Hace dos semanas se celebró la Fiesta de los Abrazos, un histórico evento que en los 80’s servía para reunir a los militantes comunistas que vivían en las clandestinidad, los cuales entre lágrimas se iban enterando de los compañeros que aún seguían con vida. Pero eso era antes, cuando el comunismo en Chile era algo marginal, oscuro y un acto propio de valentía y convicción. Hoy en cambio, esa misma Fiesta de los Abrazos es una especie de Izquierdapallooza: un festival musical donde miles de niños de clase media y alta juegan a ser del pueblo, pero sin el pueblo obviamente, ya que este al parecer no es demasiado cool para ser de izquierda en estos días.
¿Cuántos obreros que ganan el mínimo se habrán reunido para ponerse pulseritas y ver tocar a Moral Distraída?, supongo que la misma cantidad que fue a recibir a Pepe Mujica, aquel presidente uruguayo al que solo conocemos por las frases que el progresismo millennials comparte en redes sociales.
Pero no todo fue fiesta, también hubo espacio para la reflexión, la discusión y cómo no, para recordar lo que alguna vez fue el Partido Comunista, ahí estaban por ejemplo los Illapu y la ya vigésima octava formación histórica de Inti Ollimani. Incluso hubo tiempo para que alguien como Hugo Gutiérrez se emocionara y mostrara desde su cuenta de Twitter (urgente contratar un CM) un video con todos los asistentes del festival coreando el «Pueblo Unido». ¡¡¡¡Woooow!!! ¡Cuánta revolución en esas imágenes!
La pregunta es: ¿Dónde quedó el pueblo?
Me temo que el señor Gutierrez no está enterado de que hace ya mucho tiempo que las clases más pobres de este país dejaron de sentirse representado por la izquierda. Puede que algunos pocos desamparados aún crean posible una revolución popular, pero me imagino que para eso están los marginales de Artes o Roxana Miranda, dos personajes a los que la izquierda debería prestarle mucha atención, sobre todo por ese aroma a pueblo, garra, convicción e independencia que mostraron sus campañas, y que en cierto modo nos hicieron recordar lo que era la revista Dato Aviso de los 90’s o esos canales religiosos underground que se cuelan por el cable.
Hoy el relato progresista le ha fallado al pueblo, recurriendo a la siutiquería, el hipsterismo, el talibanismo moral de todos los “istas” y el sectarismo intelectual por sobre los intereses e inquietudes de los más necesitados. Básicamente se trata un relato artificial secuestrado por gente que en realidad dejó de pertenecer a las clases más populares al verse beneficiado por el mismo modelo neoliberal que ahora tanto critican.¿Cuántos obreros que ganan el mínimo se habrán reunido para ponerse pulseritas y ver tocar a Moral Distraída
Tal pareciera que ser de izquierda en estos días dejó de ser una cuestión de principios, es más bien una cuestión de estilo, un estilo que por cierto te hará ganar muchos likes en redes sociales, postular a un premio Nobel o servir de inspiración para el nuevo hit de Calle 13, pero que no despertará la simpatía del pueblo como tal, a menos que claro, sigan creyendo que el “pueblo” siga siendo propiedad de aquellos que ahora cuentan con estudios universitarios y con una, para nada precaria, situación de vida, y que pretenden serles fiel a las clases populares sacándose una selfie en La Fonda Permanente o La Piojera, tomándose un melón con vino, rezándole a la Tía Yoli, consumiendo productos Fruna (antes de descubrir que era una empresa facha) y tratando de tío al de la botillería, al chofer del transantiago e incluso a los community manager de las marcas.
Tanto el Frente Amplio como lo que queda de la Nueva Mayoría deberán modificar bastante su relato, a no ser solo busquen seguir acumulando guerrilleros millennials en el camino, lo cual no sería tan contradictorio entendiendo que desde la Revolución Francesa en adelante, la izquierda ha sabido nutrirse de sangre joven, por algo el look vampiresco que adquieren figuras como Camilo Escalona o Isabel Allende.
Sin embargo, para ganarse el cariño de los más pobres sin depender exclusivamente de las habilidades blandas de sus candidatos (llámese Bachelet, Bea Sanchez o Guillier), tendrán que abordar temas más sensibles y adultos como la cesantía, la delincuencia, el transporte, la cobertura e infraestructura en salud, vivienda y un sinfín de exigencias cotidianas que a simple vista no suenan muy sexy en el relato progresista, pero que sí son de suma importancia para quienes viven en campamentos, poblaciones o en sectores donde el ese supuesto progresismo nunca llegó.
Si acaso todas esas exigiencias convierten a los más marginados por el sistema en «fachos pobres», bueno, que lata, pero así es el pueblo de Chile: gente sencilla que ve el matinal, que le gusta ir al mall, que no ha leído lo último de Baradit o Simmonetti y que tampoco está muy interesado en escuchar a quienes hoy pueden destinar parte de su sueldo en ir a un mundial de fútbol o a festivales onderos con bandas que solo conocen por wikipedia.
Entiendo que decepción para la izquierda haya sido grande al enterarse que el pueblo no era tan progresista como el que ellos imaginaban. Tan grande como la decepción que sentiría Gladys Marín si supiera que hoy los suyos deben recurrir a la imaginación para entender cómo es la pobreza.
Comentarios
28 de enero
Esto no solo se vive en Chile, en el Ecuador sufrimo de lo mismo al punto que seudos socialistas están señalados penalmente por corrupción y todo fue «por la patria».
Los movimientos de izquierda fueron captados y desprestigiados al punto que la protesta social y la lucha que de manera histórica se realizaba en las calles se convirtió en la identidad garrotera opositora y la crítica y autocrítica que siempre fueron elementos claves del socialismo se impartía en una reunión sabatina dirigida por un defensor de corruptos y pedófilos como @MashiRafael quien funjia de «presidente» EN AQUELLA OCASIÓN EL CUAL TIENE ACTUALMENTE A SU COMPAÑERO DE FORMULA jOJorge Glass condenado por coecho y asociación ilícita… ese es el socialismo del Siglo XXI que nos vendieron… y que nos tiene arruinados tanto a ecuatorianos, chilenos y venezolanos a los que digo: Patria o muerte los fusilaremos.
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