PSCH-DC: La necesidad de la convergencia

Corrían los primeros años de la década del 80 y ya transcurrida una década de dictadura, la movilización social comienza a encontrar su cause. Los innumerables hechos de injusticia social, la cesantía galopante, la precariedad económica y el atropello a los derechos humanos justifica que se perfilen estrategias para enfrentar de manera eficiente a la dictadura. Por una parte, una salida moderada mediante la llamada “Alianza Democrática”, por otra parte la desobediencia civil mediante la movilización social provocando la ingobernabilidad y la derrota civil a la dictadura; por otra parte, la siempre latente idea de iniciativas milicianas urbanas o rurales buscando una derrota militar.

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«Los principales actores -el PSCH y la DC- deben asumir la responsabilidad y el desafío de avanzar prontamente en el “gran acuerdo programático estratégico” de modo que nos permita plasmar una alianza de largo aliento de la centro-izquierda»

Estas tres estrategias se ponen a prueba a mediados de los 80, cada una busca desarrollarse en plenitud tratando de mostrar el mejor camino. Es así como surge el “Acuerdo Nacional”, donde convergen variados actores de centro e izquierda, incluso de derecha; además el accionar de las protestas se comienzan a realizar a nivel nacional. Ya no eran acciones puntuales o aisladas, también surge con gran fuerza el movimiento de pobladores, así en conjunto ambos actores, fuertemente apoyados por los partidos populares, entusiasman con la esperanza de una posible derrota de la dictadura y encontrar una salida democrática radical.

A 1986 se le denomina “el año decisivo”, sin embargo no están ausente la acciones “militares” o de acción más radical e intentan insertarse en la conducción de la movilización social, provocando modestos aportes como también enormes retrocesos. En este cuadro de diversas estrategias  no era posible concretar el golpe de gracia para derrotar la dictadura, había que encontrar necesariamente un camino común, concentrando todos los esfuerzos en una sola estrategia, de modo que fuese eficaz.

Los Actores:
La clave del éxito obviamente es la capacidad de entender la necesidad de un gran acuerdo para pujar todos en un mismo sentido, cuestión nada fácil, pero sin embargo se produce el encuentro mediante el liderazgo del “socialismo”, es decir, las diversas orgánicas socialistas históricas como aquellas de la «nueva era» -como la IC, el MAPU, sectores del MIR y descolgados PC-. En definitiva, lo que hoy es el PSCH. Por otra parte, el liderazgo de la DC que logra aunar la dispersión que se había registrado en todo el proceso anterior además de la convergencia con el PR y otros. En lo fundamental vale reconocer que el PS y la DC fueron la médula del proceso exitoso que terminó derrotando a la dictadura.
Con el triunfo del “NO”, el triunfo Presidencial y el advenimiento de la democracia se configura una forma del querer y el hacer, siempre liderados por estos dos grandes actores, que incluso algunos llamaron el eje de los gobiernos de la “Concertación”; una falla tuvo ese llamado eje, este fue acostumbrarse a actuar casi con “piloto automático”, poco a poco se comienzan a cometer errores y faltas que terminaron con graves consecuencias a la coalición gobernante, disminuyendo sustancialmente el apoyo y respaldo popular.

¿Qué fue lo que falto o no estuvo presente?
Seguramente habrán muchos planteamientos, hechos, incluso anécdotas, pero a mi parecer la gran ausencia o el gran déficit es el de un gran acuerdo programático estratégico, esto como clave para la política y los partidos para lograr plasmar un proyecto de país, justo, libre y democrático.
Sin embargo, tiene un gran valor, la enseñanza del qué hacer hoy, especialmente hoy, cuando la atomización política, la dispersión de iniciativas, él desazón público, la desconfianza y en definitiva la política a ciegas. Pero es justamente aquí cuando la experiencia y su enseñanza debe estar presente. Los principales actores -el PSCH y la DC- deben asumir la responsabilidad y el desafío de avanzar prontamente en el “gran acuerdo programático estratégico” de modo que nos permita plasmar una alianza de largo aliento de la centro-izquierda, dando así gobernabilidad, progreso y desarrollo con justicia social a nuestra patria.