Después de tres años en los que creí que la ciudanía por fin había abierto los ojos al constante fraude del que somos víctimas por parte de la clase política, que año tras año viven a costa de nosotros sin dar más que limosnas a sus electores y jamás los cambios estructurales de fondo que el país necesita, me doy cuenta que en realidad poco ha cambiado.
No sé si será the Chilean Way, pero es preocupante ver cómo precandidatos de diferentes ideologías políticas a distintos puestos en el gobierno guardan silencio sobre sus ideas o impiden la expresión de las ideas de otros.
Primero tenemos una precandidata presidencial con un alto éxito y que no ha abierto la boca en ningún momento para decir que haría en un eventual nuevo mandato. Tampoco ha respondido a algunos serios cuestionamientos de su gobierno anterior, y es altamente probable, por el modo en que se hace política en Chile, que jamás tendrá que responder por esos actos tampoco. Peor aún, hay gente que la apoya, y si nuestra política se ha reducido a votar por quien resulta simpático a la vista, necesitamos de manera urgente un curso intensivo a nivel de país de cultura cívica (si, esa misma que es tan temida por algunos sectores).
Tenemos otro precandidato presidencial que evita recibir comentarios y otro tipos de retroalimentación en su canal de Youtube. Lo preocupante es que si ante algo tan nimio como un simple video promocional no escucha a las voces disidentes, ¿qué podemos esperar de él como presidente? ¿A quién escuchará? ¿Qué chances de ser oídos tienen quienes no piensan como él? El actual gobierno se ha caracterizado por ser sordo a las demandas de la gente, lo que sin duda es la mejor explicación a su baja aprobación. Nuevamente nos enfrentamos a “representantes” que sólo se representan a ellos. Insisten en actuar de la misma manera que el gobierno actual esperando un resultado distinto, es decir, exitoso.
Ahora se suma una precandidata a senadora, que siguiendo los pasos de un precandidato presidencial también ha inhabilitado toda posibilidad de retroalimentación en su canal de youtube. Me imagino que es mera casualidad que pertenezca al mismo partido del precandidato presidencial.
Después de tres años en los que creí que la ciudanía por fin había abierto los ojos al constante fraude del que somos víctimas por parte de la clase política, que año tras año viven a costa de nosotros sin dar más que limosnas a sus electores y jamás los cambios estructurales de fondo que el país necesita, me doy cuenta que en realidad poco ha cambiado. Al parecer la desilusión no se convirtió en una mayor madurez para juzgar candidatos, en la capacidad de desechar quien trata de engañar y escuchar a quien no sólo desea mejorar las cosas, sinoque también es capaz de hacerlo. Lamentablemente, los jóvenes, que a través del movimiento estudiantil pudieron crear más que nunca consciencia de la necesidad de cambios profundos en muchas áreas, siguen sin interesarse en votar, pavimentando con su omisión el camino a la reelección a la misma gente a la reclaman un cambio, el cual jamás querrán hacer más allá de lo estrictamentenecesario para poder seguir en sus ya casi eternos puestos. Al parecer serán necesarios más años de calamidades, más desigualdad, más pobreza, más mala educación, más abusos de empresas, más injusticias y más éxito económico vacuo para que Chile de verdad despierte y por fin comience a tomar las decisiones que necesita para independizarse de la clase política; esa que en teoría nos representa, pero que en la realidad nos hace sus esclavos.
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