La dieta parlamentaria, así como las asignaciones y otros conceptos percibidos directa o indirectamente por los parlamentarios, es y siempre será un tema polémico. Y si bien puede ser discutible la necesidad, monto y oportunidad del último polémico aumento, temas sobre los que ya se ha dicho bastante y respecto de los cuales la ciudadanía ya se ha formado una opinión, me referiré en esta oportunidad a la escasa sensibilidad demostrada por algunos diputados y senadores en medio de esta polémica.
Como dijimos, aunque es discutible, se podría sostener que las asignaciones parlamentarias pueden resultar insuficientes para un “mejor” desempeño de las funciones senatoriales considerando especialmente la extensión de las circunscripciones y los muchos viajes que deben realizar entre Santiago-Valparaíso y la respectiva circunscripción. Sobre esa base podría, repito, solo podría resultar justificado el polémico aumento.
Lo que no resulta justificada es en cambio la indignación que han demostrado algunos senadores ante la legítima crítica de la ciudadanía.
En efecto, ¿cómo se puede esperar que la medida no provoque indignación en una persona que gana el sueldo mínimo legal o incluso menos? ¿O cómo no va a ser comprensible la indignación de un profesor que debe sacar de su propio bolsillo los recursos para desarrollar mejor su trabajo sin percibir reembolsos ni asignación por concepto alguno? ¿Cómo se espera que reaccione el ciudadano común, el trabajador, el obrero que debe desarrollar sus funciones y cubrir con su bolsillo el transporte, colación, peajes, tag, etc., llegando a significar en muchos casos estos costos más de un 50% de sus ingresos? ¿Cómo no va a ser razonable que las personas que ganan el sueldo mínimo se indignen cuando un diputado dice por televisión que su dieta parlamentaria le alcanza para cubrir sus gastos “si se organiza”? En fin, ¿cómo no va a generar repudio en la ciudadanía que el aumento corresponda a una suma que muchas personas no logran ganar ni siquiera en un año de mucho trabajo y esfuerzo?
¿Cabía acaso otra posibilidad de reacción en la población, esa población que sí sabe muy bien lo que significa que el dinero no alcance y que sí sabe lo que es organizarse para llegar a fin de mes?
Resulta curioso, como señalé, aparte de la patética pelea entre la Cámara y el Senado, el poco tino mostrado por nuestros legisladores ante un tema tan sensible para la opinión pública, sobre todo cuando la clase política lejos de gozar de prestigio, atraviesa por una de sus peores crisis de legitimidad y existe además la sensación, errada o no, de que los parlamentarios no realizan bien su trabajo.
Ante este escenario, que ha dejado de manifiesto una vez más la escasa sintonía entre la clase política y el sentir popular, es urgente el envío de alguna señal potente por parte de nuestros legisladores en orden a transparentar aún más todo lo que diga relación con las dietas y asignaciones parlamentarias, e incluso estudiar la posibilidad de modificar completamente la forma en que hoy se definen dichos conceptos y, por qué no, estudiar la conveniencia reducirlos.
* Hernán Astaburuaga Inostroza es presidente del Partido Socialista en la comuna de Talca
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Comentarios
03 de mayo
Excelente mostrar la real situacion de las distribuciones de los dineros por nosotros asignados a ellos, aun tenemos que reflejar el real interes de una transparencia en lealtad a lo humano y social para que este pais vuelva a pensar en opciones politicas.
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10 de enero
En casa de herrero cuchillo de pelo dicen por ahí, saludo tu critica de la cual me hago parte, incluso me parece que esos sueldos tan descriteriados podrían romper el vinculo con algún representante «popular» ya que de saltar de un sueldo minimo pasa a un sueldo reguleque pero mas allá de lo transversal de tu opinión ¿no debería tu partido replantearse las directrices? mas que mal son parte de la oposición histórica y este ultimo tiempo pucha que han dejado que desear.
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