Después de las municipales 2016. Muchos analistas se han puesto de cabeza a tratar de explicar la baja participación ciudadana en las elecciones del domingo recién pasado, iniciando la explicación de esta baja participación en una anomia que desafecta a los ciudadanos con el ejercicio de un derecho por el cual tanto se luchó para recuperarlo en la década del 80, algunos analistas parecen olvidar que en el ejercicio de la democracia también hay una motivación en el no participar, más allá de interpretaciones y justificaciones a medida, la realidad parece ser que la oferta político electoral no satisface la demanda generando la distancia razonable entre la ciudadanía y lo que se oferta, no entre la ciudadanía y el ejercicio de emitir un sufragio.
En la Región del Bio Bio por ejemplo, las comunas que mantienen un mayor porcentaje de participación efectiva, corresponde a comunas con una marcada identidad rural donde la oferta electoral ofrece soluciones puntuales e inmediatas para sus vecinos y vecinas. Mientras que en las grandes ciudades la inmediatez no existe en la solución de problemas y es más bien un proceso que se traduce en discursos con frases comunes como “ vamos a iniciar el estudio de” “vamos a gestionar tal cosa” “ haremos el esfuerzo para” “nos comprometemos a” en fin, la mayoría de los compromisos en épocas de campaña parecen ser más una oferta a medias de lo que podría ser, que un compromiso real e inmediato con lo que el elector necesita.En un análisis sin falsas interpretaciones, la realidad electoral nos muestra una participación pasiva y mayoritaria, donde los electores “eligieron” no ir a sufragan, se motivaron a no hacerlo y esa motivación fue mayor a la oferta que los sectores políticos pusieron a disposición de los electores.
Al parecer hoy es más conveniente, para algunos sectores de analistas y políticos en general, seguir interpretando la baja concurrencia a las urnas como una “desafección ciudadana” con un proceso, justificando de esta forma la validación del mismo y justificando la instalando de autoridades en algunas comunas que gozan de un respaldo ciudadano que en ocasiones se circunscribe solo a unos cientos de votos en comunas donde son miles los electores.
En un análisis sin falsas interpretaciones, la realidad electoral nos muestra una participación pasiva y mayoritaria, donde los electores “eligieron” no ir a sufragar, se motivaron a no hacerlo y esa motivación fue mayor a la oferta que los sectores políticos pusieron a disposición de los electores. Chile tiene una afecto especial con los procesos democráticos y sabe lo que costo en otra década recuperar ese derecho, un derecho que se manifiesta hoy mayoritariamente en un rechazo a la oferta que el proceso genera, oferta que no ha tenido desde hace tres elecciones la capacidad de motivar la participación efectivas de millones de chilenos.
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