La facilidad con la que se humilla a personas de escasos recursos y la absoluta falta de criterio para transmitir información, posiciona a la pobreza y a los pobres dentro del tan odiado «estereotipo social». De los pobres se dice que «son flojos, ignorantes, ladrones, sucios y maleducados». La flojera, la ignorancia, la delincuencia, la suciedad y la mala educación no son cualidades exclusivas de la clase baja
Hace dos décadas, un programa llamado «Plan Z» ironizaba críticamente el trato que recibían los pobres en televisión. En el espacio se burlaban y humillaban a «un pobre», desde su verticalidad y superioridad social. Ese ejemplo, que fue un sketch y enmarcado dentro de un discurso político maquillado con su humor, pareciera ser regla en los programas de nuestra televisión abierta.
La facilidad con la que se humilla a personas de escasos recursos y la absoluta falta de criterio para transmitir información, posiciona a la pobreza y a los pobres dentro del tan odiado «estereotipo social». De los pobres se dice que «son flojos, ignorantes, ladrones, sucios y maleducados». La flojera, la ignorancia, la delincuencia, la suciedad y la mala educación no son cualidades exclusivas de la clase baja. Pareciera ser que el pobre tuviera un abrigo de velcro al que pudiese adherírsele todo tipo de representaciones sociales. Por tanto, si es pobre, automáticamente existiría el derecho de agregarle más adjetivos. Ser pobre no es un agravante y en lo posible, no debería ser una condición. Se espera de la pobreza que sea un estado que deje de existir. Pero ¿Es una situación de la que alguien pudiera burlarse y, si no se es pobre, criticar?
Muchas personas repiten: «hay pobres que tienen un plasma gigante en su living, lucen carísimas zapatillas y tienen celulares más caros que los de uno». Ese tipo de frases, sólo nos ubica en la escala a la que queremos pertenecer y habla de la poca reflexión de sus palabras. ¿Por qué un «pobre» no tendría derecho a comprar un iPhone, tener las Nike de moda y ver tele en un LED curvo de 48»? Si intentamos opinar y conocer la pobreza desde nuestros acomodados hogares, resultarán frases tan nefastas como las demostradas. Sin embargo, ingresar a la pobreza sin ser parte, pero conociéndola, nos mostrará una panorámica que habla de las carencias más grandes a las que una persona pudiera estar expuesta. Cuando el baño queda fuera de la casa, cuando los orificios de los paneles estás tapados con bolsas o cuando hay que hervir agua para bañar a las guaguas diariamente en un recipiente plástico, probablemente a lo que aspire esa familia será a tener comodidades que la distraiga de su realidad.
¿Prioridades? Las necesidades son personales y si una familia opta por adquirir tecnología por sobre reparar sus hogares, esa será su prioridad y no podrá ser criticada.
La televisión intenta reflejar las dinámicas de la sociedad y muchas veces por intentar exponer una realidad, termina por englobarla en un apestoso juicio. Y ¿por qué al pobre lo podemos hacer llorar y lo podemos humillar en televisión? ¿por qué al pobre le podemos decir «pobre»?
Son suficientes las carencias con las que muchas personas nacieron, para además, adjuntarles problemas. Las personas tienen derechos, sean pobres o ricos, mujeres u hombres. La pobreza tiene una cara, pero también tiene una personalidad. El llamado es a dejar de juzgarla e intentar combatirla. Mientras más se discrimine a un «pobre», demostraremos cuán pobres somos.
Comentarios
29 de junio
Es interesante .. O sea, tienes razón ese comentario típico que se escucha.. Es «pobre y tiene la mansa tv» como si existiera una regla inquebrantable de prioridades.. Ahora enfatizando en ese punto .. Es para poder escapar de su realidad, pero se busca donde se muestra una burla de su condición social, ahí queda mi duda. Pero en todo lo demás, totalmente de acuerdo 🙂
+1
29 de junio
Es mas fácil acceder a tener la ultima tecnología, que poder optar a tener tu casa propia…