Al notificar el gobierno que la «la obra gruesa del gobierno está terminada» y, que la prioridad en este segundo tiempo, será: “ejecutar, de afianzar, de consolidar» las reformas ya puestas en marcha, no ayudan a dinamizar ni clarifican el futuro de las reformas estructurales pendientes, al dejarlas, prácticamente, en el limbo, al margen del contexto y la reflexión de este periodo.
Empero la coyuntura y el escenario cambian y lo que hasta ahora se ha demostrado como útil para el objetivo propuesto para el primer período de este gobierno, deja de serlo para el futuro, puesto que los cimientos de algunas columnas del edificio están incompletas o no son las requeridas para garantizar la solidez y la altura de la estructura prometida, considerando que el número de pisos todavía no son suficientes para responder a las necesidades de todos los habitantes de la comarca.Cualquier proceso de reformas sustantivas es como un barco que inicia su navegación con un destino concreto pero que ignora que golpes de viento y tempestades puede encontrar.
Esa metáfora, que pretende ser un lineamiento político, no es funcional a un relato programático articulador que trascienda y de continuidad a este segundo tiempo, al ponerle un techo a las reformas durante este gobierno, anquilosando la gestión del Ejecutivo ¿Se está insinuando descartar nuevos cambios estructurales para avanzar en la lucha contra las desigualdades? Por ejemplo, en el plano de la salud, previsional o en educación.
Asimismo, el decretar el término del ciclo transformador, se le está dando validez, tácitamente, a la crítica de la derecha de que las reformas ya implementadas estaban afectando la reactivación económica del país, compartiendo de esta manera los argumentos de los opositores de las mismas, en vez de defenderlas. Este cambio retorico no orienta ni ilumina el horizonte programático, dando una señal política de querer limitar o establecer márgenes, de antemano, a nuevas transformaciones en un eventual próximo Gobierno de la centroizquierda, bloqueando las expectativas subjetivas de futuro.
El decretar el término de la “obra gruesa”, revela que el latente pulso de las encuestas –que la mayoría de las veces sirven para teatralizar las discrepancias según un guion prefijado- ha sido el factor más influyente para definir la hoja de ruta en este período que se inicia; por tanto, se define la agenda legislativa forzado por la estrategia impuesta por los llamados “poderes fácticos”, mediante las encuestadoras financiadas por esos sectores, las cuales han dibujado una “opinión pública” anti reformas, no desde las coordenadas reales de cuáles son las políticas públicas para revertir el crecimiento de las desigualdades, sino de como ellas propenden a perpetuar el status quo.
La capacidad de liderar una agenda transformadora basada en ideas que respondan a los requerimientos de la mayoría del país, fundamentadas en principios y valores comprometidos en vertebrar una sociedad más moderna, más democrática y sin las asimetrías sociales y económicas actuales, requiere convicción política y no estar a merced de vaivenes demoscópicos. Al contrario, es necesario demostrar la capacidad de sortear las dificultades que se presentan en el camino.
En este caso, la frase que comento no ayuda a modular un relato político en una dirección de cambio que sirviera de cortafuegos a involuciones anti reformas; y por último, es una abdicación a enfocar la disputa por el sentido común más allá de la excepcionalidad de las situaciones objetivas provocadas por la crisis de la desaceleración económica mundial.
Cualquier proceso de reformas sustantivas es como un barco que inicia su navegación con un destino concreto pero que ignora que golpes de viento y tempestades puede encontrar. Que no sabe si la tripulación se amotinará o si serán atacados por corsarios. Un capitán con experiencia, debe entonces tener previstas las posibles incidencias, incluso las más improbables, para saber qué hacer llegado el momento. Por tanto, en el caso del gobierno de la Presidenta Bachelet , habría que esperar que este viento en contra que dificulta el desplazamiento de las reformas sirva para que el Ejecutivo y los partidos que lo respaldan vuelvan a sujetar firmemente el timón y conduzcan al navío a través de la tempestad.
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