Ayer en la tarde se votó en Aysén la aprobación del proyecto HidroAysén, propiedad de Endesa y Colbún. Independiente del cumplimiento o no, de la legislación ambiental, o de si esta es insuficiente para evaluar este tipo de megaproyectos, lo que llama fuertemente la atención es la poca relevancia que ha tenido la región patagónica para decidir el futuro de sus recursos naturales y la obvia subordinación de las autoridades regionales a los mandatos del gobierno central de Santiago.
Con la excepción de Pedro León Gallo durante la Revolución de 1859, todos los intendentes de la historia de Chile han sido designados por el poder ejecutivo de la capital, marcando una fuerte tradición centralista que ha cambiado poco hasta nuestros días. Actualmente los intendentes de todo el país son representantes del poder ejecutivo en las regiones, mientras que el “balance político regional” que deberían ser los Consejos Regionales (Cores), no pasa de ser un claustro de cuotas políticas desconocidas por la ciudadanía, pues son electos de manera cerrada por los concejales de la región.
La región de Aysén es, territorialmente, una de las más grandes del país, siendo además la que tiene la menor densidad poblacional, con menos de un habitante por kilómetro cuadrado. A su vez, es una de las regiones con mayores problemas de conectividad, estando desconectada de Magallanes y de los grandes centros urbanos de la región de los Lagos, teniendo además importantes problemas de conectividad interna entre sus diferentes poblados. A modo de ejemplo, sólo dos viajes semanales en bus conectan Cochrane con Villa O’Higgins hacia el sur, y un bus diario conecta Cochrane con Coyhaique hacia el norte, en ambos casos con valores que superan los $10.000 pesos, todo a través de la frágil y peligrosa Carretera Austral.
Si lo anterior no fuese suficiente para marcar su propia identidad, en Aysén además hay importantes diferencias culturales con el resto del país debido a su baja densidad poblacional, su cercanía con grandes parques y reservas nacionales, la ausencia de grandes ciudades, así como también por la fuerte influencia gauchesca en la cultura y el lenguaje.
Los Seremis locales votaron en Coyhaique sobre un megaproycto con importantes consecuencias a futuro. Lo irónico es que, más allá de que sean nacidos en la región y estén votando en la capital regional, la decisión ya venía armada desde Santiago, dado que no son más que funcionarios de confianza de una intendente, a su vez de cargo de confianza del gobierno central de Santiago, por lo que carecen de autonomía para representar efectivamente la voz de la ciudadanía de la región.
Con todas las características propias que hacen de Aysén una región que sorprende a cualquiera, cabe preguntarse: ¿Es justo que toda decisión sobre su futuro provenga de una capital distante a más de 2.000 kilómetros con la cual comparte poco? Paradójicamente, no sólo la decisión sobre el futuro de HidroAysén fue tomada, en la práctica, por líderes santiaguinos distantes de la realidad de la región, sino que incluso quienes protestan, a favor y en contra del proyecto, lo hacen, mayoritariamente, desde Santiago.
Plantear un modelo federal para Chile resulta utópico en las actuales condiciones, pero sí debería comenzar a debatirse seriamente la necesidad de mayor autonomía de los líderes regionales en la toma de decisiones de sus representados. La elección directa de intendentes y consejeros regionales sería un potente acercamiento de las decisiones regionales a la ciudadanía. Mantener el actual esquema de dependencias políticas de las regiones hacia Santiago solo ayuda a perpetuar la eterna desconfianza hacia el gobierno central. Mientras tanto, las regiones miran como la capital, nuevamente, decide por ellas.
(*) Pablo Paredes es integrante de Red Liberal
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Foto: Coyhaique – nazguelhead / Licencia CC
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