No soy compañero de las buenas y malas intenciones en política, menos de las defensas absolutas y complacientes. Sin embargo, frente a la injusticia de la crítica acalorada, quien calla es cómplice. En las últimas semanas la discusión pública ha versado sobre la propuesta de Reforma Educacional presentada por el ministro Lavin; a las hordas de personajes que opinamos en twitter nos ha golpeado de sobremanera la idea de restar historiadores para sumar emprendedores. Así, cada uno ha impulsado causas para que por lo menos la historia nos merezca una hojita digna en 40 o 50 años.
En reiteradas ocasiones he leído una crítica muy especial, esta se refiere a la condición religiosa del Ministro (Católico-Opus Dei) la cual no daría garantías para la Educación Chilena, argumentando que por su relación con esta congregación, el sujeto en cuestión perdería independencia y derechamente sería un elemento al servicio de la ideología del Opus.
Las críticas a las definiciones morales y religiosas de los miembros de un gabinete siempre han de caer en la intolerancia de quien promueve la propia tolerancia como el valor preponderante. Las diferencias que tengo con el Ministro son muchas y de distinto orden, siendo una también la relativa al rol de Cristo en la Tierra, admitiendo éstas en el seno de la Iglesia que compartimos, la Católica. Por lo anterior, el caso es mucho mejor entenderlo desde el sentido inverso, es decir, desde el momento que un Agnóstico o Judío comunista es designado Ministro de Estado.
La ciudadanía conoce la condición religiosa de Lavín desde ya varios años; este mismo hombre Opus Dei fue preponderante en la campaña vencedora el 11 de marzo recién pasado, tiempo durante el cual su condición religiosa no fue cuestionada a la hora de votar por el candidato de su coalición. Por ello hoy las críticas deben focalizarse plenamente en su actuar político, en donde quedan de manifiesto las grandes y fuertes diferencias que tenemos. Si esto no ocurre, lo sustancial del debate se pierde en las trincheras de la espiritualidad, cuestión que no soluciona en nada el problema de la educación.
No me gusta Escribá ni menos la santidad de los pobres; atesoro la teología de la liberación y su misión cristiano redentora. Por eso, en la complejidad de la espiritualidad prefiero la libertad más clara a la hora de aportar a la causa de todos, sin que nadie se arrogue jamás la facultad de censurarme por el hecho de creer distinto. Nadie está facultado para ordenar las rectas intenciones religiosas según las propias apreciaciones de los problemas sociales. El debate público debe estar circunscrito a las variables del bien común y la política en su contenido y praxis como eje ordenador de las críticas, alejando las santidades y pecados a otros sitios.
El temor de lo visto en los últimos días se sustenta en saber que siempre la tortilla tiene vueltas y por ello en un futuro no tan lejano, cuando un compañero agnóstico o un camarada católico cumpla el mandato popular de realizar grandes reformas, espero no leer desde el fundamentalismo religioso o liberal las injustas críticas a su condición religiosa.
Comentarios
30 de diciembre
Te equivocas Lalo,el pensamiento religioso es muy importante en cada individuoya que ve la realidad desde su perspectiva y ademas Lavin siendo Opus Dei le da una connotacion especial asu modo de actuar y pensar,Debemos tener autoridades tolerantes y que tengan una vision mas acorde a los tiempos que vivimos,y quen ya no toleran mas fundamentalismos.
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