Entre “gallos y media noche” se aprobó la llamada ley anti-díscolos, que establece un plazo de un año para que un militante de un partido político pueda desafiliarse de él y presentarse como candidato independiente.
Llama la atención que se apruebe esta ley política, mientras el resto de los temas políticos pendientes, como la inscripción automática en los registros electorales, el financiamiento público de los partidos, la modificación de la ley de partidos, las primarias abiertas reguladas, el cambio del sistema binominal, los plebiscitos regionales y nacionales, la revocación de mandatos, etcétera, no avanzan o lo hacen muy lentamente.
Otra ley que se aprobó entre “gallos y media noche” fue la que regula la administración de las asignaciones parlamentarias. Esta ley tuvo su origen en la corrupta actuación de los parlamentarios, que tiene enjuiciado a Maximiano Errázuriz y que formalizó y desenmascaró a Claudia Nogueira, y dejó al descubierto las irregularidades de muchos otros parlamentarios. Esta ley es muy positiva y necesaria, pero se legisló “secretamente”, dado el “pecado original” en que había incurrido la mayoría de los parlamentarios.
La ley anti-díscolos, pretende imponer la institucionalidad de los partidos políticos por sobre los liderazgos individuales.
En un país multipartidista como Chile, donde existen más de 10 partidos políticos, pensamos que debe existir una disciplina partidaria mínima que permita respetar la institucionalidad partidaria por sobre los intereses individuales de sus militantes.
Pero esta fortaleza partidaria debería ir acompañada de otros requisitos que no se dan hoy en Chile:
– Realización de elecciones primarias abiertas, institucionalizadas, supervisadas por el Servicio Electoral y financiadas por él, que, permitan definir los liderazgos tanto al interior de los partidos , como dentro de las coaliciones.
– El diseño institucional de los partidos debiera mejorarse sustancialmente, de modo que exista una real democracia interna, y el dinero (como, por ejemplo, el caso de Carlos Larraín y Sebastián Piñera en Renovación Nacional) o las decisiones inconsultas de la directiva nacional no sean determinantes al momento de definir las candidaturas.
Estas dos condiciones no se dan hoy en Chile, por lo que la ley anti-díscolos aparece más como un esfuerzo desesperado por mantener el andamiaje partidista que un avance democrático.
Y estas dos condiciones no se ven fáciles de cumplir en el futuro inmediato. Si bien, tanto la presidenta Bachelet como Piñera han presentado proyectos de ley para realización de primarias, no se sabe cuándo y con qué condiciones se aprobará finalmente esta ley.
Hubo una época en Chile, digamos entre 1932 y 1960, donde los partidos políticos, como el PR, demócrata, conservador, o el PS, a nivel de sus asambleas comunales, resolvían en significativas primarias internas, sus candidaturas parlamentarias y municipales.
La experiencia de primarias partidistas en Chile, a partir de 1990, no es buena. Con la excepción de las primarias concertacionistas presidenciales de 1999, entre Lagos y Zaldívar, el resto de las experiencias han sido francamente negativas. La DC, en los noventa, se abrió a la realización de primarias internas, con el resultado de un partido dividido fuertemente por las adhesiones a los contrincantes. En la única primaria de la derecha, la elección de candidato a alcalde por Lo Barnechea en el 2008, la candidata perdedora terminó renunciando a su partido. En el PPD, las primarias tampoco presentan buenos resultados, y en el 2009 el senador Roberto Muñoz Barra terminó renunciado al PPD y yendo como candidato independiente, antes de aceptar las primarias internas.
El otro condicionamiento, partidos con democracia interna, se ve más difícil de cumplir, dado el grado de debilitamiento que han alcanzado los partidos y dado que la modificación legal aún no se empieza a discutir.
Por esta realidad, la ley anti-díscolos, que tuvo su inauguración el pasado 26 de octubre, podría ser un primer paso para lograr mejorar la política en Chile, pero en el túnel en que se encuentran los partidos, la pregunta relevante del momento sería: ¿se verá la luz del final del túnel con la aprobación de la ley de inscripción automática en los registros electorales del más de cuatro millones de chilenos?
En los últimos días al prensa ha divulgado un posible “blindaje” de candidatos concertacionistas para las senatoriales del 2013. Patricio Navia escribe desencantado: “la proliferación de blindajes y las resistencias partidarias a primarias de verdad dejan en claro que las tendencias autoritarias no son exclusivas de gobierno militares. Cuando comienza a usar blindajes para bloquear la voluntad de la gente, los líderes partidistas se convierten en una amenaza para el funcionamiento de la democracia”.
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Foto: HikingArtist / Licencia CC
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