El referéndum griego convocado por Alexis Tsipras en respuesta a las exigencias de la Troika ha sido una lección de democracia y dignidad para el resto del mundo. De democracia, porque se delegó en la ciudadanía, es decir, en aquellos que hubiesen sido afectados por la austeridad que los acreedores buscan imponer en Grecia, una decisión que, en otros lugares, habría sido materia de discusión de la tecnocracia iluminada y alejada del sentir popular. Y de dignidad, porque el rotundo “No” del país helénico es una forma de pararse frente a la eurozona y decir que la democracia no está disponible para chantajes económicos; sí, los antiguos gobiernos fueron irresponsables en materia de deuda externa, pero como señaló Piketty, “no podemos exigir que las nuevas generaciones paguen durante décadas por errores de sus padres”.
¿Qué gana el gobierno griego con lo anterior? Primero, construye una mayoría ciudadana inclusiva – mayor que la que llevó a Syriza al poder – que legitima sus decisiones y su capacidad para renegociar la deuda y, segundo, fortalece la postura nacional ante la presión de los acreedores: No es Tsipras el que rechaza la austeridad, es un país; son ancianos que no quieren recortes en sus pensiones y son familias pobres que desean acceso universal a la salud y a la educación.El ejemplo helénico es contundente: si se quiere avanzar en la construcción de un país que garantice dignidad a su población, al tiempo que busca solucionar una crisis total de legitimidad, entonces se requiere más y mejor democracia
Aunque la situación griega parezca muy alejada de nuestra realidad, la verdad es que hay puntos comunes que hacen que valga la pena considerar el ejemplo. En particular, existen 2 situaciones interesantes: la primera es el desgaste del bipartidismo. En Grecia, como se sabe, ese modelo se agotó en medio de acusaciones de corrupción y descontento popular. En Chile, la olla recién se destapa en materia de corrupción, pero el descontento popular ya es todo un hecho – según la última encuesta Adimark, la oposición tiene un 79% de rechazo y la Nueva Mayoría un 74%. La segunda situación es la presión de los poderes económicos. En el caso griego, son el BCE, la Comunidad Europea y el FMI los que presionan la aceptación de la fracasada política de austeridad, en especial, el FMI, cuya intención es más la de imponer la ideología neoliberal que buscar saldar la deuda (Paul Krugman, Nobel de Economía, señaló que la intención del Fondo es empujar a Grecia a la bancarrota y así forzar su salida del euro ). En Chile, estamos en medio de un “frenazo económico” impuesto, en gran parte, por un empresariado que acusa “clima desconfianza” para exigir renegociar reformas y modificarlas para su conveniencia (¿Considerará el empresariado que la actual situación, con políticos siendo formalizados y separación total entre ciudadanía y clase dirigente, es garantía para invertir y crecer?). Como vemos, la presión es distinta en magnitud, pero ideológicamente idéntica: en Grecia, la idea es quebrar el sistema de seguridad social; en Chile, el objetivo es impedir su construcción.
Chile ha evitado hacer reformas sociales durante un cuarto de siglo por presiones económicas del mismo talante ideológico que el FMI. ¿Cómo enfrentar esta situación? El ejemplo helénico es contundente: si se quiere avanzar en la construcción de un país que garantice dignidad a su población, al tiempo que busca solucionar una crisis total de legitimidad, entonces se requiere más y mejor democracia. No hay otra receta.
Comentarios
10 de julio
Estimado, dice usted, y cito, que en Grecia, la idea es quebrar el sistema de seguridad social; en Chile, el objetivo es impedir su construcción. Que la democracia no está disponible para chantajes económicos. Ja, ja, ja y recontra ja. Perdone que me ría, pero si bien todos apreciamos la buena intención tras la política de seguridad social, no ese ese el problema. El verdadero problema es que Grecia ha estado financiando esa seguridad social con plata que no es de Grecia, es plata prestada. Y es evidente que no podrá seguir haciéndolo en el futuro, no le prestarán más. Ni usted, ni Grecia ni Chile podemos ser generosos repartiendo lo que no nos pertenece. Los argentinos tampoco.
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10 de julio
Lisandro, todos los países tienen deuda externa, así que el problema no es ese. El problema fue la mala gestión de gobiernos anteriores y la presión de organismos como el FMI para forzar la adopción de políticas más proclives al libre mercado. Y, supongo que en esto estaremos de acuerdo, no es la ciudadanía la que debe pagar por pecados de gobiernos ineficientes e instituciones internacionales sobreideologizadas. Saludos.
10 de julio
Me pregunto si también hicieron un referéndum par ver si estaban de acuerdo con endeudarse. No pues, no lo hicieron. Solo les prometieron el oro y el moro.
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12 de julio
Saludos, don Álvaro. Es verdad que casi, casi todos los países tienen deuda externa, pero no es tema para debate. La cuestión estriba en quienes la pagan y quienes no. Evidentemente que es eso de lo que debatimos aquí, las naciones que no pagan su deuda.
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15 de julio
Quizás Grecia no se ningún ejemplo, o podríamos decir que es el mal ejemplo. Quizás el buen ejemplo sea Alemania, con su trabajo y esfuerzo permite que los griegos no la pasen tan mal.
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