El pasado jueves 10 de mayo tuvo lugar en el campus Santiago de la Universidad de Talca el seminario “Ya no basta con twittear”, organizado por elquintopoder.cl, la Fundación Democracia y Desarrollo y aquella casa de estudios. La actividad se realizó en el marco del segundo aniversario de elquintopoder.cl y fue una instancia interesante donde se discutieron temas recurrentes en el vertiginoso mundo interconectado de hoy, un mundo donde la instantaneidad y las redes sociales han calado hondo en el cotidiano. En este sentido, la discusión y la reflexión sobre las redes sociales hegemonizó tanto los paneles como las preguntas de los asistentes, generando el surgimiento de varias ideas recurrentes.
Dentro de las ideas recurrentes del seminario se encuentra el que las redes sociales han roto el mito del desinterés de los jóvenes por la política, o que son una suerte de plaza pública virtual, una especie de ágora moderna en el reino de los bits. A modo de contrapunto, otras ideas recurrentes planteadas se refirieron a los límites con respecto al acceso a las redes y la sobrevaloración de éstas, pues permitirían acceder a más información, pero no a posiciones formales de poder. Además se planteó que las redes sociales, particularmente Twitter, producen un “debate poco profundo”.
Resulta interesante realizar tres reflexiones rápidas a propósito de las redes sociales y la participación política. En primer lugar cabe señalar que el avance de las TICs efectivamente ha significado una digitalización del proceso democrático que ha implicado una reducción de costos en participación y acceso a la información. En este sentido, la superación de la barrera digital y la apropiación social de las TICs constituyen desafíos importantes que potenciarían los beneficios de la digitalización del proceso democrático.
En segundo lugar, es importante señalar que si Twitter es una “plaza pública”, resulta una plaza donde unos pocos pueden gritar más fuerte que todo el resto. Pareciera que la antigua ley de hierro de la oligarquía (Michels) se hace presente en lo virtual a través de casos como el de los “twitteros influyentes”, los cuales en definitiva son personas, medios o incluso marcas, que ya ocupan posiciones relevantes en otros campos de la sociedad o en los mismos medios de comunicación. Esto derriba la idea de que Twitter es una plataforma democratizadora en términos de que es capaz de subsanar ciertas asimetrías de poder u acceso limitado a posiciones.
En tercer lugar no resulta muy acertado señalar que las redes sociales “han roto el mito del desinterés de los jóvenes por la política”, pues plataformas como Twitter no permiten deliberación pública; solo permiten consumir información de baja intensidad basada en titulares y frases cortas (atajos cognitivos). Por otra parte, los principales generadores de opinión son agentes con posiciones destacadas en otras esferas. En definitiva, el fenómeno de Twitter llama la atención, pero en estricto rigor es sólo un complemento –y algo secundario– para la deliberación y actividad política, porque potencia el accountability y en casos muy específicos reduce los costos de movilización y los costos de la acción colectiva.
* Bastián González es parte del equipo de Ballotage.
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Foto: eldh / Licencia Creative Commons
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