La Moneda no puede moverse al ritmo televisivo, y eso me parece que Bachelet lo ha entendido en estos momentos. Uno no puede tratar de salvar una situación jugando a ser el superhéroe que los noticiarios quieren que el presidente sea. Porque ser mandatario requiere de templanza, responsabilidad y seriedad, algo que un héroe de historietas no tiene.
El incendio en Valparaíso ha sido uno más de los eventos- o tragedias para ser exacto- que nos han movido la conciencia. Cuando suceden este tipo de atrocidades nos preguntamos si de verdad somos tan desarrollados, o si las prioridades en las que hemos puesto énfasis últimamente son las que necesitan de nuestra atención.
Porque lo cierto es que en temas de infraestructura estamos mal, pero sobre todo en la manera en que seguimos segregando a los pobres, mandándolos al peligro, al cerro más lejano sin importar la manera en que viven y los peligros que enfrentan.
Hay un problema país que traspasa los diferentes gobiernos, y tiene que ver con cómo construimos una sociedad, cómo acercamos en vez de alejar a sus ciudadanos, y cómo los hacemos parte antes de seguir excluyéndolos.
Es importante que el necesitado esté en nuestra mente antes de que pierda todos sus bienes y dignidad frente a unas cámaras que buscan, rápidamente, explicaciones y un sinfín de respuestas que no son fáciles, que tienen más que ver con la historia de Chile que con el efecto que siempre buscan los periodistas.
Por lo mismo es urgente que las medidas a futuro sean a largo plazo, no solo pensando en la tragedia inmediata, ni menos en la rápida reacción de una audiencia, sino en una sociedad y en quienes la conforman.
Antes de fijarnos en si Michelle sale más o menos veces que Sebastián en la tele frente a una catástrofe de esta envergadura, tenemos que preguntarnos si es que ha tomado o no las medidas necesarias para afrontarla, y si realmente las excesivas apariciones y enfervorizados discursos sirven de algo frente a las carencias que se deben abordar.
No puede ser que midamos las gestiones de los presidentes según el rating de sus apariciones o lo emocionadas que son sus palabras. De pronto es necesario optar por la sobriedad, para así equiparar la excesiva destemplanza de los medios. Algo que el gobierno anterior no entendió es que la televisión y la administración política de un país no van necesariamente de la mano.
La Moneda no puede moverse al ritmo televisivo, y eso me parece que Bachelet lo ha entendido en estos momentos. Uno no puede tratar de salvar una situación jugando a ser el superhéroe que los noticiarios quieren que el presidente sea. Porque ser mandatario requiere de templanza, responsabilidad y seriedad, algo que un héroe de historietas no tiene.
Y es debido a esto que debemos tener conciencia que el show es solamente algo accesorio y muchas veces sumamente dañino para un trabajo complejo y bien realizado. No podemos ver la realidad a través de lo que un aparato cuadrado nos quiera decir que es, porque así vamos perdiendo los parámetros de lo que realmente debe ser un gobierno, sus ministros y, sobre todo, su presidente.
Los medios tienen su labor, la que es muy importante, sin embargo hay que medirlos sobre esa labor y no tratar de entender los hechos totalmente a través de su mirada y lo que ellos quieren decirnos que es lo que debe pasar. O, en este caso, lo que se debe esperar de una alta autoridad.
El trabajo administrativo es una cosa y el show business otra.
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Foto: Publimetro
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