La demanda por un nuevo sistema de pensiones está instalada en la agenda pública. Luego de veintiséis años de una democracia, en donde se han mantenido intactos los pilares del sistema económico instalado en dictadura, fue inevitable la incubación de un movimiento popular -no solo contra las AFP- sino contra el sistema neoliberal en su conjunto.
Ha quedado claro que este sistema no ha sido capaz de dar respuesta a las necesidades básicas para la subsistencia humana. El fracaso de la premisa “soluciones privadas a problemas públicos” es evidente y lo podemos ver a diario, no solo en el sistema de pensiones, sino que también en salud, educación, vivienda y seguridad social.No imagino al Partido Comunista fuera de este nuevo frente, tampoco al senador Alejandro Navarro o a la Izquierda Ciudadana, este nuevo referente debe tener una política de puertas abiertas para todo aquel que tenga la convicción de cambiar este sistema.
Cabe recordar que el sistema instalado bajo el régimen autoritario, fue diseñado con candado, imponiendo altos quorum (dos tercios de los votos) para poder cambiarlo, lo que ha imposibilitado cualquier esfuerzo para cambiar este sistema.
Es por eso que veo con recelo la disociación que intentan hacer algunos grupos de lo político y lo social, cuando algo básico que hay que entender es que para cambiar el estado de las cosas, como terminar con las AFP e implementar un sistema de reparto solidario, se requiere de una correlación de fuerzas favorable en el parlamento.
Es necesario que el movimiento ciudadano madure y entienda que la lucha estratégica es ganar espacio en la institucionalidad política. Así se ha organizado la sociedad y seguirá ocurriendo.
Segmentar lo político de lo social es una estrategia para dividir, profundamente funcional al sistema neoliberal. De hecho, fue la propia Constitución del 1980 la que impidió a dirigentes sindicales y vecinales poder postular al parlamento.
Del mismo modo, segmentar las demandas sociales en esferas autónomas como educación, AFP, salud, seguridad social, es desconocer la crisis del modelo neoliberal en su conjunto. Es por eso que este movimiento debe tener una expresión electoral para reunir la fuerza política necesaria. Disociar lo anterior es no entender cómo se cambia el estado de las cosas.
Hoy Alianza y Nueva Mayoría son dos caras del mismo sistema, uno el creador y el otro el administrador. Esta praxis política hizo que el eje político cambiara, dejando a estas dos coaliciones posicionadas desde el centro hacia la derecha. Ante esto, la irrupción de un nuevo referente de izquierda, conformado no solo por partidos y movimientos políticos como Revolución Democrática y autonomistas, sino que también por académicos, independientes y organizaciones sociales, es extremadamente necesario para dar conducción a las demandas ciudadanas.
No imagino al Partido Comunista fuera de este nuevo frente, tampoco al senador Alejandro Navarro o a la Izquierda Ciudadana; este nuevo referente debe tener una política de puertas abiertas para todo aquel que tenga la convicción de cambiar este sistema. Pero por sobre todo, la discusión que debe darse en nuestros hogares y trabajos, es que no basta con salir a marchar. El movimiento ciudadano debe ir a votar y elegir sus propios representantes. Esa es la única forma de cambiar este sistema.
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