líderes de la población.
Si homologamos las redes sociales a un constructo urbano, tenemos a Twitter como el equivalente a una plaza pública enorme, donde un individuo (un Flâneur) puede ver a los vendedores repartiendo volantes, un grupo de artistas conversando sobre la última obra en exposición y también donde se celebran juicios públicos, con probables culpables, jueces, abogados, barras bravas y personas deambulando en torno a esto.Las redes sociales nos delatan como sociedad. Nos revelan una sociedad profundamente ajena del acontecer público, más concentrada en el entorno inmediato, en el tiempo breve y escaso que parecen tener.
Imaginen este juicio público, donde unas personas reconocen haber robado dinero a la ciudad. Al lado está el abogado indicando que esto es una infracción y no un delito. A cada lado hay personas gritando insultos, apoyos, bromas. Más allá caminan unos parlamentarios mirando de reojo, negando cualquier relación, tratando de pasar desapercibidos pese a recibir dinero de las personas enjuiciadas. Por allá aparece un parlamentario con un letrero de apoyo a uno de los acusados, pese a que este le robó dinero a quienes votaron por él y, de remate, sin que realmente lo conozca.
Qué pensaría una persona si le entran a robar a su casa y al otro día el presidente de la junta de vecinos pone un cartel de apoyo a uno de los que confesaron el robo. ¿Qué pensaría esa persona? Uno esperaría sorpresa, indignación, ¿alguna clase de burla?. Uno esperaría al menos alguna consecuencia respecto a ese líder.
Pero en realidad no ocurre nada de eso, porque mucha gente está allá afuera, en la periferia, en Facebook y WhatsApp, viviendo su vida, ajena a lo que conversan sus líderes en la plaza pública, preocupada de sus propios asuntos, su familia, sus gustos. Una que otra persona comenta sobre lo que está sucediendo en la plaza, pero abundan las bromas y los insultos, sin gran reflexión, sin sopesar lo que realmente significan estos hechos públicos, sin efectos concretos para los involucrados.
Las redes sociales nos delatan como sociedad. Nos revelan una sociedad profundamente ajena del acontecer público, más concentrada en el entorno inmediato, en el tiempo breve y escaso que parecen tener.
A la gente en la plaza tampoco le interesa lo que sucede en la periferia, mientras no les afecte. También están ajenos a lo que piensan y sienten las personas fuera de su entorno inmediato, con más o menos empatía. Mañana seguirán en sus labores, vendiendo, comprando, juzgando, contando el último cagüín y las bromas o insultos, mientras deben procurar el buen funcionamiento de la ciudad.
Puestas así las cosas, hay que reconocer que la situación política en Chile es desalentadora: las personas de esta ciudad (los de la plaza y los de la periferia) estudiaron en la misma escuela (segregados en salas por su dinero), entienden códigos similares y su cultura es en general común, especialmente en sus elementos fundamentales, como es la evasión de la realidad y el infantilismo de sus discusiones.
A mi juicio este infantilismo se debe a la estructura extremadamente vertical de nuestra sociedad, donde es muy fácil mover las responsabilidades hacia abajo, hasta que al final, allá en la cola, las consecuencias se descargan en la marginalidad, en la droga, la depresión, la violencia, el abandono y la miseria.
El contexto político es desalentador, pero el contexto social es muchísimo peor. Como dice Jimmy Vásquez, asesor en Políticas del PNUD El Salvador, “Vivir en pobreza invoca la ironía de vivir tan juntos por el hacinamiento y de convivir tan poco a la vez, debido a la falta de tiempo, recursos y a la vida enfocada en tareas”. Ahí está el final de la cadena de poderes, no viendo el chorreo de recursos, sino el chorreo de responsabilidades no asumidas. Sino que le pregunten a los ambientalistas.
Comentarios
07 de marzo
La situación esta cambiando mucho mas rápido que la Percepción que
Tenemos de ella :un acuerdo Lagos – longeira no será posible ahora porque los estamos vigilando. Ya no se puede echarle tierra a los abusos con lo público.
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09 de marzo
Concuerdo contigo, es cada vez más difícil hoy en día esconder o «arreglar» temas de espaldas a las personas. Ojalá se den cuenta que el estándar debe ir mejorando.
13 de marzo
La raja la columna perro!
Un par de apreciaciones (ojalá aportes)
Las redes sociales nos otorgan la posibilidad de la clandestinidad y de la igualdad. Me explico.
En una plaza un hombre de 1.67 de estatura y 70 kilos no tendría que hacer nada frente a un verborreico de 1.90 con 120 kilos. La incapacidad para conversar nos obligo a evitar el contacto cara a cara, por eso hoy lo virtual se hace saludable, pues bien, siempre existen carboneros y cagones, para ellos un @LocoPeroSanto es la mejor forma de hablar sin anestesia (amén para los que damos la cara).
