La Concertación de Partidos Por la Democracia, primero, la Concertación por la Democracia, luego, y la Nueva Mayoría siempre tuvieron una oposición, más social que orgánica, por la izquierda y, en ese sentido, fueron alianza de centro más que de centro-izquierda. Es propio de la Ciencia Política al analizar los sistemas de partidos ubicarlos en un continuo izquierda-derecha que permite visualizar su posición relativa tomando en cuenta la función de gobierno y su(s) oposición(es).
Los lemas de campaña recordados parecen acuñados por la misma empresa publicitaria. Quizás sea así, pero con 30 años de diferencia. La primera, qué duda cabe –como la muletilla aquella del expresidente–, expresaba poderosamente una realidad, al menos por oposición, por síntesis de oposiciones, mas no por síntesis de propuestas.
Era la oposición a la muerte, a las desapariciones, al dolor, a la cárcel, al exilio, a los muertos, a la tortura, al miedo, a los relegados (me incluyo), a la censura, y lo más importante y que significa todo lo anterior, a la instauración por la fuerza, más que por la razón, de un modelo económico, político y social que, surgido desde vertientes distintas, convergió en la destrucción del antiguo sistema (régimen).
Hasta aquí es fácil estar de acuerdo. Tal vez comenzamos a divergir cuando opinamos sobre el plebiscito como concurrencia de ‘todas’ las fuerzas y sensibilidades opositoras a la dictadura. Me consta que no, aunque estuve disciplinadamente con el NO el 88. Hubo gente que no creyó nunca en esa salida institucional restándose a la lucha en las urnas e inició, en cierto sentido, el fenómeno de la abstención que luego fue reclutando, interpretando y nutriéndose de muchos por una gran variedad de motivos. Pero en concreto, siempre hubo quienes nunca creyeron que la alegría llegaba.Con sus imperfecciones, el nuevo sistema electoral da cuenta de diversidad del país, de su movimiento y a 30 años del plebiscito podemos decir que una de las herencias más duras de la dictadura ha sido desplazada. Otra dimensión, de esta larga transición, ha acabado.
Esta aseveración y la conducta electoral posterior permiten afirmar que hubo oposición por la izquierda, además de la oposición por la derecha, al proyecto concertacionista. En consecuencia, y reiterando, la Concertación fue un proyecto de centro, con críticos a su izquierda y derecha. La derecha, dejémosla tranquila (por ahora). También dejaremos tranquilos a las sensibilidades de izquierda dentro de la propia Concertación. Pero la oposición de izquierda, diversa, desarticulada, sin referentes, se reinventaba una y otra vez. Con un tono duro para las políticas neoliberales, inclaudicables respecto a la defensa y promoción de los Derechos Humanos y las demandas de reparación y justicia y, también, incluyendo nuevos temas: feminismos, ecologismos, minorías, indigenismos, etc., levantó o se ubicó porfiadamente siempre desde la crítica más o menos dura contra la Concertación, con mayor o menor éxito. El Cura Pizarro, Manfred Max Neef, Gladys Marín, Tomás Hirsh, Arrate, Meo y otros representaron esas banderas y esperanzas, lo que hacía presagiar la consagración de la evidencia de este sector, con sus matices y diversidades.
Insisto que no es que ‘toda’ la izquierda estuviera fuera de la Concertación, solo digo que siempre hubo sensibilidad y propuesta a su izquierda. Por lo tanto, insisto, constantemente estuvimos a tres tercios, aunque el binominal imponía una lucha a dos bandas. Hoy, lo nuevo bajo el sol, es que hubo candidatura a la izquierda de la Nueva Mayoría con resultados parlamentarios favorables, gracias al fin del binominal, y a una base social que creyó en la estrategia. Por fin la realidad se ha impuesto intra sistémicamente, lo que no es menor.
Y con ella, la recomposición de la discusión política. Por lo tanto, nadie debiera estar asombrado de los resultados de estas elecciones recientes, especialmente las parlamentarias. Con sus imperfecciones, el nuevo sistema electoral da cuenta de diversidad del país, de su movimiento y a 30 años del plebiscito podemos decir que una de las herencias más duras de la dictadura ha sido desplazada. Otra dimensión, de esta larga transición, ha acabado.
Veremos el desempeño de esta nueva articulación al interior del sistema político, en su juego de poder y de ilusiones. Veremos el comportamiento de la ‘calle’ y, por mientras, se hará lo más sencillo que hay en política: estar en contra, pues, tal como la alegría no llegó (no a todos al menos) los tiempos mejores se avizoran con nubarrones.
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