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La socialdemocracia, las élites y el nuevo escenario político

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¿Pueden las ideas de la socialdemocracia representar una alternativa ante la crisis del modelo neoliberal? Hoy, en medio de la crisis económica mundial se observa que las ideas keynesianas de mayor inversión y gasto público así como de regulación de los mercados y el establecimiento de un Estado de bienestar, están de regreso con fuerza. Sin embargo, ¿pueden los socialdemócratas ganar la confianza de los críticos del neoliberalismo para representar estas ideas? La respuesta parece ser menos clara dada la crisis de credibilidad que pesa sobre los partidos de la órbita del socialismo democrático.
 
Sin duda, a partir de la segunda mitad del siglo XX la socialdemocracia europea ha contribuido a instalar estándares de bienestar social y libertades individuales que son una referencia en todo Occidente. A tal punto, como señalan Bergounioux y Manin, el modelo socialdemócrata de acceso universal a la protección social especialmente en la salud, la educación y pensiones, puede ser considerado como un régimen político. Sin embargo, los partidos que encarnaron las ideas de la socialdemocracia (socialistas, socialdemócratas y laboristas) desde los años ochenta han sufrido grandes mutaciones para constituir alternativas viables dentro del ciclo neoliberal, desdibujando así las bases de su proyecto político original.
 
En los años noventa, la “tercera vía” de Anthony Giddens y Tony Blair dio sustento ideológico y técnico a las reformas neoliberales que los socialdemócratas europeos venían practicando hace bastante tiempo. La nueva doctrina política emanada del laborismo británico se impuso como la modernización más importante de las ideas socialdemócratas, logrando la adhesión directa e indirecta de influyentes líderes mundiales como Bill Clinton, Schroeder, Zapatero, Lula Da Silva y Ricardo Lagos, sólo por mencionar algunos. Las “cumbres de líderes progresistas” fueron un lugar privilegiado para la circulación de estas ideas y un espacio de identidad de los líderes socialdemócratas en el seno de la Internacional Socialista.
 
En pleno apogeo de estas ideas hacia el final de los años noventa, once de los quince países que conformaban la Unión Europea tenían a la cabeza gobiernos socialdemócratas. A pesar de los avances en materia de libertades individuales, no fueron capaces de establecer salvaguardas para controlar el sistema financiero internacional ni dar un giro en el curso neoliberal que tomaba Europa. Por el contrario, han profundizado esta orientación y hoy vemos las consecuencias de aquello. La otra cara de la crisis de la deuda en la que hoy se ve sumida Europa puede entenderse, no por un aumento excesivo en los gastos del Estado en prestaciones sociales como argumentan los conservadores, sino por una disminución de los ingresos de éste. Ello, gracias a las exenciones tributarias al gran capital, nuevas funciones del Estado frente a nuevas demandas sociales y por el encarecimiento del crédito en la banca privada. Pero la crisis del Estado de bienestar, como señala Pierre Rosanvallon, no es sólo de tipo financiero, es fuertemente de orden cultural y sociológico afectando su legitimidad. Tal fenómeno igualmente afecta a los partidos que lo sostienen.
 
Las transformaciones ideológicas del socialismo democrático han tenido un impacto al interior de los partidos, lo que explica en parte una crisis de la identidad partidaria y una tendencia a la fragmentación. La matriz cultural clásica de la socialdemocracia ligada a los sectores obreros y asalariados de las capas medias ha sido prácticamente desintegrada. Hoy estos partidos carecen de líderes y cuadros de origen popular y sobresalen aquellos provenientes de la alta gestión pública, profesiones liberales y también de sectores de “nuevos emprendedores”. Ciertamente las bases de los partidos de izquierda han cambiado y ninguno puede sobrevivir electoralmente (tampoco la derecha) sin apelar a una composición “multiclasista” de sus bases, pero el discurso obrerista ha prácticamente desaparecido entre los socialdemócratas. La dificultad de actuar en conjunto con los sindicatos es una muestra de aquello.
 
