El Estado y las Drogas
Mientras la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados aprobaba por unanimidad la despenalización del uso terapéutico y recreativo del cannabis, como lo explicó su Presidente, Marco Antonio Núñez: “La jornada fue histórica, porque con la iniciativa se evitará penalizar a personas que requieren de esta sustancia para tratamientos por enfermedades que ocasionan dolor, como es el cáncer”.
A su vez, la diputada Karol Cariola, principal protagonista de esta idea de legislar manifestó que: «Estamos frente a un momento importante, histórico, primero porque este es un tema que se está abordando desde una perspectiva sanitaria y eso es tremendamente digno de destacar, sobretodo porque la política de drogas hasta ahora se ha llevado desde la política de seguridad, desde una política represiva y desde una política prohibicionista».
Agregó: «Aquí hay que hacer una política de regulación en función de disminuir los daños que generan cualquier consumo de drogas, y que aquellos que lo quieran hacer y que la quieran consumir, lo hagan de manera responsable y regulada».Hay una cultura cannábica para los ricos –una “cultura pituca”- y una cultura marihuanera para los pobres, que en los hechos implican dos políticas criminales claramente diferenciadas, en una la autoridad mira para el lado en la otra el que porta o consuma drogas va preso.
Por su parte, el Gobierno al informar las urgencias legislativas que someterá al congreso en lo inmediato, que en salud incluye la despenalización del aborto en los casos de violación, riesgo para la salud de la madre y feto inviable, no incluyó las modificaciones a la ley y normas sobre drogas comprometidos en la campaña presidencial, pese a que la Comisión de Expertos Convocada por SENDA recomendó cambiar al cannabis de la lista uno de las sustancia prohibidas, definir legalmente cual es la cantidad, según cada droga, permitida para el “uso personal exclusivo y próximo en el tiempo” tanto para portarla como para tenerla, asimismo cuál es la cantidad de plantas de cannabis que el SAG puede autorizar a su cultivo para el consumo personal.
Hoy, en drogas la gran paradoja que generan las actuales políticas y normas represivas para controlar su consumo y provisión son las siguientes. Mientras que, por una parte, durante los días 21,22 y 23 de noviembre se organizó en el Parque O’Higgins la Expo Weed –La Feria del Cáñamo Sudamericana-, allí se transaron semillas, plantas, equipos e insumos para su buen cultivo en más de cincuenta stands, se enseñó su correcta conducción, se mostraron los múltiples usos medicinales, alimentarios, cosméticos, recreacionales e industriales del cannabis, se hicieron foros y conferencias para defender el derecho a usar y proveer esa sustancia, promover el cambio de las normas criminales que rigen y limitan su uso, etc. con prestigiosos invitados nacionales e internacionales. Asimismo, hubo un gran despliegue de espectáculos y otras actividades recreativas. Como quien dice una Expo Kids de Amsterdam en Santiago de Chile.
Por otra parte, según un avance del estudio sobre las causas terminadas por drogas, que está realizando el Programa de Drogas de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Central de Chile, de una muestra de 144 causas terminadas por microtráfico –artículo 4 de la ley 20.000 de drogas-, durante el año 2013 en el Juzgado de Garantía de Viña del Mar, sancionados con penas privativas de libertad entre 540 días a cinco años, las cantidades de drogas incautadas a los imputados son significativas. Si bien en un 42,4% las drogas incautadas fueron superiores a 10 gramos, un 46.5% de los imputados portaba o tenía menos de 10 gramos de sustancias controladas, de ellos un 22,2% menos de 5 gramos y un 11,8% menos de un gramo, por lo cual fueron procesados y sancionados por el solo hecho de haber trasferido a un tercero a cualquier título esas pequeñas cantidades de drogas.
Lo anterior muestra a las clara que hay una cultura cannábica para los ricos –una “cultura pituca”- y una cultura marihuanera para los pobres, que en los hechos implican dos políticas criminales claramente diferenciadas, en una la autoridad mira para el lado en la otra el que porta o consuma drogas va preso.
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