En estos días se supo que Chile Vamos, en un posible futuro gobierno de Sebastián Piñera, construiría un museo en el que se hará un homenaje al cuestionado período de la transición noventera que vivió Chile luego de terminada la dictadura de Pinochet. Esto se habría pensado para así enaltecer un momento histórico en el que se redefinieron conceptos como “acuerdos” o “unidad”.
El objetivo de este Museo de la Democracia, para ser más claros, es silenciar las dudas y los cuestionamientos con una estructura de concreto que parezca real ante nuestros ojos.
Esta época es resaltada por la derecha porque fue en la que su modelo se desarrolló por medio de instituciones democráticas que hacían invisible el discurso autoritario que se escondía detrás. Es la demostración clara de que ganaron, ya que tuvieron a los de la otra vereda haciendo lo que ellos querían que hicieran.
Aquellos años, en los que se creció y se profundizó el mercado desregulado, deben ser tal vez los menos democráticos de nuestra joven democracia. Pinochet seguía en la Comandancia en Jefe y sacaba a los milicos cuando creía que se le estaba faltando el respeto. Por lo que aplaudir esta parte de nuestra historia, sin dar espacio a visiones alternativas al respecto, es engrandecer el contexto en el que se construyó una timidez institucional que colaboró a que el ejercicio democrático se refugiara y confundiera entre las ansias de comprar.
Todo tenía diferentes interpretaciones en esos años. La llamada “democracia de los acuerdos” no fue más que una imposición de una cierta lógica que establecía cómo se debían hacer las cosas. Era la edificación de una idea sobre lo que debía ser la democracia, sin que esta apareciera en ningún lugar. Por esto es que parece evidente que Chile Vamos busca con esta iniciativa acallar esas voces que cuestionan lo que alguna vez se pensó como lo que “debe ser”. Ya que resulta bastante conveniente restablecer el discurso de quienes nos dijeron que lo democrático se expresaba por medio de cánones instaurados por el miedo y la constante sensación de que había una estabilidad que estaba siempre a punto de acabarse. Porque es, a diferencia de lo que se cree, la forma más fácil y menos riesgosa de hacer política, debido a que no había espacio para la discusión o la confrontación de posturas. Las cosas simplemente eran.
Por lo mismo, es de suma importancia entender que lo que se pretende hacer no es un simple monumento a un episodio de la vida patria que fue calificado de “virtuoso” por el discurso oficial. El objetivo de este Museo de la Democracia, para ser más claros, es silenciar las dudas y los cuestionamientos con una estructura de concreto que parezca real ante nuestros ojos. Porque, al volver palpable una construcción, esta se transformará en algo así como una realidad incuestionable; un nuevo símbolo republicano con el que deberemos luchar muchos años más para desmentirlo o, para ser más realistas, buscar instalar matices.
Comentarios
27 de julio
Entonces disculpe, a uno se le puede olvidar que los únicos héroes, mártires, situaciones edificantes, valores, creencias y virtudes son las que su iluminada mente nos dictamina.
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27 de julio
Estimado, no desfigure lo expresado en la columna.
27 de julio
Francisco.
La idea está en pañales aún y varios estamos propiciando que se amplíe el museo a toda la historia republicana del País.
Ni siquiera se ha licitado algo!
No digo que tus conjeturas sean equivocadas, pero veamos cómo evoluciona la idea!
Cívicamente hablando, creo que puede surgir algo enorme y positivo de esto
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