Cada partido tiene su propia realidad y contexto en los cuales unos intentan recuperar la credibilidad perdida y otros aún están viviendo su peor pesadilla. El laborismo británico vive un período de ajuste tras haber declarado dejar atrás con Eduard Miliband el “new labour” de Blair; el SPD alemán revisa, pero no reniega, la política neoliberal de Schroeder para hacer frente a la crisis y cosecharán seguramente las bajas de Merkel; el PS francés está en plena campaña tratando de que François Hollande logre recuperar la confianza del votante de izquierda, proponiendo impuestos del 75% a los ingresos del 0,01% más rico (más de 82 mil euros al mes). Por otro lado, los socialistas más desdichados del PASOK  en la Grecia del malogrado Papandreu o los españoles del PSOE con un vilipendiado Zapatero, tienen frente a ellos un panorama bastante más desolador.
 
Los socialistas españoles se han metido ellos mismos en la trampa, creyendo a pies juntillas en los dogmas que dicta Merkel desde Alemania. La “regla de oro” del equilibrio presupuestario fue impulsada como reforma constitucional casi bajo cuerdas el año pasado mientras Rodríguez Zapatero era Presidente del Gobierno. Un ataque frontal a las políticas keynesianas y el abandono, tal vez forzado, de una vocación socialdemócrata clásica. En vez de propender a un modelo alternativo “socialista”, Zapatero defendió las medidas de austeridad y las aplicó con las consecuencias ya vistas: aumento del desempleo, desahucios inmobiliarios, movilizaciones de indignados y la consecuente pérdida del gobierno. Este partido hoy paga la cuenta de las políticas liberales iniciadas ya en los tiempos de Felipe González y el contexto de la crisis económica actual deja a al socialismo español en la peor debacle electoral de su historia con la pérdida de 4,3 millones de votantes respecto al 2008.
 
La “nueva vía” del PSOE de Zapatero se caracterizó por una fuerte concentración del poder partidario, el que ejerció casi sin oposición, blindándose con servidores fieles pero sin poder político propio. Tal fórmula puede servir para mantenerse en el poder, pero muy poco para renovar y dar curso a la emergencia de nuevas ideas o a la recuperación de viejas buenas ideas, sobre todo cuando se entra en crisis. Dramático es ver que las dos opciones destinadas a superar la peor crisis electoral de la historia del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón, provenían de las filas del fracasado gobierno socialista, sin representar corrientes opositoras estructuradas ni ideológica ni programáticamente. Sin embargo, la solución está allí, en la calle, esa calle que el nuevo Secretario General del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, quiere recuperar. El problema es que el partido no está acostumbrado, no habla el lenguaje de los trabajadores y los jóvenes desempleados, la cultura partidocéntrica está tan arraigada en los dirigentes que difícilmente se pueden plantar en una plaza pública sin ser despiadadamente abucheados. El PSOE ya vivió un remezón electoral, ahora debe sufrir el cultural.
 
Las ideas clásicas socialdemócratas no están en crisis, son los partidos socialdemócratas los que no aseguran poder representar fielmente estas ideas. Para recuperar la credibilidad deben realizar reformas mayores a sus programas de gobierno y renovar las élites partidarias, dando paso a aquellos que no están imbricados con las redes de los grupos de interés conservadores. Por otra parte, deben asumir que no es posible recuperar la confianza de los ciudadanos por sí mismos. Es necesario un acercamiento con las pequeñas fuerzas de izquierda y sobre todo los movimientos sociales, que hoy gozan de mayor adhesión y credibilidad que las instituciones partidarias. Estos últimos, pueden aportar nuevas ideas, democracia y control a las estructuras de los partidos.
 
Lo que sucede con la socialdemocracia europea debe servir como reflexión para los partidos del la órbita del socialismo democrático en Chile para no seguir o insistir en el mismo camino, y en segundo lugar, para crear vías propias y superar esta crisis que no les es ajena. Sin duda no es necesario hacer esta gran reflexión crítica para ganar una elección y recuperar el poder, pero sí lo es para ganar una legitimidad moral que permita al socialismo democrático volver a la escena histórica representando los grandes proyectos del progreso social. ¿Estará este anhelo en las mentes de sus dirigentes?
 
* Entrada publicada originalmente en El Mostrador.
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09 de marzo

Es interesante la conclusión que haces, es decir, la necesidad de los partidos de acercarse a las redes sociales y recibir aportes que incluir en sus programas de Gobierno. Quizá el problema de esto es la forma en la que se traduce todo eso, o bien en lo que se convierte al pasarlo al papel, porque los partidos tienen su propia forma de interpretar lo que se les dice y hasta aquí no siempre ha sido fiel o consecuente el postulado que enuncian con la petición o sugerencia específica que se les hace.

