Esta «izquierda» renovada que llama a integrar ideas, propuestas y criterios de la mayoría de los partidos es la que se ha comprometido a facilitar el camino para alcanzar acuerdos significativos; acuerdos como educación gratuita, matrimonio igualitario, respeto al pueblo mapuche, reforma de salud, entre otros temas.
El panorama político parece ser auspicioso para los movimientos sociales. Al gobierno llegará una coalición llena de partidos que se estrellan y negocian (no confundir con colisión ni colusión), coalición que por estos días tiene un pie en el color rojo y otro en el azul.
Bachelet deberá saber jugar Twister, porque no debe ser fácil dejar contenta a la DC (quienes no se hacen problemas en llamarse «centro político» y quedar bien con dios y la derecha) y con el PC (quienes siempre obedecerán las órdenes de la curia comunista). Esta «izquierda» renovada que llama a integrar ideas, propuestas y criterios de la mayoría de los partidos es la que se ha comprometido a facilitar el camino para alcanzar acuerdos significativos; acuerdos como educación gratuita, matrimonio igualitario, respeto al pueblo mapuche, reforma de salud, entre otros temas.
Pese a no ser el camino perfecto, lo cierto es que quienes bombardearon La Moneda la desocuparán en poco menos de dos meses. Pero para saber pisarla hay que saber escuchar, hay que dejar de distribuir al país en tres clases y favorecer siempre al rico, asistir al pobre e ignorar al que está en medio. «Es hora de salir de la conciencia» dice Chinoy, hora en que el vocabulario social realice una rotación y dejemos de hablar de minorías, de personas con menos derechos que otras. Hora en que la infancia tome un poder importante y tenga voz. Hora de que bajen los precios, de que los parlamentarios puedan sonrojarse y sentir vergüenza de sus asignaciones salariales arbitrarias, hora en que se respete el patrimonio y se creen planes reguladores éticos. La sociedad viene haciendo llamados a los gobiernos y al Estado desde sus sentimientos más profundos. La pobreza no es un tema romántico: nadie quiere ser pobre. Los hombres y las mujeres tienen todo el derecho de poder casarse con otros hombres y otras mujeres; es sentido común. La gente pobre no puede esperar ocho horas en una sala de «urgencias» de hospital público para ser atendida. La educación no puede ser un negocio; no podemos ocupar tres sueldos mínimos en pagar una sola carrera.
Si Bachelet se pone tapones en sus orejas y trabaja estos cuatro años sin cumplir sus promesas entonces el error no será solo de ella sino de quienes votaron por ella. Si quienes la rodean y alguna vez marcharon por lo mismo que se expresa anteriormente no hacen nada por mejorar este país, entonces el problema no es solo de ellos, sino de quienes votaron por ellos.
Había nueve candidatos por quienes votar, sin embargo, se escogió algo ya visto. Que no sea un ejercicio en vano. Haga la diferencia, pero hágala bien.
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