Querida Michelle

Circula en Chile un rumor que es a la vez la esperanza de unos y el temor de otros. Un rumor que no surge de la fantasía de algún iluminado sino del sólido estado de ánimo de un porcentaje superior al 70% de la población, según indican las encuestas. Este estado de ánimo se sustenta, además, en un rechazo generalizado y equivalente al accionar del gobierno actual. De todo esto tú estás desde luego, informada.

El rumor-deseo-temor indica que, dada tu posición actual en todas las encuestas, estarías decidida de repostular tu nombre para las elecciones presidenciales de 2013 y su respectiva primaria.

Hay, además de rumores, numerosas dudas y cuestiones previas que sería conveniente aclarar. La principal es, obviamente, tu disponibilidad y tu voluntad de hacerlo, asunto que no quiero abordar porque creo que sería inadecuado e irrespetuoso. Básicamente, todos confiamos plenamente en tu sentido de la responsabilidad política y el cariño por tu patria que has demostrado siempre, aun en las más terribles horas de nuestra historia. Sea cual fuere tu decisión final, ella habrá sido tomada con templanza y buen criterio, tras una exhaustiva reflexión.

Quiero, sí, mencionar algunas cuestiones previas que interesan a la población.

La derrota sufrida en 2010 ha calado hondo en la conciencia de los adherentes a tu gobierno. Creo que aún no se completa el proceso de revisión y análisis de sus causas, pero también percibo que hay avances significativos. Ya nadie pretende ignorar las carencias de los cuatro gobiernos de la Concertación. Muchas cosas se hicieron, otras quedaron inconclusas. Dejemos a la historia la tarea de evaluar y describir las primeras, a nosotros nos corresponde el análisis de nuestras fallas, nuestros errores y debilidades. Contamos para ello con la generosa cooperación de los estudiantes. Ellos han emitido un juicio severísimo, despiadado y crudo de algunos puntos. Con ello nos señalan con meridiana claridad  el camino que debemos seguir. Un futuro gobierno debe atacar las siguientes áreas programáticas prioritarias:

– Educación gratuita y de calidad para todos. Esa es la meta final. Desde luego, hay que establecer una gradualidad, plazos y etapas. Pero en un programa de gobierno debe estar establecida una hoja de ruta precisa y unívoca que a ella conduzca.

– Reforma política. Se requiere más que algún retoque cosmético. Hay que establecer la necesidad de una nueva Constitución  y diseñar un camino para crearla. Una comisión constituyente amplia y representativa, un plazo y la aprobación por plebiscito. Esta reforma debe significar el fin del binominal, financiamiento de los partidos políticos, elecciones de autoridades regionales, primarias obligatorias y vinculantes. Suponemos que para ese momento, se habrá solucionado el problema de la inscripción automática y –sobre todo– el voto desde el extranjero. El tema de la obligatoriedad del voto debe ser resuelto de manera democrática por la comisión mencionada y la voluntad ciudadana.

– Reforma tributaria. Es absurda la carga tributaria y su inequidad. Debemos acercarnos a los estándares OCDE. Los royalties a la minería deben ser renegociados de manera significativa. Una paulatina recuperación de nuestras riquezas básicas debe ser establecida como política permanente.

– El programa de gobierno debe incluir una política energética moderna, realista y coherente con la protección del medio ambiente. Esta matriz energética debe distinguir claramente cuáles son las necesidades de la población, debidamente proyectadas al futuro y cuáles las necesidades de empresas mineras, muchas veces extranjeras. No pueden seguir dominando los escenarios basados en negocios privados sobre los intereses generales de la ciudadanía, como tiende a ocurrir.

Estos cuatro puntos son esenciales en el sentido de que están en el origen de los movimientos sociales más potentes que registra la historia reciente. Ignorarlos sería el camino más corto y seguro de un suicidio político. Todo indica que el actual gobierno intenta lograr su permanencia en el poder en políticas oportunistas, muy vistosas y carentes de contenido. Nosotros, por el contrario, estamos en condiciones de superar nuestras propias deficiencias y proponer a la ciudadanía un programa moderno que sí considera sus legítimas reivindicaciones. Estamos en condiciones de liderar la recuperación política del país y mostrar un camino de revisión sincera y autocrítica. Quiero pensar que los líderes de la Concertación están empeñados en ello, en postergar los intereses políticos propios, aunque sean legítimos, en beneficio de un conjunto de demandas públicas que sólo un sordo y ciego puede ignorar.

Siendo estos cuatro puntos prioritarios, no son los únicos. Debemos estar en condiciones de presentar proyectos modernos, eficientes y justos en materias de salud pública, previsión, seguridad ciudadana y vivienda. Proyectos sólidos y basados en realidades. No caben más mentiras y promesas difusas. El país se cansó de slogans, de anuncios rimbombantes y desprovistos de contenido. Los cambios anunciados naufragaron porque no tenían energía, ni liderazgo, ni contenido. Eran frases de propaganda y nada más.

Disculpa, Michelle, la impertinencia de esta carta pública. Es para ti, pero sobre todo es para los ciudadanos. Yo estoy convencido que tú sabes perfectamente lo que vas a decidir y cuáles son tus requisitos. Quisiera pensar lo mismo de la ciudadanía, que todos estemos conscientes de la oportunidad que se presenta y dispuestos a asumir nuestras tareas, que no son pocas. Creo en ti no como una especie de Mesías que nos vas a sacar de las tinieblas, sino como persona valiente, comprometida y honesta que puede encabezar un proceso con inteligencia y experiencia. Pero este proyecto debe ser elaborado aquí por equipos especializados que trabajen en conjunto para que el producto sea integral y coherente. El tiempo del voluntarismo ha pasado. Si aquí en Chile no somos capaces de preparar un programa de gobierno que nos impulse hacia un desarrollo acelerado y sustentable, justo y equitativo, de nada valdría tu sacrificio y su pronóstico sería incierto. Tú no mereces encontrarte con un conjunto de montoneras ocupadas en combatirse mutuamente y en conseguir prebendas personales o de grupo. Aquí debe esperarte un equipo de políticos limpios y comprometidos que demuestren haber aprendido de sus errores y a la vez, orgullosos de sus aciertos. Partidos políticos disciplinados y ordenados, conscientes de sus diferencias legítimas y esencialmente democráticos. Esas son las fuerzas políticas que tú sabrás liderar.

La única vez que hemos hablado –antes de las elecciones, a bordo de un vuelo a Nueva York- me quedé con la impresión de que serías capaz de enfrentar los enormes desafíos que mencionamos en aquella breve ocasión. Más allá de eventuales carencias y errores, mi impresión era correcta. Espero también lo sea la actual.

Un cariñoso saludo.

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Foto: UNDP / Licencia CC