Resulta asombroso que en un ambiente político tan enrarecido, con tantos individuos con poder bajo sospecha, con una región bajo el lodo, con estudiantes y profesores a la espera de cambios más profundos aún en educación, el Partido Socialista siga empecinado en un itinerario democrático liberal de espaldas a su rol histórico de representar los intereses de las grandes masas explotadas y excluidas en nuestro país.
Es decepcionante constatar que en el acto de inscripción de candidaturas a la presidencia del Partido nada importó lo programático, el sello que impondría a su gestión tanto Escalona como Isabel Allende, no generó impacto público, no preocupó a nadie. Pesó más la abducción de Martner que el pensamiento de nuestros líderes que compiten por dirigir una entelequia en vez de unirse para iniciar un urgente proceso de debate político y reconstrucción partidaria.Un Partido que en peores condiciones, en plena clandestinidad, nos tenía atentos para recibir el boletín partidario, con análisis de coyuntura que fortalecían nuestra convicción socialista. Sin embargo, henos ahora confusos como en la sinfonía patética preguntándonos, ¿Podrá la existencia avanzar?
Los militantes de base, fiel a esa vieja costumbre socialista de hablar por escrito, están haciendo circular dolorosas declaraciones invocando la moral y la ética propia de nuestros fundadores, y curiosamente nadie se refiere a las próximas elecciones ni nos piden votar por candidatura alguna.
Me escribe un dirigente del comunal Santiago del PS: “Es hoy el momento crítico para que todos los que no están dispuestos a respetar nuestra historia política ética y moral, tomen la mejor decisión: dejar el partido, independiente de la responsabilidad que estén ocupando. Es ahora. Mañana es demasiado tarde. Nuestro partido no resiste otros actos anti-éticos e inmorales. No se expongan a que seamos los propios militantes quienes tengamos que indicarlos con el dedo ante la sociedad”
¿Quién le responde a ese militante “puro y sincero” que prometió “jamás desertar”?
¿Quién le devuelve la ilusión de haber ingresado a un Partido donde la crítica permanente era un valor?
Un Partido que en peores condiciones, en plena clandestinidad, nos tenía atentos para recibir el boletín partidario, con análisis de coyuntura que fortalecían nuestra convicción socialista. Sin embargo, henos ahora confusos como en la sinfonía patética preguntándonos, ¿podrá la existencia avanzar?, mientras los hechos superan a nuestros líderes, observando la decadencia de la contingencia y permaneciendo mudos en el olvido.
Como no recordar, que en las diversas Conferencias y Congresos realizados en los años 70 y 80, donde más se animaba la discusión, aquí, al interior del país por lo menos, era en el capítulo “Vigencia del Partido Socialista” y no era porque tuviéramos dudas, sino porque mientras más profundizábamos en el análisis de lo que nuestro Partido debía ser o hacer más viable se hacían nuestros sueños y más se aceraba nuestra convicción de seguir luchando por un mañana mejor.
Hago un llamado a sincerar estas elecciones, que no tienen más importancia que cumplir con la ley, porque el Partido lo seguirán liderando los 10 o 12 que lo han dirigido siempre, lo que no cuestiono, pues sólo demando evitar que nos invada el relativismo moral llevándonos a aceptar cualquier transacción para mantener nuestra representación parlamentaria. A tan alto costo, creo que no tiene sentido.
Nuestros dirigentes, incluidos los que están compitiendo por presidir las diferentes instancias partidarias, deben ser capaces de mirar y entender lo que claman las bases, quienes a decir de Eduardo Gutiérrez, son los héroes anónimos de la Historia no oficial del Partido Socialista, los cuales más que estar preocupados del proceso electoral interno esperan contribuir con compromiso y mística en los desafíos que impone el cumplimiento del Programa de Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet.
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