En el mes de la Solidaridad, mucho hablamos de acciones solidarias, en sí, que no provocan ningún mal, todo lo contrario, generan un servicio a la comunidad y/o cubren una necesidad.
Pero finalmente, este mes nace como expresión de cariño y respeto a la persona de San Alberto Hurtado, quien con su ejemplo nos mostró que las personas en situación de pobreza no son algo que tenemos que ocultar, sino que debemos hacernos cargos de ellos como verdaderos hermanos de un mismo Dios.El vincularnos no solo provoca efectos de cercanía, verdadera entrega y compromiso, sino que además nos ayuda a descubrir como colaborar
En los textos del Padre Hurtado jamás encontraremos la palabra solidaridad, sino más bien, convocaremos las palabras de Sentido Social que nos invita el Padre Hurtado diciendo “el sentido social es aquella cualidad que nos mueve a interesarnos por los demás, a ayudarlos en sus necesidades, a cuidar de los intereses comunes”[1]. Desde ahí podemos comprender que responde más a un compromiso a un evento de solidaridad esporádico. “El hombre con sentido social no espera que se presenten ocasiones extraordinarias para actuar”[2]
Desde esta ubicación podemos mirar la solidaridad como un compromiso permanente con el vínculo de quien estamos apoyando, como hermano fiel que busca alcanzar la dignidad de quien quiere apoyar. Hablamos entonces de un vínculo con otro más que un “ayuda a otro”. El vincularnos no solo provoca efectos de cercanía, verdadera entrega y compromiso, sino que además nos ayuda a descubrir cómo colaborar, ya que el vínculo me permite encontrarme con la real injusticia que pueda existir, ese podría ser el sentimiento más fuerte al momento de plantear un cultura solidaria o un vínculo solidario, la actitud de descubrir la falta de justicia social y desde ahí construir una motivación para la acción social.
Sería un error llevar a los extremos, de solo entrega de palabras de consuelo o solo comida, lo prudente es lograr mirar al otro con la misma dignidad que me gustaría que me tuvieran, que producto del individualismo, el clasismo, la cultura del descarte (que tanto nos recuerda el Papa Francisco) terminemos construyendo una sociedad que no se mire a los ojos de frente, sino para arriba.
[1] Humanismo Social. San Alberto Hurtado. Biblioteca Jesuita de Chile
[2] Humanismo Social. San Alberto Hurtado. Biblioteca Jesuita de Chile
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