Un buen ejemplo de ello son las propias ideas socialdemócratas que especificas, a saber, «mayor inversión y gasto público, así como de regulación de los mercados y el establecimiento de un Estado de bienestar», porque no es sencillo interpretar esas ideas y más difícil aún es llevarlas a la práctica con el beneplácito de sus principales opositores económicos y lo que ya se ha privatizado; los vaivenes de la economía, los factores externos que las pueden afectar, la carencia de recursos, la ausencia de las políticas adecuadas, la inercia que presentan los sistemas, etcétera.

Lo que siempre se da en la práctica es que los gobiernos hacen lo posible con los recursos, tiempo y apoyo que tienen y siempre ha sido insuficiente, motivo por el que más aún pienso que se hace necesaria la participación de la gente para encontrar nuevos mecanismos que permitan lograr lo que desean…

Lo que resulta chocante de la realidad que planteas es la relación entre quien gobierna, los votos que obtuvieron y los que se pronostica que obtendría quienes desean acceder al poder; lo que deben hacer para convencer al electorado, la mala fama que tienen los grupos políticos y la necesidad de mezclar a las redes sociales con la pandilla que mejor pudiera adosar sus peticiones o planteamientos a sus Programas de Gobierno. Es decir, a pesar de lo mal que se hayan visto las actuaciones pasadas de los grupos políticos que han sido Gobierno, éstos puede recibir un nuevo cheque en blanco de confianza, si acaso reciben las propuestas de la ciudadanía, pero, en este punto surgen las dudas de siempre que tienen que ver con sus capacidades, con sus intereses, con lo que pueden hacer y con lo que el sistema les impide lograr.

Más allá de todo este análisis de rescate al mundo político, cual si fuera un rescate financiero a la banca, creo que el desarrollo de las actividades político-económicas de las naciones, especialmente la de Chile, se dan en un entorno en el que no sólo una política de subsidios, intervención a los mercados y mayor gasto social es la única forma en que se podría abordar el problema que plantean las redes sociales cuando manifiestan su descontento, porque a pesar de las buenas o supuestamente buenas intenciones del mundo político, sujeto siempre a la manipulación de los intereses económicos de los grandes consorcios locales e internacionales, y a pesar de que el planteamiento de las ideas socialdemócratas no es nuevo y han sido intentadas llevar a la práctica desde hace varios años, comprendiendo además que sus resultados transitan de un estado de logros a otros de forma paulatina, infinitesimal o discreta,

a pesar de todo ello

aún hay políticas que el mundo socialdemócrata y en general todos los gobiernos, especialmente el chileno, no han emprendido y posiblemente no emprenderán porque, en resumen, hay demasiados factores y actores que intervienen para su eventual inclusión en los programas políticos de alguna coalición que desee unir a sus planteamientos los de la ciudadanía, si acaso existe una red social que reúna a esos planteamientos…

Te pondré un ejemplo. Ni aún los sectores de la política más progresistas incluirían lo que yo les pediría, y que probablemente otras personas pedirían también al enterarse de ello, y sería:

Una Cámara Ciudadana Digital, a manera del link de mis pie de comentarios, con todos sus detalles…

Una AFP de los trabajadores que financiara un banco de dinero de los mismos trabajadores…

Una red nacional que implemente Centros Técnicos para el Desarrollo y la Integración Local en las comunas menos desarrolladas del país…

Más todo el resto de cosas asociadas que ya he comentado acá y en el sitio ya mencionado,

y, la eventual no inclusión de estas propuestas me hace concluir que,

a pesar de que estas iniciativas podrían ser un cambio social, político, económico, financiero, de desarrollo territorial y de capacidades locales de una importancia mayúscula y que seguramente la ciudadanía aceptaría y pediría a sus autoridades si acaso conocieran o reflexionara en sus beneficios,

la gente de la política no las incluiría en sus programas de gobierno porque van en contra del sistema que rige todos los estados en general, «especialmente el chileno», por las múltiples asociaciones que tiene el poder político con el económico…

Es decir, creo que mejorando la democracia con la herramienta adecuada, así como los sistemas financieros y económicos, empoderando económicamente al pueblo o mejorando su nivel de pertenencia, sin la necesidad específica de regulaciones del mercado, y creando la necesaria infraestructura para mejorar el desarrollo comunal, el país podría tener resultados distintos a los ya obtenidos y todo ello utilizando una batería de herramientas que se diferencia de las ideas socialdemócratas en que son específicas, numerables y de muchos e innovadores alcances y posibles objetivos…

