Miles de ciudadanos de a pie, como eufemísticamente se llama al pueblo en los tiempos del consumo, debieron caminar, esperar y apretarse en los transportes públicos disponibles después de la nueva falla del Metro, todo esto en el día más caluroso de la presente primavera. La televisión dedicó gran parte de su programación para evidenciar la magnitud de la crisis, al menos por algunas horas descansamos de la farándula y de las teleseries de moda. La mayor molestia de las personas era que se sentían tratados como animales que son transportados al matadero.
Las autoridades daban explicaciones y anunciaban planes de mitigación y alternativas viables, finalmente debieron apelar a los empresarios para que liberaran más tempranos a los trabajadores de su jornada. Ni que decir la pérdida de productividad de este viernes pasado.
La solución; la salida del Presidente de Metro, el típico chivo expiatorio de una problemática que supera con creces a esta institución. Se plantean nuevas acciones para evitar otro colapso del sistema, y las consecuencias de esta situación, como diría un comentarista deportivo: a la FIFA los reclamos.Predomina el elemento común: la ausencia de una real preocupación por solucionar los problemas de los ciudadanos a pie por parte del Estado, sus autoridades y las instituciones privadas.
El IPC de octubre se anotaba un 1,0% con un guarismo muy alto, en especial si los precios que aumentan son el rubro de los alimentos que representan poco más del 19% del total de productos, por ejemplo: los tomates y paltas están disparados por sobre los mil pesos el kilo, encareciendo la alimentación diaria de millones de chilenos.
Las bencinas bordean los mil pesos el litro, los pasajes de transporte público han aumentado en todas las ciudades del país, en la capital mínimo para trasladarse al trabajo las personas gastan $ 1400 pesos si realizan un pago de ida y otro de vuelta. En ciudades pequeñas como La Serena, Copiapó o San Antonio, se utiliza mucho taxi-colectivo que tienen tarifas de $ 500 pesos que puede implicar un traslado de dos cuadras o el recorrido completo. En general, el solo hecho de salir de la casa implica a muchos un gasto importante para trasladarse a sus centros laborales o de estudio.
Las pensiones obtenidas por miles de trabajadores son de miseria (mientras las AFP obtienen ganancias millonarias incluso en medio de la desaceleración económica), cuando surge este sistema de pensiones individual administrado por instituciones privadas que invierten, o sea lucran, con nuestros ahorros, siempre se señaló que las pensiones serían de mejor nivel que las anteriores (sistema de reparto), pasaron los 30 años, y los pensionados que estuvieron todo su época laboral cotizando en las AFP están recibiendo pensiones de miseria, y no sólo se trata de personas que tenían bajos salarios o con muchas lagunas en sus cotizaciones, sino que también hay profesionales que están recibiendo alrededor del 30% de lo que obtenían cuando trabajan los meses anteriores, o sea, miles de chilenos de la tercera edad se convierten en pobres cuando se pensionan.
Las Isapres son un negociado de la salud y una forma de lucrar con las necesidades sanitarias de la población, en efecto, hemos escuchado hasta el cansancio la infinidad de casos de chilenos que no son atendidos porque sus enfermedades no están en la cobertura de sus respectivos planes de salud, o que las mujeres en edad fecunda deben pagar por planes más caros para poder tener acceso a muchas prestaciones en igualdad de condiciones con los hombres. Las clínicas privadas ubicadas en los barrios ABC1, como se dice hoy, pues es muy fuerte llamarlos ricos, sólo entregan prestaciones a su público selectivo, pues la población vulnerable, o pobres, sólo conocen las clínicas si son mano de obra de de las mismas. La salud pública, igual que hace treinta años: en crisis, tanto en infraestructura, recursos y personal especializado.
Si se trata de lucro, en educación es paradigmático, hay un par de miles de sostenedores que han lucrado hasta el hartazgo con recursos del Estado y de las mismas personas. Lo peor de todo es que en muchos de esos colegios los niveles de logro en las mediciones externas, a saber, PSU y SIMCE son mediocres. La educación municipal está condenada, trabajando con la mayoría de los niños y jóvenes pobres del país, a sacar adelante la tarea como sea, pero nadie apuesta a que esos miles de estudiantes tengan alguna posibilidad de disputar una oportunidad de continuidad de estudios superiores, al fin y al cabo los jóvenes pobres deben pasar a ser la mano de obra calificada futura.
En todos estos casos, predomina el elemento común: la ausencia de una real preocupación por solucionar los problemas de los ciudadanos a pie por parte del Estado, sus autoridades y las instituciones privadas. Al fin y al cabo, las autoridades públicas y privadas utilizan sus propios automóviles, pagan por sus vías exclusivas, pagan por sus colegios privados, pagan por sus clínicas particulares, no sufren en carne propia de las problemáticas descritas.
Hace poco menos de treinta años, Los Prisioneros, esa banda de músicos surgida en la populosa San Miguel abofeteada en el rostro a la dictadura y a la sociedad con estos versos de su tema musical “El baile de los que sobran”: “Nos dijeron cuando chicos
jueguen a estudiar, los hombres son hermanos
y juntos deben trabajar.
Oías los consejos, los ojos en el profesor
Había tanto sol sobre las cabezas
y no fue tan verdad, porque esos juegos al final
terminaron para otros con laureles
y futuros y dejaron a mis amigos
pateando piedras”.
Lo más grave, es que tras un cuarto de siglo de recuperada “la democracia” aún esta canción sigue teniendo plena vigencia, salvo, que las nuevas generaciones están surgiendo en medio de la apatía de los adultos y crecen en indiferencia y rencor, ira acumulada que al parecer provocará conflictos y posibles estallidos sociales.
El pueblo, se aburrirá de quejarse en privado, y responderán en forma violenta al sistema que indiferente los estruja sin escrúpulos, será el momento de los Indignados Chilenos, y los jóvenes no patearán las piedras sino que las lanzará a las vitrinas de las instituciones que perciben como las responsables de su condición; cuidado en Méjico hubo alguna vez un sistema democrático que de a poco se alejó de su pueblo, vean las consecuencias actuales.
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