Por otro lado, no es obligatorio.
La dictadura obligo a muchos Chilenos a morderse la lengua cuando cruzaban una plaza controlada por el Mir con Gap y Patria y Libertad con Cni en dos periodos distintos y seguidos, (la que hoy controla JJCC y PS)
En fin, debemos reunirnos en la Plaza y empezar a dialogar, porque Twitter es voto voluntario y muerte o linchamiento solo para quien le da mucho valor a 140 caracteres!
Un abrazo
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13 de marzo
Se puede jugar mucho con la analogía que hago en el artículo. Sin duda caras virtuales vemos, corazones no sabemos. Pasa en la vida real, en las películas y en el mundo virtual.
Desde que comencé a navegar en la red por el año 99 descubrí rápidamente que muchas personas prefieren el anonimato, por lo que no puedes tomarte muy en serio lo que digan. En mi analogía estas personas serían parte de las barras que incitan y vitorean, la masa manipulada y que manipula.
Hoy ya no existe necesidad de morderse la lengua, aunque tomó mucho tiempo y aún queda mucho por recorrer. Las amenazas de un lado u otro a que se acabará el crecimiento económico, se enterrará a la institucionalidad del país o que el pueblo se levantará son intentos por manipular las barras de parte de los supuestos líderes con nombre y apellido. Es parte de la política dar «señales» para encausar el sendero común de cada sector político persigue.
Hoy esto es más evidente (y patético), gracias a las redes sociales. Algunos las odian, porque piensan que son malvadas o algo así… similar a los que dicen que no les gusta la política… loco, la cosa está pasando frente a tus narices… o te metes o te la menten.
Muchas gracias por los comentarios estimado, todo aporte es bienvenido.
Saludos
13 de marzo
Si, otra cosa que he visto mucho en las redes sociales,pero sobre todo en Chile, es que nadie ta habla directamente. Ni te critican. Prefieren dar a entender cosas, mandar la indirecta, porque viven con el miedo a las tormentas en un vaso de agua. Se complican y enredan por todo, y ha sido siempre así.
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13 de marzo
Por lo mismo nunca van a resolver ningún problema, porque nunca hablan. Monologan. Nunca encaran ni dicen estar en desacuerdo, no saben lo que es una conversación. Creen tener amigos y solo tienen «yesmen».
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13 de marzo
Yo soy de la idea que las redes sociales reflejan de cierta forma lo que sucede a nuestro alrededor, en el supuesto mundo real. Por eso es común ver lo que señalas, mucho monólogo. Si te fijas, mientras más alto el cargo, la responsabilidad o el ego, menos dialogan (hay excepciones, excepto para el ego). En una cultura de corte autoritario como la nuestra, no podríamos esperar otra cosa.
Si te fijas en los colegios, están fuertemente estructurados con el fin de mantener una disciplina fuerte sobre los niños y los que no, son tildados de hippies. Esto no hace sino perpetuar el problema anterior. Sin duda lo que ha discutido en tema de reforma educacional no alcanza ni para la punta de iceberg.
Pero como todo reflejo, te aseguro que también hay lugares donde existen muy buenos intercambios y discusiones constructivas. También hay buena onda en la red, solo que es escasa y en general uno mismo se tiene que hacer el espacio.
Por otra parte, te has fijado que muchas personas en la red piden tolerancia, paz y respeto, pero no les cuesta nada lanza insultos de toda clase, desde garabatos a humillaciones, donde aflora nuestro racismo y otros prejuicios peores… ese es otro «bello» rasgo chileno: somos muy poco concientes de nuestros actos y lo que consideramos malo lo tendemos a esconder, a hacernos los weones (en la red esto ya no se puede hacer, queda en evidencia). Están desde los que realmente son weones y no cachan lo que hacen y dicen, hasta los que son cínicos, pues saben que no deben hacer tal cosa y después dan excusas weonas o desvían o no responden. Esto últimos están generalmente concentrados en los grupos más educados.
Es un ejercicio interesante esto de usar las redes sociales para analizar la cultura y reflexionar como vemos eso en nuestra vida diaria. Me alegro de los comentarios, pues ha permitido seguir dándole vueltas.
Saludos
14 de marzo
Comentario superficial
Que ganas de ganarme un premio de azar y pagar un encuentro de todos!
Esa plaza pública sería la raja!
Ver a José Luis discutiendo con Repetto sin groserías, mientras Gio y Schmal agregan, yo tratando de aunar criterios y meterle palos a los Piñeristas y rockmeza sentado mirando con Marcela Parra
Cuantos más y cuantos más
Quizás algún día
Un abrazo