5 y 6 de diciembre: miles de estudiantes votando en las elecciones de la FECH 2012. Muy probablemente muchos más que el 45% del estudiantado que vota normalmente, pues éste ha sido claramente un año singular.
Para algunos estas elecciones son
“el plebiscito de Camila”, para otros el momento de elegir a un líder más radical a cargo de la FECH. Y por cierto el nicho “no-a-los-paros-que-deprecian-mi-título” también se expresará probablemente con mayor intensidad de lo normal, luego de las movilizaciones más prolongadas en décadas.
Lo cierto es que lo que está en juego aquí, más allá de las listas y rostros que encabecen la federación, es el modelo de construcción de poder político a partir de la principal organización estudiantil del país. Está en juego la estrategia para enfrentar “lo político” desde “lo social”.
En la época del gobierno del Presidente Piñera, esto resulta particularmente interesante, pues la necesidad de innovar respecto a lo hecho en tiempos de la Concertación es evidente.
Vale la pena recordar que si bien la Concertación ha respaldado cual “nuncio” las demandas actuales del movimiento estudiantil, no fue el caso durante sus 20 años en el poder. Sólo un dato al respecto: todas las directivas FECH desde 1995 hasta 2010 fuimos oposición al gobierno.
Las banderas del movimiento estudiantil de entonces eran dramáticamente parecidas a las de hoy. Pero cada idea tiene su momento y lugar, en parte tal vez porque el capital simbólico de la Concertación, sumado a la habilidad política de sus dirigentes establecía un verdadero techo al movimiento social. Más por un aprendizaje adaptativo que por un gran diseño de estrategia política, la FECH utilizó las movilizaciones cíclicas durante los períodos de abril-junio para establecer una negociación con las autoridades en el momento peak del movimiento, a objeto de ir subiendo, año a año, los peldaños del espiral progresista de la democracia y la educación pública.
Nos acostumbramos incluso, en los cierres de cada ciclo, a soportar una minoría tan pequeña como vociferante que atacaba a los dirigentes, en lo que diríamos hoy que constituye un verdadero preludio histórico al tristemente célebre “cachamal” que recibió Giorgio Jackson en su última CONFECH. Los dirigentes de aquel entonces nos veíamos forzados al malabarismo retórico del “repliegue táctico” para explicar públicamente el evidente desgaste de cada período de movilización, celebrando avances anuales más o menos generosos dependiendo del año.
Pero con Piñera el asunto cambió. Si hay una de sus frases arjonescas que tienen valor aquí, esa es “arriba los corazones”, pues ese sí que fue un logro del Presidente. Ya no hubo más techos simbólicos de ministros y presidentes violentados por la dictadura. Se alzaron entonces los corazones de centenas de miles de estudiantes, y con ellos los de sus familias, alimentados entre otras cosas del gigantesco intersticio sociocultural con el gobierno de los gerentes, con los que encarnan tan arquetípicamente el concepto de élite, acostumbrada a heredar las oportunidades y privilegios mucho más que a ganárselos por mérito en un contexto de justicia social.
Si existe una deuda del exitoso movimiento estudiantil actual, esa es la nueva estrategia de construcción política desde lo social, ahora para este contexto. El modelo “iterativo en espiral” aquí no sirve más. Renunciar a los partidos tampoco, pues son el mal necesario para materializar las transformaciones deseadas. El rol de la FECH en tiempos de Piñera es inventar una nueva estrategia de construcción de poder político.
Este año 2011, por primera vez, nunca hubo, ni por un momento, la posibilidad de ver a Camila Vallejo sentándose a firmar un acuerdo con el Gobierno, y ni siquiera con el Congreso. La fuerza que usó el movimiento estudiantil hasta 2009 para cambiar la dirección de las políticas tipo Expansiva, hoy sólo puede usarse para frenar las políticas tipo Libertad y Desarrollo. Resulta evidente que el camino de “lo social”, por sí sólo, por más innovador que sea, por más thrillers y "besatones" que incluya, no llegará a puerto. No es de extrañar entonces que los candidatos que corren con ventaja en esta contienda 2012, Camila Vallejo y Gabriel Boric, coincidan en la importancia de los partidos para construir esas transformaciones progresistas que proponen. La primera ya tiene partido, el segundo pretende construirlo desde su movimiento, pero ambos saben que son necesarios, y conectan en ello con el sentido común e inteligencia del estudiantado.
