El llamado caso Pentagate no ha dejado indiferente a nadie. Todos han opinado, hablado y muchos han callado. El que más ha guardado silencio ha sido un político de centro izquierda -más de centro que de izquierda- que fue señalado como uno de los que recibió dinero del grupo comandado por el Carlos Alberto Délano: Andrés Velasco.
Queremos saber si es que lo que estamos diciendo no son más que especulaciones o sí tiene una explicación que entregar. No es tan difícil, es agarrar el mismo micrófono que usó para convertirse en una suerte de «sacerdote de la política», y explicar lo sucedido.
Al parecer está en el exterior, eso es por lo menos lo que se ha dicho. Lo que han dicho quienes no están ni lejos ni cerca del ex candidato, casi como jugando a la escondida, en donde quienes buscamos somos todos los que queremos tener un poco más de claridad sobre el asunto. No por el afán casi beato de buscar la transparencia por el sólo hecho de buscarla, sino porque queremos saber qué es lo que dice quien pontificó con una política casi higienizada durante meses y meses.
Es que si lo pensamos, es bastante extraño basar tu campaña presidencial solamente en la pureza de la política. Es como si, precisamente, no quisieras cambiar nada, no tocarle ni un solo pétalo a esta flor algo dañada por la ideología desideologizada que es nuestra institucionalidad. Como si quisieras solamente preocuparte de la forma y no así del fondo.
Tal vez esto sucede porque el fondo es mucho más político que la forma y habla más de cómo se maneja lo público en Chile, y cómo el mundo privado lo domina muchas veces. Y de eso nunca habló Velasco. Sólo habló de lo estatal, de lo importante de conservar los márgenes de una ética más bien cosmética que bajaba los brazos ante una legalidad que nos garantiza que todo está bien, cuando sabemos que muchas de esas leyes no son más que maneras de legalizar la falta de ética.
Andrés, el «superhéroe de las buenas prácticas” en política, no es capaz de explicar lo que pasó porque tal vez el dinero recibido fue dentro del margen de lo que él considera “ético”. De eso que sí era legal y de lo que él no tenía por qué arrepentirse. Total, mientras esté bien visto por el legislador, está bien visto por todos, aunque tenga un tufillo de intereses poco claros y a simple vista cuestionables.
Es por esto que queremos escucharlo. Queremos saber si es que lo que estamos diciendo no son más que especulaciones o sí tiene una explicación que entregar. No es tan difícil, es agarrar el mismo micrófono que usó para convertirse en una suerte de «sacerdote de la política», y explicar lo sucedido. No es un enjuiciamiento público ni menos un linchamiento -como muchos tal vez sí lo hacen a través de Twitter-, sino que nos termine de contar la historia de la blancura, pero ahora con todos los detalles sobre la mesa.
Es que cuando se hace política hay que saber dar y recibir. Sobre todo cuando lo que se hace es crear una imagen en torno a tu opción presidencial casi sacra, pura e intocable, dando clases de lo que se puede o no hacer, como desde una especie de púlpito en el cual ves a tus feligreses como seres inferiores listos para recibir la buena nueva.
Habla, Andrés, no cuesta nada. Sólo tienes que hacer que este silencio que se está volviendo incómodo para ti -y espero que no para tu familia- no te atrape, no se convierta en un factor de inmovilismo político. Junto con eso, a lo mejor aprenderás que el ejercicio público no tiene que ver solamente con acusar, hinchar el pecho y convertirse en un sumo pontífice mirando todo como una religión o un dogma estéril, porque así vas olvidando el foco de lo importante, de lo realmente relevante. Vas perdiendo perspectiva y transformando tus ideas en una caricatura solamente electoral.
Dicho esto, está claro que el «honestismo» -que vendría ser la manera en que algunos ponen a la honestidad como valor principal de su carrera política, y no como un punto de partida- no es más que una manera sutil de desviar la mirada de las luchas de poder, de la extrema influencia que tiene el dinero no solamente sobre algunos políticos, sino también sobre la república y su independencia. Y sobre todo logra que nuestros ojos no entren en el debate ideológico que se desprende de las poderosas formas en que los grupos económicos logran hacer de lo nacional, algo suyo.
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Imagen: publimetro
Comentarios
07 de octubre
Es esto un mal chiste?? Mendez, el rey censor, el Catón de los columnistas de este pasquín, ahora dice que las formas no son tam importantes?! Él, que se dedica un par de veces por semana (igual que su later ego Guendelman) a convencernos de su corrección política y aura de santidad!!
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