Cualquier cambio de gobierno trae consigo la posibilidad de mejorar las realidades, independiente del color político y de la ideología que se pregone; no en vano dicen por ahí, que debemos ver el vaso medio lleno, que de por si es esperanza y reconciliación por lo menos en los primeros 100 días. En los inicios de un nuevo gobierno que dice querer un futuro mejor para todos y que finalmente los chilenos vamos a poder confiar en que los elegidos independiente de lo que representan, tendrán la capacidad de hacer las cosas bien, pensando en el bien del país y no solo en el de sus huestes o de sus intereses creados.
El cambio climático no es un tema menor bajo ningún punto de vista y en Chile nos ha tocado de una manera brutal en muchos sentidos y con muchas catástrofes naturales que han quitado la vida a muchos conciudadanos. Pero en nuestro querido y amado Chile muchas veces aunque reconocemos los problemas, entendemos sus ramificaciones negativas y las alteraciones que producen en el entorno social, ambiental, productivo y cultural, los problemas no son enfrentados como corresponde y el inmediatismo que caracteriza al modelo presidencialista y que necesita soluciones integrales, tiende a dejar de lado los problemas de largo alcance de índole estructural, donde los gobiernos saben que no lograran los créditos de las soluciones que se deben implementar y los dejan de lado con la esperanza que el próximo gobierno los solucione y problemas con soluciones al alcance de la mano, se transforman en insolucionables.
Entre los problemas de fondo que no se han querido enfrentar desde el año 2000 a la fecha, está el tema del cambio climático y cómo lograr una economía baja en carbono y que el país se proyecte definitivamente hacia la sustentabilidad, en un tema que es de gran trascendencia y que se presenta en la actualidad como un doble desafío. El de la mitigación, con la generación de políticas tecnológicas y medidas que limiten y reduzcan las emisiones de gases y por otro lado, mejorar los sumideros para aumentar la capacidad de absorción de los gases de efecto invernadero y adaptarse a los nuevos requerimientos ambientales y prever los efectos adversos que los efectos del cambio climático está desarrollando en nuestro territorio y la única manera es tomando medidas oportunas para minimizar los daños que puedan causar y que no puede ser de otra manera que adaptando la forma y el fondo a las consecuencias que traen a la economía. Los gobiernos deben entender la trascendencia del problema y hacer el esfuerzo que sea necesario para implementar un nuevo modelo productivo y económico, que permita el fortalecimiento del modelo, para bajar los insumos por medio de de energías renovables, replanteando el modelo y bajar las grandes cantidades de carbono que tiramos a la atmósfera en la actualidad.
Superar el reto no es tarea fácil y requiere por sobre todas las cosas una alta dosis de patriotismo y el cambio en el planteamiento de los métodos productivos que hasta ahora han manejado la economía de Chile y que según el modelo actual, nos hace ver como un sistema frágil, con un impacto climático y ambiental negativamente significativo para el desarrollo sustentable. Los gobiernos deben entender la trascendencia del problema y hacer el esfuerzo que sea necesario para implementar un nuevo modelo productivo y económico, que permita el fortalecimiento del modelo, para bajar los insumos por medio de de energías renovables, replanteando el modelo y bajar las grandes cantidades de carbono que tiramos a la atmósfera en la actualidad.
La Comisión Europea ha previsto la creación de nuevos empleos en las economías que replanteen su modelo y tengan la capacidad de bajar las emisiones de carbono, con proyectos integrales y políticas con un solo objetivo final, conseguir una reducción de emisiones entre el 85% y el 90% proyectado al 2050, por medio de estrategias de adaptación al cambio climático. Con el pasar de los años las economías que tengan la capacidad de enfrentar el cambio climático desde este momento, tendrán una mayor relevancia en el impacto positivo en las diferentes actividades empresariales, entendiendo que los productos de estas economías serán altamente valorados por los mercados mundiales y se transformaran en un sello de alta certificación, que será muy codiciado por los diferentes mercados desarrollados. Esto para un país como Chile sin problemas tan serios que solucionar, con un territorio medio y una población baja, es la posibilidad cierta de marcar una diferencia positiva y importante, que podría ser el incentivo necesario para transformarse en un plus productivo y una denominación de origen que puede catapultar nuestros productos y servicios de una manera solvente y con la proyección de un futuro sustentable.
Según Naciones Unidas “la adaptación al cambio climático es un proceso mediante el cual las sociedades crean mejores condiciones para hacer frente a un futuro incierto y que tener la capacidad de adaptarse al cambio climático es por sobre todas las cosas, entender que tomar las medidas adecuadas para reducir sus efectos negativos más que una opción, es una necesidad de sobrevivencia, que permite la anticipación eficaz a las consecuencias del cambio climático y minimiza considerablemente las amenazas a los ecosistemas, la salud humana, los activos empresariales y la preservación del resto de la infraestructura industrial, evitando que la crisis alcance una magnitud desmesurada y con el tiempo se transforme en inmanejable.
Los países que tengan la capacidad de entender los riesgos a los que se enfrentan, podrán implantar las medidas que sean necesarias para mitigar los efectos del cambio climático y ir adquiriendo una ventaja competitiva en un escenario climático diferente y complicado para el planeta como un todo. Una actuación coordinada entre adaptación y mitigación producirá una importante reducción de los costos ante la crisis, en un escenario que cada día es más complicado, donde las medidas de adaptación temprana al cambio climático y objetivizar los esfuerzos para reducir al máximo las emisiones que lo causan, es una operación lógica cuando tenemos la capacidad de entender lo que se viene; desarrollar una planificación estratégica para enfrentar el tema, sería por lo tanto extender los esfuerzos para reducir las emisiones y evitar que en un futuro no tan lejano como se piensa, tengan que tomarse medidas de adaptación más costosas y complicadas.
Los objetivos específicos que debe tener cualquier plan estratégico, es desarrollar la capacidad de promover que participen todos los agentes implicados en los distintos sectores de la sociedad y de integrar la adaptación al cambio en las políticas sectoriales, acercando a la sociedad a la adaptación y mejorando las características medioambientales generales de la economía y con ello proyectando una sociedad consciente y sustentable.
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