En esta encrucijada resulta recomendable para los estudiantes de hoy actuar en dos fases. La primera es de presión focalizada en los partidos de centroizquierda chilena, obligándolos desde lo social a asumir compromisos firmados que redunden luego en votaciones (y no en omisiones) de leyes de presupuesto y de otras realmente estructurales e importantes. La segunda es, habiendo ya cotizado la mejor opción, elegir uno de los partidos de la centroizquierda e izquierda chilena. Los del arcoiris tienen sus acciones claramente por el suelo, por lo que puede ser un buen momento para invertir. En caso que elijan a alguno de ellos, seguro aportarán a jubilar a quienes hoy legítimamente levantan las causas progresistas (pues bienaventurados los que cambian de opinión), pero que no poseen la legitimidad mínima para liderar esas banderas luego de tantos años enceguecidos por el consenso de Washington. En caso que elijan a los autodenominados progresistas, sólo encontrarán jóvenes en el partido, pero seguro nos ayudarán a darle mayor soporte institucional y programático a una apuesta que hoy posee una estructura débil, con un pilar único que tuvo éxito en las presidenciales, pero que fracasó en las parlamentarias. Y en caso que opten por un partido que recientemente ha estrenado su remake en el parlamento, seguro aportarán también a sacudirle sus viejas prácticas e ideas anquilosantes, para vencer ese techo electoral que de tanto permanecer en el 5%, muchos pasaron a creer que era el mismo cielo.
Esas serían todas las opciones, mis amigos. Esa bella sirena que canta la opción del partido propio, considerando las barreras de entrada siderales del sistema chileno, simplemente no existe. Dicha sirena constituye además la única compañía de un discurso del todo consecuente, pero consecuente con mantenerse incólume, inmóvil y confortablemente estable mientras millones de compatriotas sufren en lo cotidiano la injusticia social y las vulneraciones de sus derechos.
La política y los cambios progresistas son urgentes ahora, construyamos el partido político del “mundo social” después o, al menos, simultáneamente a partir de los que ya hay.
* Felipe Melo fue presidente de la FECH 2005
Nota elquintopoder.cl: Sobre las elecciones de la FECH te recomendamos leer también la entrada de Iván Salinas y la de Cristóbal Lagos.
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Comentarios
06 de diciembre
Francisco Melo fuiste Presidente de la FECH el año 2005 y uno de los responsables del famosísimo acuerdo Confech-Mineduc, no por lo bueno si no porque sustantivamente no cambió nada el modelo educacional con ese acuerdo que firmaron en ese año con Sergio Bitar.
Veo que la columna más allá de todo, es mera propaganda para reclutar, lamentablemente pensé que habría más espacio para debatir, al menos una autocrítica, pero no, todo se puede reducir a un»súmate al cambio» pero progre.
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06 de diciembre
Hola Luis!
Francisco Melo es un actor de la tele, bien bueno por cierto.
El acuerdo CONFECH-MINEDUC de 2005 permitió que se duplicara la línea de asignación de financiamiento público a los estudiantes del CRUCH, blindando temporalmente la migración hacia la Ley 20.027 del crédito privado con aval del Estado, al menos para los sectores más vulnerables, que el Congreso ya había aprobado con voto casi unánime. El acuerdo, firmado por el puño y letra del entonces MInistro Bitar y de la Jefa de la DIVESUP, Pilar Armanet, no fue cumplido por ellos más allá de las asignaciones en la Ley de Presupuesto 2006, que aumentaron en aproximadamente 50 mil millones de pesos. No modificaron el decreto 938 que regía las asignaciones del Fondo Solidario (aspecto comprometido explícitamente en el acuerdo) y renglón seguido comenzaron a disminuir los aportes al Fondo Solidario para migrar el sistema hacia el crédito de la banca. Mi autocrítica colectiva es que no tuvimos como movimiento la capacidad técnica para hacer el control social del acuerdo, ni la capacidad política para alzarse cuando la Concertación no cumplía en los años venideros lo que firmó. Interesante sería en todo caso analizar el contrafactual: qué hubiera pasado sin acuerdo? probablamente lo mismo, pero sin la asignación del presupuesto 2006. Hay unos cuantos miles de ingresados en 2006 a las Ues cuya beca y crédito público son obra del movimiento 2005. Me doy por pagado con ello.
En relación a la columna, felicito tu interpretación sagaz. Efectivamente me interesa reclutar para la causa progresista, para sus diversos partidos y, en particular, para el mío. También quise decir que la opción de construir un nuevo partido «desde lo social», al menos en mi experiencia y opinión, me suena a retórica y música, razonable quizás para una elección universitaria, pero realismo mágico fuera de ella.
Un abrazo Luis y no lo olvides, súmate al cambio progre!