Son públicas y notorias las elecciones del Partido Socialista de Chile. Sus resultados serán determinantes en el curso del proceso político del país, por lo menos en el devenir de este Gobierno Nacional, en cuanto a las reformas políticas, económicas y sociales provenientes del Programa de Gobierno.
Su importancia radica en primer lugar en que el Gobierno es dirigido por una histórica militante socialista, como es Michelle Bachellet. Por otro lado, los candidatos, Isabel Allende y Camilo Escalona, encarnan culturas, orígenes y trayectorias políticas bien disímiles. Además es el partido posibilitador de la Concertación y ahora Nueva Mayoría, donde se le reconocería la función de articulador de la coalición.La Ley de Hierro de las Oligarquías para dar cuenta de su funcionamiento en general y su acción en particular indica que ante lo complejo de la sociedad, los partidos políticos también se complejizan exigiéndose una serie de medidas que apuntan a burocratizar y especializar a tal nivel el quehacer interno de los mismos, que su vida democrática, respecto de su base de militantes y adherentes, se hacen dificultosas.
En este marco, más allá de las múltiples interpretaciones que se logren desde los análisis, lo realmente interesante será dilucidar cuál es el Proyecto de Gobierno de Partido que ofrecerá uno u otro candidato.
Desde la teoría de los partidos políticos, se utiliza la «ley de hierro» de las oligarquías para dar cuenta de su funcionamiento en general y su acción en particular. La misma indica que ante lo complejo de la sociedad, los partidos políticos también se complejizan exigiéndose una serie de medidas que apuntan a burocratizar y especializar a tal nivel el quehacer interno de los mismos, que su vida democrática, respecto de su base de militantes y adherentes, se hacen dificultosas.
En el Partido Socialista, la teoría consignada perfectamente podría ser utilizada para su análisis y explicación de cómo operó, opera y muy probablemente podría seguir operando. Sin perjuicio de ello, una cuestión que debería ser exigible, dada la trascendencia que tiene esta elección partidaria, es lograr lo más participativamente posible los Programas de Gobiernos de los dos militantes aludidos. Según lo observado, debería incorporarse una tercera fuerza, denominada la Tercera Vía, en la que uno de sus integrantes, Jaime Fuentealba, Consejero Regional Metropolitano, aparece convocando al pueblo socialista a un planteamiento alternativo.
En esta lógica, los principios del Partido y orientaciones del último Congreso Programático, permitirían dialogar crítica pero propositivamente con el fenómeno que describe esta «ley de hierro de las oligarquías» aplicada a los partidos políticos, permitiéndose así, la elaboración de programas de gobierno democráticos y funcionales a las señales instaladas desde el día 1 de recién ganada la democracia, por allá en los años 90, que se reinstalan con fuerza renovada y mayor complejidad desde el año 2011, en el marco de los movimientos sociales y emergentes dinámicas socioeconómicas, culturales y políticas que demandan un nuevo trato, un nuevo contrato, una nueva democracia. Una acción de esta naturaleza permitiría el ascenso de nuevos cuadros, los cuales, más allá de cualquier consideración normativa, deben hacerse espacio en las intrincadas relaciones de poder que también describe la ley de hierro de las oligarquías. El poder no se entrega, se gana, indicarán desde el realismo político.
En el entendido de que los partidos políticos en general y el PS de Chile en particular, se encuentran dispuestos para canalizar las demandas ciudadanas organizadas en gremios, sindicatos, organizaciones comunitarias, ambientalistas, entre otros, debiera hacerse cargo de cómo disminuir la desafección que experimentan los partidos políticos respecto de la ciudadanía, siendo entonces, en el marco de las reformas políticas propuestas por el Gobierno, un proactivo actor para modificar la ley de Partidos Políticos.
En esta lógica de logro de programas de las candidaturas, el despliegue en el territorio por parte del PS de Chile, es fundamental (lo es para cualquier partido político). Las orgánicas del partido en sus niveles centrales, regionales y comunales tienen y deberían tener un desafío significativo para democratizar el logro de los Programas de Gobierno Partidario que, además, se proyectan para la elección municipal y Congreso Socialista programado para el año 2015.
Asumiendo desde una perspectiva de realismo político la existencia de la «ley de hierro de la oligarquía» partidaria orgánica en todas sus escalas geográficas, inclusive al interior de las naturales tendencias o facciones internas, queda el desafío de intensionar y demandar la territorialización democrática de los diversos programas que contribuirán a los tres mayores. Se infiere que esta acción, además, visibilizarían, no sólo nuevos cuadros, sino que otros mecanismos de control interno orgánico y vínculo con las expresiones territoriales, sean sociales, culturales, ambientales, entre otros, cuestiones inherentes de cualquier partido político, pero estratégicas para un partido que se precie de articulador coalicional.
Lo anterior, en lo concreto y coyuntural demandaría definir cómo los Programas Partidarios, de Isabel Allende, Camilo Escalona y la Tercera Vía representada por Jaime Fuentealba son capaces de asumir el Programa de Gobierno en plenitud, con las flexibilidades temporales y de contenido correspondientes, no implicando un vaciamiento de las centralidades del mismo. Junto con ello, cómo el Partido es capaz de definir una política de partido que permita influir con identidad socialista en un marco de coalición o no, el accionar del gobierno, permitiendo a su vez su propio fortalecimiento, en clave orgánica – territorial respecto del trabajo programático y político junto con el electoral para resistir los naturales embates contra las reformas provenientes fundamentalmente de los sectores conservadores de la derecha política de este país.
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