El reciente proyecto de acuerdo presentado por la cámara de diputados para la conversión del fondo nacional de salud (FONASA) en un seguro único, viene a dar una señal política clave para la reformulación del actual sistema de aseguramiento en salud. Lo anterior se suma a la presentación del informe de la “Comisión Asesora Presidencial para el Estudio y Propuesta de un Nuevo Modelo y Marco Jurídico para el Sistema de Aseguramiento Privado”, marca un camino claro de reforma estructural al sistema de financiamiento y aseguramiento en salud, estableciendo como meta un funcionamiento bajo los criterios de la seguridad social.
Desde el mundo sanitario, por tanto, hoy se hace urgente tomar posturas claras, y la odontología no puede hacer oídos sordos, ya que indudablemente es una oportunidad para abordar los grandes desafíos en salud bucal de los chilenos.Nos encontraríamos, entonces, en un momento en donde el mundo de la odontología debe definir de qué manera pretende enfrentar los cambios al sistema de financiamiento que se vienen…
El proyecto de establecer un seguro único de salud planteará al gremio odontológico un desafío político, además de ser propositivo en ayudar a establecer el rumbo que deberán seguir los dineros de la salud pública en este aspecto. La dicotomía se encontrará en la forma de asignar los siempre limitados recursos, si a planes (¿o seguro único?) que sean capaces de producir una mejora y ampliación sustancial del sector público o bien a través de la ampliación y mejora de la oferta vía FONASA libre elección en el sector privado. Actualmente ambos sectores se encuentran en una situación desmejorada; lo público con falta de odontólogos generales, de especialistas, de recursos materiales y con una muy baja cobertura; y lo privado, por su parte, con una pobre regulación (dejada al mercado), baja fiscalización y una sobreoferta profesional alarmante, que han producido una precarización laboral progresiva, baja calidad de prestaciones, intrusismo laboral, entre otros problemas asociados. Adicionalmente, lo que actualmente es PAD FONASA libre elección, no deja de ser sólo un nicho de negocios para los megaprestadores y un traspaso de recursos de lo público a lo privado, al no tener un criterio de impacto sanitario bajo una lógica de salud pública.
Este escenario de seguro único y seguros complementarios y/o suplementarios para la odontología particularmente, levanta una problemática bastante compleja. En países en donde encontramos esta estructura, normalmente la odontología ha quedado relegada a seguros complementarios, pero con una serie de regalías tributarias para los prestadores, integración vertical baja y con una planificación territorial del número de odontólogos. Sin embargo, en Chile este escenario se ve bastante inviable considerando que no existe (ni podría existir bajo la actual constitución política) sistema de planificación. Además, el porcentaje de la población que posee seguros privados en el sistema de isapres es bajo y existe una integración vertical manifiesta.
Por otro lado, se han escuchado voces que han propuesto la creación de un FONASA odontológico. Pero resulta difícil pensar que FONASA, institución pública cuyos recursos apenas alcanzan para cubrir aranceles públicos subvalorados, pueda financiar completamente la parte odontológica curativa, más aún si esta propuesta pretende sólo fortalecer la libre elección. Si consideramos la alta prevalencia de caries (98%) y baja higiene oral existente en nuestro país, podríamos decir que casi la totalidad de la población requiere al menos de una obturación (tapadura) con un correspondiente destartraje (limpieza). Tomando en cuenta el valor total que FONASA le otorga al diagnóstico, destartraje y el tratamiento de un diente afectado por caries (PAD Dental), de $47.960, se requerirían 799 mil millones de pesos, correspondiente al 18% del total de los ingresos de FONASA sólo para abordar estas limitadas prestaciones.
La odontología tiene múltiples implicancias en el desarrollo de las personas, en lo emocional, lo laboral y su relación con lo económico, además de sus relaciones con patologías de carácter sistémico, nutricionales, de desarrollo, etc. Por tanto vale la pena comenzar a discutir qué prestaciones podrían estar incluidas en un seguro único de salud, en virtud de la importancia que los mismos dentistas logremos levantar a la salud oral y su relación con la salud general.
Nos encontraríamos, entonces, en un momento en donde el mundo de la odontología debe definir de qué manera pretende enfrentar los cambios al sistema de financiamiento que se vienen, si esos recursos debieran invertirse en el sector público vía seguro único y/o planes públicos de salud, destinarse a aumentar la cobertura vía FONASA libre elección, o quedar relegados (en el futuro) a seguros complementarios privados.
La historia de cómo se ha abordado la problemática de la mala salud oral de los chilenos, con resultados nefastos, nos señala que debemos abordar las problemáticas con un concepto de salud pública que permita lograr una mejoría de la población, y no el fortalecimiento del negocio sanitario de empresarios y megaprestadores con fondos públicos.
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* Esta columna fue realizada en conjunto con Fabián Méndez García, Cirujano Dentista.
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