Hace pocos días, Ignacio Walker encendió nuevamente algún grado de debate ideológico al interior de la Concertación, al evidenciar las diferencias entre el Estado de Bienestar socialdemócrata y el concepto de la Economía Social de Mercado, históricamente vinculado a posiciones euro-socialcristianas. Sin embargo, el rescate de este concepto abre un flanco de confusión con posturas más conservadoras ya que, desde la década de los 80’, tanto Renovación Nacional como la UDI mencionan la Economía Social de Mercado como parte de sus principios, pese a que en los hechos esto no es precisamente así.
La llamada Economía Social de Mercado tiene sus orígenes en un grupo de economistas alemanes del periodo entre guerras, que buscaba idear una tercera vía entre la planificación socialista y el liberalismo clásico de derecha. Marcados fuertemente por la experiencia hitleriana contribuyeron a reconstruir Alemania desde un modelo socioeconómico caracterizado por un respeto irrestricto por la democracia, los derechos humanos y la integración social, junto con apertura de mercados, bajos impuestos y libertad económica. El liderazgo de este proceso económico sería llevado a cabo por el economista Ludwig Erhard, primero como ministro de Konrad Adenauer, y posteriormente bajo el cargo de canciller federal.
Pese a compartir una raíz liberal con economistas como Friedrich Hayek o Ludwig von Mises, este grupo de académicos, entre los que se contaban Wilhelm Röpke, Alfred Müller-Armack y Walter Eucken, además del propio Erhard, se diferenciarían fuertemente del liberalismo más tradicional al defender la intervención del Estado en la economía como mecanismo para introducir medidas anti monopólicas y de igualación de oportunidades, en un contexto de fortalecimiento del sector privado e incentivos a la competencia.
En Chile el término comenzó a ser utilizado a mediados de los años 60’ en algunos círculos de derecha, particularmente a través de Pedro Ibáñez Ojeda, como forma de plantear una alternativa moderada al agudo intervencionismo estatal de la época. De hecho, a finales de esa época, Ludwig Erhard –como líder democratacristiano alemán- visitaría Chile y criticaría fuertemente el modelo económico desarrollista de la década de los 60’. Sin embargo, el golpe de Estado dejaría de lado ese reformismo inicial, favoreciendo posiciones económicas más duras, partidarias de una mayor desregulación económica y sin el componente democrático, igualitario y pro-DDHH del proyecto social de mercado alemán. Posteriormente, durante la transición política, pese a la adopción casi universal de la economía de mercado por parte de la centro-izquierda chilena, la DC no haría un gran uso del término, dejándolo en manos de RN y la UDI que, desde entonces, lo mantienen en sus principios fundacionales.
Si bien existieron muchas semejanzas técnicas y coyunturales entre el proceso alemán y chileno (gobiernos autoritarios, liberalización acelerada de precios, apertura unilateral de mercados, etcétera), difícilmente se puede hablar de que la matriz ideológica haya sido la misma. De hecho, en la experiencia alemana, la Economía Social de Mercado no era sólo economía, sino también un conjunto de valores liberales irrenunciables, que no fue entendido de la misma forma bajo la experiencia chilena. Por otro lado, el foco de la experiencia alemana en la igualdad de oportunidades y en el combate a la desigualdad como forma de nivelar la cancha para una sana competencia, tampoco se aceptó de la misma forma en Chile, donde el énfasis estuvo en dar un piso mínimo de bienestar independiente de la desigualdad existente. El fomento a la competencia y las medidas anti monopólicas de la experiencia alemana son otro punto de distanciamiento, ya que en el caso chileno estas normas fueron prácticamente decorativas hasta bien avanzada la transición.
A partir de la experiencia del mundo Demócrata Cristiano y su cercanía valórica con la Economía Social de Mercado, Ignacio Walker tiene un gran cuerpo teórico para revitalizar doctrinalmente a los sectores socialcristianos de la Concertación. Sin embargo, esto implicaría reconquistar un concepto que los partidos de derecha prácticamente han hecho suyo en las últimas décadas, así como rivalizar con sectores al interior de la propia Concertación, que no tienen mayor interés en un modelo socioeconómico que, pese a su reformismo, sigue poniendo el acento en la libertad individual y los procesos económicos liberales.
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Foto: Truthout.org
Comentarios
05 de septiembre
Es importante escribir pequeños insertos de pensamientos económicos y políticos sobre debates en el acontecer nacional.
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