Sin embargo, como te decía, dudo que la clase política esté abierta a recibir los aportes ciudadanos que la ciudadanía podría apoyar, votando por sus preferencias, porque teme a propuestas como las que yo hago reiteradamente ya que, aún conociéndolas, las evita y procura mantener el «estatus» tal como está, o el orden de las cosas sin que cambien, procurando sólo mezclar un poco la ensalada de sus palabras y usuales propuestas para convencer a algunos votantes para, a su vez, procurar llegar al poder…

Es decir, lo chocante en realidad es que la gente de la política desea llegar al poder, eso está claro, pero, a pesar de que no tiene elevados niveles de aprobación ciudadana, lo que menos le falta son candidatos, y todo ello en un ambiente de cero propuestas, cero, más aún considerando que ni las mismas finales propuestas o ideas socialdemócratas son o han sido una solución a las peticiones ciudadanas que llevan a la gente a las conocidas manifestaciones cuando no alcanzan lo que ellas esperan…

En resumen, la ideología socialdemócrata pareciera buena en su fondo, pero, carece de las herramientas puntuales, tal como tú lo planteas, para resolver los problemas de los gobiernos y de la gente, pero, ni aún a pesar de la necesidad de los partidos de acoger las peticiones ciudadanas sólo para lograr más votos, cumplan o no sus compromisos, ni a pesar de su interés en ser Gobierno a costa de lo que sea, o prometiendo lo que fuera necesario, o aceptando lo que apareciera en el camino, en realidad no están dispuestos a servir al pueblo, porque se sirven sí mismos y a las coaliciones que representan y todo porque eso es el negocio de la política, ya que si sirvieran al pueblo, sería el pueblo, en democracia, el que gobernaría y el que lentamente llegaría a ser el dueño de los grandes consorcios nacionales y el dominador absoluto de los recursos soberanos de la nación, modificando para siempre el orden de cosas que demandaría la ciudadanía y/o el nivel de financiación estatal a manera de subsidios que necesitaría….

Todo esto me hace cuestionarme la necesidad de una reforma tributaria como único medio para servir a los propósitos de las ideas socialdemócratas, en comparación a la construcción o elaboración de planes innovadores que proporcionen a la gente mecanismos sociales y económicos distintos a los sistemas tradicionales que han operado en el país, como un mecanismo para mejorar la calidad de vida de la ciudadanía…

¿Qué escogerías tú y qué montos de dineros creen que deben estar involucrados en la operación para llegar a obtener resultados socialmente significativos?…

http://www.camaraciudadana.cl

gfd

10 de marzo

Hola!
Gracias por tu extenso e interesante comentario. En verdad, el tema es más complejo de lo que se puede presentar en una breve columna, lo importante es incitar al debate. Voy a jugar un poco a abogado del diablo de mi mismo.

Creo que si bien las ideas clásicas de la socialdemocracia están muy vigentes, ellas mismas son insuficientes para dar respuesta a un mundo muy diferente al de mediados del siglo XX. Ahí tienes razón y es necesario incluir otros temas nuevos ligados a una sociedad con más información, más interconectada y con nuevas y solapadas formas de dominación sobre ella.

Por otro lado, no podemos decir que estas ideas le pertenecen solo a la socialdemocracia…Han sido muy bien reapropiadas por otras formaciones de izquierda. En una época donde el neoliberalismo reina, estas posturas incluso moderadas parecen terroristas!

Lo que pretendo hacer es un llamado al «sentido histórico» de la socialdemocracia. En un contexto donde es perfectamente posible. Estoy de acuerdo que el voluntarismo en política no es lo que conduce las relaciones de poder, por ello, en este contexto de una nueva correlación de fuerzas en medio de una feroz crisis económica es el momento que surjan corrientes renovadoras y de ellas pueda surgir incluso algo nuevo que no se llame socialdemocracia.

Me gusta lo que propones, creo que es importante pensar en un poder ciudadano que controle a las instituciones políticas. Una «contrademocracia» como diría Rosanvallon, pero no se si lo mejor sea institucionalizar un poder ciudadano. Como se financian las reformas? reforma tributaria progresiva al gran capital y crear instituciones financieras estatales que sirvan de control al mercado. El monto depende del enfoque específico pero eso es tema de otra columna 😉

Un cordial saludo!
Daniel

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