#lanuevapolítica

El domingo 19 de julio, el PPD llevó a cabo una elección complementaria para elegir al sucesor del renunciado diputado Jorge Insunza. Desde mi rol de Secretario general de la Juventud PPD, estuvimos por la realización de una elección lo más abierta, transparente y participativa posible; es por ello que presentamos candidato en dicha instancia, cosa nunca antes realizada por nuestra JPPD.

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La “nueva política” debe dar cuenta de este significativo desafío siendo capaz de transparentar los aportes recibidos, darle un correcto uso en períodos electorales, donde lo central sean las ideas y los compromisos programáticos enfocados a lo electoral.

El proceso no fue sencillo, no exento de complejidades orgánicas, administrativas y políticas. Estas últimas fueron las más difíciles de soslayar debido a la multiplicidad de factores que las componen. Cuando el poder opera, se nota y -como jóvenes- pudimos convivir con él, no derrotarlo, pero sí desnudarlo. Dicha tensión inagotable -que divido entre practicas éticas y pragmatismo político- dio paso a nuestro gran triunfo, en la confrontación de «la vieja política» y #lanuevapolítica. Estas dos formas de acción se vieron absolutamente plasmadas en la pasada elección, en una gran cantidad de candidatos, que merecen todo mi respeto. La mención de “vieja política” no es peyorativa, sino un actuar en su fase de agotamiento, del cual me diferencio.

La “nueva política” no solo es el antónimo de la vieja, sino que va más allá. Es una postura ético-moral del actuar político; es hacer las cosas de otra forma, es llevar a la practica la firme convicción de que lo que se juega en ultimo termino es la legitimidad del sistema político en su conjunto (partidos políticos, instituciones, elecciones, etc.). Por ello, es menester poner el foco no solo en la coyuntura, en los contrincantes o en el triunfo y/o derrota acotada, sino en aquello que nos exigen los tiempos que corren: prácticas y principios que vayan a la par con la sed de transparencia y legitimidad que la ciudadanía espera y necesita.

Sin duda, el eje central en esta discusión es lo relativo al financiamiento político, en especial en período de campaña. La “nueva política” debe dar cuenta de este significativo desafío siendo capaz de transparentar los aportes recibidos, darle un correcto uso en períodos electorales, donde lo central sean las ideas y los compromisos programáticos enfocados a lo electoral, para -de este modo- evitar cualquier otro destino que pudiese tender un manto de duda al proceso y estampar un sello de ilegitimidad a toda acción colectiva con fines públicos.

Otro rasgo de este ideario radica en las estructuras organizativas. La regulación es clave, no es posible que hoy los partidos estén llenos de cargos, y estos a su vez generen divisiones, los que luego son abandonados generando desolación en las estructuras internas de quienes son, por definición, los vehículos entre la ciudadanía y el estado. Si esto es una práctica común, la nueva política no viene a erradicarla sino más bien a hacerla pública, ya que no es posible que en más de 1 año existan órganos técnicos elegidos de manera política, que no funcionen o funcionen mal. La “nueva política” debe impedir que los espacios se copen solo para coartar a otro de usarlo y activarlo, porque aquella acción impide un sano convivir político partidario y en un partido que se define por la democracia aquello es un pecado mortal.

La “nueva política” debe intentar recuperar principios de universalidad. La política es la que hoy hace tan voluble esta práctica, como decía Kant “para que una acción sea permisible debe ser posible de aplicarla a todas las personas sin resultar contradictoria”; esto, llevado a un lenguaje sencillo, es solo buscar el sentido común. Lo que la vieja política extravió en un camino sin regreso -Penta, SQM, Martelli, facturas, boletas- son señales inequívocas de la singularidad de la política. 

La “nueva política” no es temerosa, inunda los espacios de propuestas y no transa por conveniencia; no solo es joven, sino es también aquella voz de los postergados por el poder anacrónico y que nunca bajaron sus cabezas, que no han conocido servidumbre alguna. La “vieja política” es esa que prescinde de un conocimiento cabal y pormenorizado de sus miembros. En lo personal aspiro a una clase dirigente con capacidades ciertas de razonar, dialogar, ceder, incluir y decidir .

Sumarse a la “nueva política” es opción de un cambio efectivo, que signifique un desarrollo social intregrador. Sumarse es un deber de cada uno como ciudadano, indignarse es una opción sin reacción. La nueva política es la acción más reactiva, el principio catalizador de una sociedad cansada de postergaciones, sombras y astucias malentendidas; es por ello que debemos valorar cada acción por modesta o grandiosa, lo importante es llegar a buen puerto, navegar por aguas menos turbulentas: dejarse llevar por la suave marea de #lanuevapolítica .