Con el seminario se trató de hacer pasar opiniones por ideas, proselitismo por diálogo: no solo no asistieron ponentes de distintas ideas, sino que el título mismo era engañoso. No nos confundamos: el debate de ideas es necesario y urgente; está basado en el conocimiento acumulado por siglos y su consecuente comprobación o refutación. En el plano de las opiniones, soy libre de creer lo que se me venga en gana, y cambiar de opinión de la misma forma.
El bullado seminario de la PUC, “Libertad, Responsabilidad, Sexualidad. No Discriminación: Sus Alcances en la Educación”, trajo de nuevo a colación la discusión sobre la libertad de expresión y censura. La funa dejó claro que no es un tema menor para las organizaciones LGTB, tanto por los contenidos que se trataron como por el espacio utilizado para ello.
Para mí la discusión se puede enunciar como diálogo v/s proselitismo, debate de ideas v/s opinión. Hay diferencias significativas entre uno y otro término, y se hace urgente delimitar el espacio para cada uno de ellos.
Un seminario, aparte de ser un espacio para la difusión del estado de cosas de una materia determinada, es también un espacio y tiempo para el diálogo o debate. Lo que esperamos de tal espacio es que existan diferentes posturas o puntos de vista, ya que de lo contrario se convierte en un espacio propagandístico o proselitista. Eso es lo que entendió la mayoría de las personas sobre el mentado seminario.
El debate de ideases necesario cuando un grupo o sociedad entran en etapa de cambio o crisis, como es el caso de nuestro país. Y no puede ponerse al mismo nivel que las opiniones. El debate de ideas incluye por supuesto el estado actual de la materia que se discute, pero también incluye la lógica o validez de las ideas que se expresan, la aceptación consensuada por la mayoría de los expertos, etcétera. En cambio en una opinión no necesariamente se verifica la lógica o validez de esta; se la acepta como lo que es, una creencia, nacida de la experiencia personal o de la aceptación de lo dicho por otro.
Con el seminario se trató de hacer pasar opiniones por ideas, proselitismo por diálogo: no solo no asistieron ponentes de distintas ideas, sino que el título mismo era engañoso; mejor y más honesto hubiera sido algo así como “Estado actual de las terapias de reconversión, pros y contras, su uso y resultados en organizaciones o agrupaciones católicas”, etcétera. Con ello nadie su hubiera espantado.
A esto debemos sumar que se trató de hacer pasar la funa como “un acto discriminatorio realizado por quienes dicen ser discriminados”, como lo dijo una de las asistentes. Parece una suma de enredos pero no lo es. Quienes convocaron al seminario y quienes dispusieron sus dependencias para que se realizara deben ser conscientes de lo que hicieron. Al menos eso esperamos.
La PUC pertenece a un credo religioso que por siglos ha hecho uso de toda su maquinaria para propagar sus creencias. Aquí no caben medias tintas. No se puede decir que existan fuerzas equitativas entre las organizaciones LGTB y la Iglesia.
La universidad tiene el deber de hacer prevalecer el conocimiento universal y no la fidelidad a la religión, como lo dijo el señor Correa Bascuñán. De otro modo, como sociedad laica tenemos el derecho de evaluar si estamos frente a una universidad o un instituto pontificio. La diferencia entre uno y otro es gigante; el compromiso de las universidades esta con el conocimiento, todo conocimiento y no solo parte de él. En cambio un instituto de esa naturaleza puede realizarlas actividades proselitistas que estime conveniente. Eso incluye, por supuesto, el hecho de que el Estado no puede financiar a entidades privadas que se dediquen a propagar sus creencias.
No nos confundamos: el debate de ideas es necesario y urgente; está basado en el conocimiento acumulado por siglos y su consecuente comprobación o refutación. En el plano de las opiniones, soy libre de creer lo que se me venga en gana, y cambiar de opinión de la misma forma.
Al primer tipo de definición corresponde el espacio de las universidades y revistas especializadas. Al segundo, periódicos y medios de comunicación en general.
El foco de esta discusión no puede recaer solamente en si las desacreditadas terapias de reconversión funcionan o no. Debemos ser conscientes de los espacios con que contamos para ello, su valor, y desde ahí entablar un diálogo entre ideas diferentes u opuestas, analizar su incidencia en el desarrollo de nuestra sociedad, etcétera.
Como bien lo recordó alguien por ahí, la libertad de expresión colinda con el respecto a la dignidad de la persona y claramente hubo una falta grave a la dignidad de muchas personas gays, lesbianas, transexualesy bisexuales. ¿Debió aplicarse censura previa? en este caso? No, pero tampoco podemos dejar de denunciar este tipo de situaciones.
Pero esta es sólo mi opinión. Podemos discutirla.
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