El triunfo en segunda vuelta de Sebastián Piñera sobre Alejandro Guillier -por una inesperada diferencia de casi 10 puntos- no sólo puso rápido fin a la incertidumbre respecto del resultado, sino además a los terrores de una parte no menor del electorado de derecha, contagiado por un discurso que busca sus votos, precisamente, a través del viejo truco del miedo. Esto, traducido en una oferta programática basada fundamentalmente en seguridad ciudadana y crecimiento económico, como pilares paradigmáticos del programa del candidato vencedor.
Pero, además, generó otra situación en la vereda de enfrente, un verdadero terrepoto, con tusunami incluido. La paliza dolió, frustró, enrabió. Y, desde ese sanguíneo estado de ánimo, comenzaron las acusaciones antes que cualquier intento de reflexión autocrítica. Poner la culpa fuera de uno mismo, como una manera de desligarse de toda responsabilidad ante tamaña derrota. “Análisis” hechos desde el estómago y cuyos dardos envenenados con esa rabia se clavaron en el “pajarito nuevo”, los debutantes del Frente Amplio. El mismo que en primera vuelta había sorprendido a quienes no les daban crédito, sacando el 20 % de las preferencias y que ahora, supuestamente, debía plegarse sin condiciones ni reparos con la centro-izquierda e izquierda tradicionales para derrotar, todos juntos como hermanos, a Piñera.La verdadera responsabilidad del FA empieza, desde la mantención de su unidad interna, con el desempeño que tendrán a partir de marzo en el Congreso los veinte parlamentarios electos del FA.
Sin embargo, ese cálculo no fue capaz de hacer una lectura adecuada de la situación. Incapaz de entender como tantas veces, como casi siempre, aquello que no puede o no quiere procesar. Porque si hubiera habido mayor interés en el fenómeno social y de ciclo histórico que representan estas fuerzas políticas emergentes, una mirada más en detalle del FA y su sustento filosófico, se podría haber apreciado que sus objetivos iban más allá de derrotar a la derecha.
La pelea de fondo declarada es contra el duopolio que sustenta políticamente nuestro actual modelo de capitalismo extremo, como es el neoliberalismo. Este totalitarismo de mercado -legado por la dictadura de derecha cívico-militar- que sitúa a nuestro país liderando los rankings mundiales en inequidad, mayor brecha social, peor distribución de la riqueza, salarios mínimos dentro de los más bajos del planeta, tasas de endeudamiento de las más altas, etc. Realidad que, en lo concreto, tiene en los negocios de las pensiones (AFP), de la salud, de la educación y de otros derechos sociales expropiados algunos de los instrumentos más efectivos para llevar a cabo esta desposesión, sistematizada y perpetuada gracias a su legalidad, de las mayorías en beneficio de la acumulación de las minorías.
Se le criticó majaderamente al FA su “ambigüedad” para decidir el apoyo a Guillier en segunda vuelta, sin tomar en cuenta la validez y legitimidad de sus procesos democráticos de decisión interna, desde sus bases y no a partir de algún mandato cupular que instruyera un apoyo como conglomerado.
De esta forma, los votantes de la abanderada del FA, Beatriz Sánchez, quedaron en libertad de acción para votar o no por Guillier. Una vez adoptada esta resolución, se dio a conocer de manera clara y oportuna a la opinión pública. ¿Cuál fue la ambigüedad? Era lógico y esperable, por coherencia conceptual, que no hubiese un apoyo explícito y en bloque al candidato de la agónica Nueva Mayoría, por formar parte -junto a Chile Vamos- de la colusión política encarnada en el duopolio a superar. Hubiera sido un balazo en los pies en términos de credibilidad.
Ciertamente, algunos (as) esperaban escuchar otra cosa. Como no fue así, llovieron las descalificaciones hacia la “inmadurez” de estos “jóvenes arrogantes”, “egoístas”, “irresponsables” que “creen saberlo todo, pero no saben nada”. Hasta de “traidores” los motejaron en redes sociales. Había que encontrar culpables del triunfo piñerista, la frustración de la derrota se ensañó fácilmente con los novatos.
La verdadera responsabilidad del FA comienza ahora y no tiene que ver con el triunfo de la derecha. Ese es un pretexto fácil para no asumir las propias cuotas de culpa en desmoronamientos internos dentro de un contexto de recambio político y generacional, necesarios además para sanear el actual cuadro de descomposición transversal existente.
La verdadera responsabilidad del FA empieza, desde la mantención de su unidad interna, con el desempeño que tendrán a partir de marzo en el Congreso los veinte parlamentarios electos del FA, el que dependerá de la rigurosidad en el cumplimiento del compromiso con que sean capaces de defender lo avanzando en reformas sociales y de cómo interactuarán con sus pares pertenecientes a los partidos del duopolio. De qué manera se moverán en aguas contaminadas sin sufrir mutaciones, haciendo de los necesarios diálogos y acuerdos algo muy distinto a lo que han sido y para lo que han servido hasta ahora, con el bien común como inspiración y no el beneficio propio. Que la cooptación que han sufrido muchos y muchas, y que tanto han condenado dirigentes del bloque como Jackson o Boric en cuanto factor determinante de la corrupción actual, permanezca alejada de su quehacer.
La tarea del FA en estos cuatro años es poder dar representatividad real y concreta a las demandas y necesidades de ese mayoritario porcentaje del electorado que no vota porque, con justa razón, no se ha sentido representado por el duopolio, más cercano a los grupos económicos que a las bases sociales. Recuperar su confianza mediante un actuar regido por estándares de probidad y decencia ética distintos es el desafío. Ahí está su capital político.
Comentarios
27 de diciembre
No le suena algo arrogante esto de darse por representante de los que por algo prefieren no elegir representantes? O irrespetuoso al darles mas importancia a ellos que a los millones que si optan por ejercen su deber cívico de ir a votar para elgir represtantantes? Usted casi toca un punto clave: ¿Hasta que punto cree usted que se use a «la derecha» como excusa de una incapacidad cronica para levantar, defender y jugarsela por una alternativa concreta para dar solucion a los temas del país? Hubo un gobierno de izquierda con amplio apoyo, además de mayorias parlamentarias alineadas con el gobierno ¿y que pasó? ¿que mas podria tener?.
MUchos creemos que «la derecha» se usa como una excusa ideal para hacer marchas y protestas en lugar de demostrar algo de madurez para enfrentar al mundo real, efectivamente es ideal para disimular “inmadurez”, «arrogancia”, “egoísmo”, “irresponsabilidad” y la soberbia de “creer que algo saben”. El FA ha demostrado ser exactamente lo que usted ha dicho.
Saludos
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27 de diciembre
José Luis, Ud. me pregunta si no me parece arrogante ni irrespetuoso dar una opinión personal en los términos que lo hice y la respuesta es no, no me parece.
Si Ud. lo interpreta así, es válido de todos modos.
Saludos y gracias por comentar.
29 de diciembre
Jose Miguel no es arrogante opinar y su articulo es bueno, acierta cuando dice que el FA debe buscar como dar representatividad al mundo no votante pero no es la unica colectividad que busca lo mismo. Se agradece que atienda su columna.