Y eso es lo interesante de este personaje, porque se ha vuelto la voz de una jerarquía de la Iglesia Católica que ya no tiene mucha cabida entre otra sumamente oscura y conservadora, que consagra a quienes son los mayores beneficiados con la desigualdad-recuérdese la figura de Karadima, y sus ansias de codearse con el poder-
El hecho de que Felipe Berríos haya vuelto a Chile, trae consigo sentimientos encontrados para la elite nacional. Por un lado es algo positivo porque Berríos es un sacerdote cercano a la gente y con grandes grados de popularidad entre los jóvenes. Muchos de quienes salieron de colegios ABC1 tuvieron su primera experiencia con lo “popular” en Un Techo para Chile, por lo que le agradecen el haber vivido algo que, independiente de cómo lo aprovecharon en el futuro-algunos no entendieron nada-, fue parte de su formación de juventud.
Por otro lado, el cura resulta algo peligroso, y es que habla de cosas que la Iglesia ya dejó de decir hace mucho tiempo, y tiene una percepción de la inmoralidad que choca con lo que nos han enseñado por años que es “lo correcto”. Para él no es inmoral que un hombre o una mujer se enamoren de personas del mismo sexo, pero sí lo es que en Chile haya una casta que continúe con su autosatisfacción. Y eso a la elite que muchas veces lo aplaude, la descoloca.
Porque, reconozcámoslo, Berríos es un cura que pertenece a lo más alto de esta sociedad. Por lo menos viene de ahí. La oligarquía nacional ha buscado codearse con él, como también lo ha hecho el famoso red set. Y esto sucede porque su estilo es llamativo y muchas veces ha ido de acuerdo con una cultura pop cercana a lo televisivo y a lo mediático. Berríos y los medios se llevan bien, aunque el cura hable de realidades que a los canales de televisión y a los diarios no les gustan.
Y eso es lo interesante de este personaje, porque se ha vuelto la voz de una jerarquía de la Iglesia Católica que ya no tiene mucha cabida entre otra sumamente oscura y conservadora, que consagra a quienes son los mayores beneficiados con la desigualdad-recuérdese la figura de Karadima, y sus ansias de codearse con el poder-.
Berríos usa una tribuna que no todo el mundo tiene para dar un mensaje interesantes y así aprovechar de meter el dedo en la herida más profunda de nuestrasociedad: los excesivos privilegios de unos por sobre otros.
Esa dualidad entre cura progre y personaje televisivo, es parte de un aprovechamiento interesante, porque es rebelde y se sirve de su condición social para hablar de lo que muchos no se atreven a decir. Usa sus contactos para traer a la memoria una Iglesia que tuvo su gloria en los años de la lucha en contra de la dictadura de un hombre que se decía católico.
Berríos viene a hablar por esos curas como Mariano Puga, quien se entregó al anonimato entre los pobres como la figura de un Cristo que en sus palabras “no era sólo un milagrero”, sino una figura que tiene en el centro de su discurso la justicia social.
También habla en nombre de un Bernardino Piñera, que de Píñera tiene solamente el apellido, y que ha sido parte de una institución religiosa que más que asumir la voz de un dios castigador, ha traído la buena nueva de que el cristianismo está entre los excluidos por un sistema que de manera soterrada los va segregando, y no así entre quienes golpean su pecho en las iglesias de una oligarquía que ya no entiende lo que es ser cristiano, ni menos que el dinero, el apellido y los contactos no te hacen mejor persona, sino una un poco más arribista y gris.
Felipe Berríos se sirve de los medios de la elite para recordar todo esto, y si bien a algunos les parece poco cauto y bastante pintoresco, lo cierto es que habla como ametralladora y no deja mentalidad conservadora sin cuestionamientos sobre su fe.
Comentarios
03 de julio
Siempre hay gente que le gusta aparecer en la tele y dice lo que nos gusta oir. Movemos afirmativamente la cabeza, asi somos todos antisistema y nos sentimos felices, podemos dormir tranquilos.
+2
09 de julio
Para mi Felipe Berríos sigue siendo un cura de la élite para la élite donde los niñitos «bien» se sienten menos mal con su riqueza robada al pueblo construyendo algunas casitas de madera para los pobres.
-1