A través de un juicio sumario, sin ninguna posibilidad de defensa del “imputado”, al mejor estilo estalinista, esgrimiendo “amedrentamiento” y una “actitud individualista” –y sin consultarles a los militantes de base que se dedican a construir el Frente Amplio (FA) en el distrito 10- se ha vetado la candidatura a diputado de Alberto Mayol en ese territorio. Decisión que ha tensionado el clima interno en ese movimiento. Es un signo que los intereses electorales individuales y el narcisismo de las figuras emergentes se han instalado en el FA. Y no, como se pretende hacer creer por parte de la Mesa Electoral, de que hubo violencia de género en contra de una candidata de RD por parte del ahora vetado ex pre-candidato presidencial del FA.
La coherencia y la cohesión han estado ausente en la dirigencia del FA. No han tenido la coherencia para permitir que los militantes de base designen las candidaturas a diputados en los diferentes distritos.
La coherencia y la cohesión han estado ausente en la dirigencia del FA. No han tenido la coherencia para permitir que los militantes de base designen las candidaturas a diputados en los diferentes distritos. Casi la totalidad de esas candidaturas han sido decididas en la “cocina” de una Mesa Electoral, cuya única representatividad proviene de su rol como operadores de los partidos y movimientos que conforman el FA. No se hizo esfuerzo alguno para organizar primarias en los territorios para elegir los y las postulantes al parlamento. Ello es reconocido incluso por la Secretaria General del Movimiento Autonomista (MA) quién ha señalado “que el FA necesita democratizarse, necesita que sean las bases y los territorios los que tomen las decisiones”. El desenvolvimiento en este ámbito no dista un ápice de las prácticas que ellos mismos han cuestionado: la falta de participación y democracia interna en los partidos “tradicionales”.
Según los dirigentes y militantes críticos de la resolución de excluir a Mayol de la candidatura a diputado, se ha inventado una historia de violencia de género hacia una dirigente de RD (Natalia Castillo) para enmascarar una contienda de poder entre dos legos -Jackson y Mayol- cuyo fin último es pretender que el primero no tenga competencia en el distrito 10 y blindarlo al igual como cuando fue electo por Santiago centro, teniendo en cuenta que las proyecciones electorales indican que el FA obtendría solo un diputado por ese distrito. Argumentan, además, que las acusaciones contra el segundo no tienen ningún sustento ético ni político y que solo busca proteger cupos parlamentarios previamente negociados.
Al parecer “la nueva política” es una manifestación gatopardesca de la vieja política que dicen luchar por erradicar desde el FA. Por otro, la candidata presidencial, Beatriz Sánchez, al respaldar la determinación de la comisión electoral, estaría avalando una jugada para bajar las aspiraciones electorales de Mayol, favoreciendo de paso el blindaje de Jackson. Con ese tipo de medidas no se contribuye para nada por elevar los estándares éticos de la política chilena que la ciudadanía está exigiendo.
Para remediar lo ocurrido, a través de un comunicado, el MA se ha apresurado a retractarse de la decisión adoptada por el bloque de vetar a Alberto Mayol y han solicitado una reevaluación de la resolución “bajo un procedimiento democrático y justo», lo que indica que hay más sensatez política en ese movimiento que en el que se percibe en el círculo de hierro de Giorgio Jackson, al entender que una estrategia exitosa es incluir y no excluir.
Sin embargo, las disputas en el FA van más allá de cuestiones de cupos: las divergencias de proyectos y las luchas por la hegemonía comienzan a salir a la superficie, específicamente entre un “polo de izquierda” que piensa que la tarea de las fuerzas de izquierdas es unificar las demandas de los movimientos sociales en torno al cambio del modelo neoliberal imperante defendido a ultranza por la derecha por un nuevo modelo político, social y económico, lo que requiere un trabajo de politización y organización de los votantes en función de sus “intereses sociales objetivos”, como individuo o como parte de una “clase” o grupo social. El exponente más mediático de este sector es Alberto Mayol.
Al frente se estructura una concepción política defendida por Revolución Democrática, basada en la noción de transversalidad ciudadana, más cercana a los postulados de “La razón populista de Laclau”, con énfasis en demandas posmateriales y que abandona de facto el eje de tensiones izquierda/derecha tanto en la práctica como en la teoría. Buscan hegemonizar otro tipo de centralidad con las demandas instaladas en la sociedad por los movimientos sociales para hacer de ellas algo central en la arena política electoral e institucional: paliar la desigualdad, defender los servicios públicos, acabar con la precariedad, etc. Dicho de otro modo, la centralidad se compone de una transversalidad que construye lo político desde un enfoque que se aleja definitivamente del punto de vista sociológico para avanzar en un proyecto político de una “democracia radical” en el actual escenario de un capitalismo globalizado.
Por tanto, los dilemas estratégicos en el FA se tensionarán aún más con el devenir del tiempo.
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