La única manera de conjurar este peligro inminente, ahora o el próximo verano, es construir un cortafuego a la largo del Camino de la Pólvora, de 200 a 250 metros de ancho, que separe los bosques de eucaliptus de la vertiente sur de los Altos de Valparaíso, de los bosques y zonas urbanas de la vertiente norte; además de instalar estanques de agua cada cien metros si no hay grifos de red hídrica y asentar puestos de bomberos
A diez días del mega incendio en Valparaíso -convertido en mega evento comunicacional- no estamos simplemente viviendo en situación de riesgo entre quebradas, laderas y cerros; lo cierto es que seguimos viviendo peligrosamente porque la inminencia de las condiciones que lo produjeron se mantienen, además, porque las medidas de protección civil en la zonas de interfaz entre los bosques y las poblaciones siguen sin hacerse. Según los expertos un riesgo es un peligro calculable, en cambio un peligro es un riesgo no calculable. Para gestión de riesgo en este tipo de incendios es fundamental poner cortafuegos en la interfaz urbano – rural; tampoco se han implementado las acciones principales de reducción de daños o mitigación de impacto, por ejemplo que la disposición de agua para inhibir y apagar el fuego sea mediante la red hídrica o en su defecto con estanques cada cien metros en las zonas urbanas colindantes con los bosques, ya que los bomberos para apagar incendios nada pueden hacer sin agua. Por eso, que la declaración pública del cuerpo de bomberos y en las entrevistas de su máximo jefe nunca se mencione la falta de agua es, cuando menos, sorprendente.
Si bien lo prioritario ha sido atender a los damnificados, pese a que como dijo un dirigente del cerro Las Cañas: “Los gobiernos regional y municipal fueron más lento que todo Chile”, y por eso la ayuda se acumula en los centros de acopio, ahora la tarea principal no es la reconstrucción, la tarea urgente en este momento es hacer una efectiva gestión de riesgo y reducción del daño en el 80% restante de la línea de riesgo o peligro para la parte alta de la ciudad que constituye el Camino de la Pólvora.
¿Se ha comenzado a construir un cortafuego más allá de la cárcel por el Camino de la Pólvora, dirección oeste en las partes altas de los cerros Florida, Yungay y Jiménez; Cárcel y La Loma; Cordillera y San Francisco; Toro y Arrayan, así como en Playa Ancha por sus sectores altos? No que yo sepa. Esta es una grave falla de gestión de riesgo ¿Se han revisado las condiciones operativas de las redes hídricas de esos cerros o se han implementado los estanques de emergencia si aquello no existe o no funciona? No que yo sepa. Esta es una grave falla de reducción de daño o mitigación de impacto.
Hasta mayo, que se espera lleguen las lluvias, estaremos viviendo en peligro. En los hechos ayer hoy y mañana nos acercamos a los 30° de temperatura, 30% de humedad y 30 nudos de viento sur oeste, condición óptima para incendios de bosques. La única manera de conjurar este peligro inminente, ahora o el próximo verano, es construir un cortafuego a la largo del Camino de la Pólvora, de 200 a 250 metros de ancho, que separe los bosques de eucaliptus de la vertiente sur de los Altos de Valparaíso, de los bosques y zonas urbanas de la vertiente norte; además de instalar estanques de agua cada cien metros si no hay grifos de red hídrica y asentar puestos de bomberos que puedan intervenir cualquier amago de incendio antes de 20-60 minutos transcurridos. Además, según recomendación de Luis Álvarez, geógrafo que previó esta catástrofe y víctima de ella, lo antes posible hay que talar todo el bosque de eucaliptus que está en la vertiente sur de los cerros ya que es una especie pirófila (que gusta del fuego) y que ha sido la causa de este mega incendio.
Se podría suponer que estas afirmaciones y propuestas son inoportunamente alarmistas, pero aquí los incendios de bosques e interfaz hay siempre; 203 en los últimos diez años. No obstante, veamos qué ha pasado en recientes incendios de interfaz, las “precuelas” más importantes: el incendio forestal del 14 de enero del 2008 que comenzó en el cerro La Cruz y que destruyó 20 hectáreas de bosque nativo, se propagó al sector poblacional de El Vergel arrasando decenas de viviendas y automóviles, hubo cuatro muertos entre ellos un bombero y más de 50 heridos. El 14 de febrero de 2013 casi 300 casas fueron arrasadas por las llamas en el sector de Rodelillo y Cerro Placeres de Valparaíso, dejando 1.200 personas damnificadas, acá el fuego también se inició en un bosque colindante. Entre los incendios estructurales de Valparaíso es emblemático lo sucedido con la Iglesia de San Francisco en el cerro Barón, símbolo marítimo de la ciudad puerto, construida en 1864 y remodelada en 1890, se ha quemado tres veces en los últimos 30 años. Sufrió su primer incendio el 4 de febrero de 1983, el 2 de septiembre de 2010 un segundo incendio durante las obras de mantenimiento patrimonial, causado por un trabajo de soldadura sin protección ni capacidad de respuesta ante una emergencia de incendio (al igual que el inicio del incendio de Rodelillo el año pasado), y un tercer incendio en la madrugada del 2 de agosto de 2013 con destrucción casi total, que se originó en la vecina Facultad de Matemáticas de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, esto porque entre ambos edificios no existía un cortafuego.
La prevención y manejo de incendios, como todo evento adverso o catástrofe, no es un asunto técnico, es un asunto de protección civil, por lo tanto un asunto eminentemente político. Designar a un delegado presidencial para conducir la reconstrucción de Valparaíso es contrario a la propuesta de descentralización que hizo el nuevo gobierno, pues necesitamos recursos y empoderamiento local para esta emergencia y la reconstrucción, ya que esta en ningún caso puede pasar por erradicar a los pobres de su vista al mar. Es una majadería afirmar que los pobres están mal ubicados, ellos siempre lo están, porque no pueden elegir dónde vivir, pero en Valparaíso todos estamos mal ubicados entre cerros y quebradas, o al menos el 95%, sobre todo cuando hay vientos de 30 nudos por hora, temperaturas de 30’°C y humedad de 30%, por eso originalmente los indios a modo de advertencia llamaron a esta zona Alimapu (tierra caliente).
Otra majadería es seguir insistiendo en la basura de las quebradas como causa del incendio, que obviamente es menos combustible que los bosques, arbustos, pastizales y las «casitas» de material ligero, además los pobres botan la basura en las quebradas porque no se la recogen, por tanto mal harían guardándola bajo sus camas. En todo caso, los grandes ejes de arribo del incendio a la zona urbana fueron camino El Vergel en el Cerro La Cruz y camino las Torres en el Cerro Ramaditas, que están en filos de cerros y no en quebradas. Asimismo, las llamas pudieron haber bajado por La Ruda y Manzano en Cerro Bellavista, ya que esas partes altas se vieron afectadas. Lo que causa los incendios no son las personas mal ubicada ni la basura en las quebradas, son los bosques de eucaliptus que rodean la parte alta de Valparaíso. Aquí el problema político es el manejo de territorio y solo es posible hacer un manejo correcto, pertinente, relevante y oportuno con la participación de la gente que ocupa el territorio.
La mayor lección recogida de este mega incendio es que todo Chile llegó a la zona cero con ayuda y para prestar ayuda, sobre todo los jóvenes estudiantes, su pronta y eficaz intervención para atender a los damnificados y recoger escombros fue imprescindible, esto es un orgullo nacional.
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Foto: Wikimedia Commons
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