Necesitamos que se reforme la ley de filiación por los derechos de nuestros hijos, sin secuencias, sin excusas, separado e independiente del Matrimonio Igualitario y sin prejuicios.
El principio número uno de la Convención sobre los Derechos del Niño al cual Chile está suscrito, y debiese cumplir, establece:
«El niño disfrutará de todos los derechos enunciados en esta Declaración. Estos derechos serán reconocidos a todos los niños sin excepción alguna ni distinción o discriminación por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento u otra condición, ya sea del propio niño o de su familia»
El viernes pasado, 1 de agosto, realizamos una charla gracias al patrocino del Departamento de la Diversidad y la No Discriminación de la Municipalidad de Providencia y con la participación de Marcela Ruiz de la Comisión de Legislación de la Fundación Iguales Chile, para conversar sobre un cambio de lenguaje en cuanto a las demandas para los derechos filiales, de familia de nuestros hijos.
Quiero compartir y destacar algunas puntos de su intervención sobre el aspecto legal y el impacto social que implica la vulneración de derechos del niño, al cual son sujetos nuestros hijos e hijas de familias LGBTI.
La reforma de filiación del año 1998 erradicó las distinciones entre hijos ilegítimos, naturales y legítimos. Esta reforma se hizo independiente del hecho que aún no existía la ley de divorcio que finalmente se promulgó después de haber estado aproximadamente 15 años en el Congreso en 2004.
Es importante destacar que, a partir de la ley de filiación de 1998 Ley 19.585, la ley separa la filiación del matrimonio. También es importante tener claro que una reforma al Código Civil, o matrimonio igualitario, no necesariamente garantizará que cambiará la ley de filiación. Por lo mismo tenemos que exigir que se haga una reforma a la filiación.
No existe razón justificable para tener que esperar que, secuencialmente, se apruebe o no una reforma al Código Civil. Los derechos de los hijos de familias LGBTI, se pueden proteger integralmente sin la necesidad de que el Estado determine cuando discutir el Matrimonio Igualitario, respetando y teniendo en cuenta que la filiación se separó del matrimonio en 1998.
Es urgente y necesario que se reforme la ley de filiación, que se otorgue reconocimiento igualitario a los hijos de familias LGBTI, porque a nuestros hijos no se les puede seguir discriminando. El Estado tiene la obligación de respetar los derechos de todos los niños sin discriminarlos arbitrariamente, en el caso de nuestros hijos, por que sus familias son del mismo sexo e identidad de género.
¿De qué manera se justifica que se hagan distinciones entre los niños? Los derechos de reconocimiento y filiación no pueden seguir siendo exclusivamente para los hijos e hijas de padres de distinto sexo.
En el pasado se vulneraron los derechos de niños con distinciones arbitrarias e injustificables contra ellos, por prejuicios legislativos en contra de relaciones extra matrimoniales o porque sus padres decidían convivir y no casarse, asunto que de ninguna manera tenía algo que ver con los derechos de los hijos. Tenía que ver con reservar todos los derechos humanos como privilegios exclusivamente para parejas matrimoniales, y por supuesto, heterosexuales. El Estado ejerció una desigualdad aberrante entre hijos ilegítimos, naturales e legítimos.
Los hijos ilegítimos no tenían derecho a reconocimiento, filiación, ni a recibir pensión alimenticia y, para que hablar de visitas. Los hijos discriminados por el Estado y la sociedad quedaban completamente desprotegidos, debido a prejuicios y la desigualdad de género.
¿De qué manera discriminar entre distintas categorías de niños era velar por el interés superior del niño? Ciertamente no lo fue y no lo será jamás. Se ejerció esta vulneración de los derechos de los niños hasta 1998 donde, después de la ley de filiación, todos los hijos quedaron en igualdad de condiciones. Pero hoy aún existen hijos ilegítimos de familias LGBTI. Nuestros hijos e hijas son sujetos a la misma desigualdad injustificable y prejuiciosa. Solo que hoy el prejuicio está enfocado en contra de la orientación o la identidad de género de sus madres o padres.
Es decir se está repitiendo la historia repudiable de segregación contra los niños, nuevamente por un Estado que no trabaja por toda la sociedad, y los derechos humanos siguen solo para una clase de hijos, ejerciendo una resistencia legislativa en contra de los hijos e hijas de madres y padres no heterosexuales.
¿Qué culpa tienen nuestros hijos e hijas de vivir en un país donde gobierno tras gobierno se resisten a respetar sus derechos? Ninguna.
Necesitamos que se reforme la ley de filiación por los derechos de nuestros hijos, sin secuencias, sin excusas, separado e independiente del Matrimonio Igualitario y sin prejuicios.
El gobierno tiene el deber de velar por el bien superior de nuestros hijos, y claramente no lo hacen a través de la segregación legislativa que defienden antes que los niños vulnerados de sus derechos inherentes.
Reforma a la ley de filiación, y derecho de familia por los derechos humanos de todos los hijos por igual.
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