Piñera: El Señor de los milagros

El discurso que pronunció el Presidente Piñera este 21 de Mayo tiene pocas novedades, su contenido mantiene una propuesta moderada e intenta destacar cierto énfasis social que no elude la responsabilidad del Estado en esta materia. No se puede afirmar que esta preocupación por la pobreza o los estratos de menores ingresos sea forzada, pero sería un exceso suponer que es un elemento distintivo de este gobierno. En este sentido, más que los anuncios sociales pareciera más significativo el tono del discurso, cuyo planteamiento en lo que respecta al cumplimiento de metas en la reconstrucción, salud, educación darían para que el gobierno se postulara tranquilamente al libro de record y el Presidente fuese proclamado como el Señor de los Milagros. Si hace un mes atrás algunas autoridades del oficialismo sostenían que la salida de Rysselberghe y Matte les permitiría retomar la reconstrucción y recuperar el tiempo perdido, no se entiende la discordancia con lo que el mandatario ha presentado ante el Congreso.

Las ideas fuerzas del discurso están en la línea con lo que el gobierno ha planteado desde su inicio: la eficiencia, el crecimiento económico, el empleo y la búsqueda del desarrollo. Estos elementos ya han estado en duda durante el año por diversas razones, por lo que es más significativo verificar que el mandatario ha optado por pasar por alto los puntos bajos de su gestión u omitir el impulso reactivador que acompaña a la reconstrucción…una actitud comprensible. Así como los entrenadores de fútbol alientan a su equipo, al modo como lo hacía Bielsa, el discurso de Piñera llega a lo exhultante al señalar que el crecimiento económico de Chile está a la cabeza de los países de la OCDE, es decir, de buena parte de las grandes economías del mundo. ¿Habría que mencionar las críticas de la OCDE a la educación o al estado del medioambiente en Chile?…no vale la pena “si lo estamos haciendo ‘tupendo”.

En contraste, Piñera no duda en plantear el haberse hecho cargo de una realidad poco menos que dramática. En su alocución destaca que veníamos de ser el país con más alto consumo de drogas en la región; la delincuencia recién ha bajado en este gobierno; la economía retoma su vigor después de años de decaimiento…en síntesis el gobierno ofrece orden y prosperidad; la luz al final del túnel. No vale el esfuerzo de hacer algún comentario. Sin embargo, es llamativo que esta visión extrema, tan útil para apoyar las virtudes que se adjudica esta administración, se diluya para terminar el discurso con un llamado a la unidad nacional. ¿Un intento para instalar que el gobierno es dialogante y acogedor?

Uno de los puntos más esperados era el pronunciamiento de Piñera sobre el caso HidroAysén. Evitando mencionar directamente a la empresa y a la región afectada, el jefe de Estado tomó posición al declarar que es compatible el desarrollo y la conservación del medio ambiente y que su preocupación es asegurar y bajar los costos de la energía…a buen entendedor. Como si fueran grandes anuncios señala la regulación del material particulado de las centrales eléctricas; enumera la creación de nuevos parques nacionales entre los que destaca el de Isla de Pascua (soslayando que se definió después de numerosas protestas locales); señala diversas medidas que modificarían el ingreso de operadores al sistema eléctrico y la posibilidad que los clientes opten por proveedor. Al parecer el gobierno podría estar apostando que las motivaciones y extensión de las últimas protestas están desagregadas y que, complaciendo a algunos, podrían reducirse a sectores ecologistas más comprometidos. Mi impresión es que, aún con motivaciones diversas, existe una preocupación ambiental real que debiera ser considerada.

En lo que respecta a educación las medidas más relevantes, como son las becas para estudiar docencia o los liceos de excelencia son acotadas y aún no tienen incidencia en los resultados estudiantiles. Al margen de ello, el discurso no entra en los tópicos más polémicos para el sector, entre los cuales se cuenta el financiamiento de la educación o la disminución de la brecha entre la educación pública y la privada. En materia de educación Superior el mero anuncio de la creación de una subsecretaría o la renegociación de créditos universitarios es, por decirlo de algún modo, “de una pobreza franciscana” que abruma.

Parafraseando al Presidente, termino esta nota con una reflexión. El discurso que presentó Piñera no tiene una gran distancia con lo que fue su campaña por la Presidencia y con la presentación de este gobierno; fue este discurso el que cautivó a los indecisos y descontentos de la Concertación. A un año de gobierno, este mismo discurso aparece devaluado y poco creíble; la crispación social es evidente y es lo que consignan las encuestas políticas. El jefe de Estado, en un pasaje de su discurso, puso una voz de alerta sobre aquellos que actúan erosionando la democracia, pero habría que decir que es la falta de diálogo la que amenaza la democracia mucho más que unos pocos que tiran piedras; es la exclusión de quienes deben asumir las consecuencias de las decisiones que afectarán su calidad de vida y la desconsideración hacia las regiones; es el amañe con que se quiere transmitir que todos somos responsables porque requerimos ingentes cantidades de energía, en circunstancias que lo que se busca es consolidar por los próximos treinta años el monopolio de  Endesa y Colbún; se erosiona la democracia a través de la alta deserción universitaria por falta de financiamiento; y se afecta al sistema cuando, so pretexto del orden y la seguridad, se propende a reprimir indiscriminadamente y al establecimiento de un estado policial. 

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