Los recientes eventos adversos atingentes al mal manejo institucional del fuego y el agua nos recuerdan que la situación de protección civil de la población nacional sigue siendo notablemente precaria. Esto, pese a las evidencias sobre mala preparación de la totalidad del sistema institucional nacional para prevenir y controlar los efectos adversos de los eventos naturales previsibles, como aconteció con el tsunami del 27 de febrero del 2010 y el mega incendio de Valparaíso del 12 y 13 de abril del 2014.
En el caso del tsunami quedó claro que el SHOA fue técnicamente incapaz de comprender la información disponible y comunicar la alerta, mientras que la ONEMI fue políticamente incompetente para aplicar el principio de precaución y dar alarma general de tsunami en toda la costa de país. En el caso del mega incendio de Valparaíso, se hizo evidente que no existían los corta fuegos en la zona de interfaz entre los bosques y la zona urbana, ni la disponibilidad de agua en las previsibles líneas de fuego.El llamamiento oficial a la “auto evacuación” es un neologismo para encubrir el grito de “sálvese quien pueda” el cual indica que la acción institucional ha dejado de existir.
Siempre las autoridades insisten en que estos momentos de emergencia y dolor no son las oportunas para hacer críticas y atribuir responsabilidades, pero luego del momento de crisis o catástrofe, el olvido mediático y social, así como el encubrimiento institucional se encargan de dejar el asunto pendiente hasta los próximos eventos adversos.
En cualquier caso, el autor de estas líneas, que no es un experto, ha advertido desde el incendio de Rodellillo, en Valparaíso, en febrero de 2013, sobre la urgencia de hacer los corta fuegos en la zona de interfaz, instalar los tanques de agua en la línea de fuego, así como organizar y capacitar a la población en riesgo para identificar y gestionar sus riesgos. Hasta ahora sólo asistimos a un debate interinstitucional sobre quién debe limpiar los micro basurales, que poco y nada tienen que ver con los incendios de bosques. Siempre se pretende establecer la responsabilidad criminal del origen de los incendios de bosques, lo cual evade la determinación de la responsabilidad institucional por la falta de prevención y control de su propagación y ampliación.
En 2012 el martirologio en Carahue, Arauco, de los 7 brigadistas contratistas las forestales Mininco y Arauco puso en evidencia la incapacidad institucional de proteger la integridad de estos servidores de la protección civil, y se encubrió este hecho tratando de encontrar los responsables del inicio del fuego, supuestamente terroristas mapuches, y no la responsabilidad institucional, tanto pública (CONAF) como privada, del mal manejo de la prevención y control de los incendios forestales.
Antes de un año, el 13 de este mes, se produjo una réplica o secuela del mega incendio de Valparaíso, que entre el 12 y 13 de abril del año pasado, quemó más de 1.000 has. y 3.000 hogares, así como dejó 16 muertos, en este se quemaron cerca de 600 has., el fuego se inició en el mismo bosque en un lugar cercano, milagrosamente ninguna casa u otras estructura urbana se vio afectada por el fuego, pero nuevamente se constató la inexistencia de corta fuegos y la ausencia de estanques de agua en la zona de interfaz, en fin, el fuego se extinguió en Viña del Mar por sus propia dinámica, entonces, todos los incumbentes en su prevención y control – CONAF, bomberos, ONEMI, autoridades regionales y municipales – se felicitaron por sus éxitos.
El sábado pasado la Dirección Meteorológica de Chile estableció una alerta de lluvia para la zona norte del país, el domingo comunicó la previsión de precipitación por 30 mm en 24 horas para la Región de Atacama, dos y media veces toda el agua precipitada un año, 12 mm en Copiapó, en un solo día. No se necesita ser un experto para entender que no existe ningún sistema de drenaje natural y artificial que pueda encausar esa sobrecarga de agua y del material que arrastre, necesariamente habrá inundaciones y avalanchas. No obstante ONEMI no tomó o instruyó ninguna medida para la mitigación de inundaciones y avalanchas, como instalación de defensas en los borde de ríos y quebradas, movimientos de tierras de contención y drenaje, puentes móviles y sistemas de cordaje, disposición de vehículos pesados, en fin. Organización de la alerta de evacuación y rescate de la población en riesgo. El llamamiento oficial a la “auto evacuación” es un neologismo para encubrir el grito de “sálvese quien pueda” el cual indica que la acción institucional ha dejado de existir.
Entretanto, en el sur del país, en la Araucanía se han quemado 10.000 hectáreas de bosques nativos en las reservas y parques naturales de China Muerta y Conguillío, sin que después de varios días la CONAF logre controlarlo. Eso sí, la Fiscalía Regional ya está investigando la responsabilidad del origen de dichos incendios y el Gobierno ha interpuesto querella por lo mismo. Mientras tanto, aquí en Valparaíso seguimos viviendo peligrosamente a la espera de la secuela del mega incendio y mega espectáculo del año pasado, sin cortafuegos, ni tanques de agua ni población organizada.
Comentarios
29 de marzo
Siempre las víctimas somos los trabajadores, nuestras compañeras e hijos. Ahora además de soportar la prepotencia, la impunidad y la corrupción de la élite (que se manifiesta fehacientemente en los casos Caval, Penta y Soquimich) nos convertimos en testigos privilegiados de que la negligencia de la casta política- empresarial, su falta de previsión y la manera brutal en que nos explotan a la vez nos mata. La precarización laboral lo hace. Por eso la indiferencia no es opción. Por ejemplo, hay que exigir la aparición con vida de las temporeras que no pudieron escapar del alud en el norte por encontrarse encerradas en los containers donde descansaban.
Lamentable que la CUT no se pronuncie. Es lógico porque como central propugna la “armonía” entre el trabajo y el capital: con esa política no solo niega la justeza de nuestras demandas sino también la lucha de clases. Está por la conciliación. De hecho, su dirigencia reafirma la idea de que podemos libertarnos del yugo capitalista en el seno del neoliberalismo lo que es un disparate. Nuestra alternativa popular se construye a través de la organización autónoma y clasista de los asalariados para desde allí plantear en nuestros propios términos el país en el que queremos vivir, un Chile donde la seguridad y los derechos laborales sean concretos, no formales ni «en la medida de lo posible». No somos una variable de ajuste. ¡Basta de muertes, de incendios e inundaciones!
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