Las primarias abiertas y a todo evento definidas por algunos partidos políticos como el PPD para sus cartas parlamentarias del 2013, son una señal poderosa de que la política debe buscar sus cauces de renovación y revitalización de los vínculos con la ciudadanía.
Hace tiempo ya que el diagnostico ciudadano indicaba con certeza que las elecciones parlamentarias eran el mecanismo de perpetuación de la clase política en el congreso. Cada cuatro u ocho años, las cúpulas partidistas repartían los cupos que irían a una seudo competencia en las elecciones parlamentarias. Los que tenían privilegios, círculos de protección o padrinos, salían favorecidos con la nominación, carta segura a la relección en complicidad con el voto obligatorio.
Para no caer en el escándalo, los mismos parlamentarios con tres y hasta cuatro periodos en el cuerpo, habían mostrado su voluntad pública de legislar para poner límite a la reelección eterna. Pero a la hora de la verdad, esos mismos honorables boicotearon la iniciativa con su inasistencia en el momento de la votación.
Hasta entonces campeaban la desesperanza y la apatía por participar y ejercer el legítimo derecho de elegir autoridades y también la posibilidad de ser elegido. Pero las historias siempre tienen una grieta por donde se cuelan los sueños y se abren ventanas a nuevas realidades.
El creciente descrédito de las viejas formas de hacer política y la administración cerrada del poder hicieron insostenible este panorama gris y contaminado. En las últimas elecciones municipales los partidos abrieron procesos de primarias abiertas, donde militantes y figuras que estaban silenciosas esperando su oportunidad, saltaron al ruedo a competir y a mostrar sus propuestas y estilos.
Por otro lado, la urgente necesidad de hacer puentes entre los movimientos ciudadanos y los partidos, permitió que dirigentes de organizaciones sociales participaran también en estos procesos democráticos de definición de candidaturas. Los resultados ya los conocemos: estos nuevos rostros desafiaron y ganaron a cartas probadas, con grandes votaciones históricas.
Lo que hacía falta eran los espacios para hacer que las nominaciones de los candidatos fuera a través de un mecanismo abierto, competitivo, pero sobre todo democrático, con igualdad de oportunidades para todos quienes tengan interés de acceder a puestos de representación popular.
Las primarias abiertas y a todo evento definidas por algunos partidos políticos como el PPD para sus cartas parlamentarias del 2013, son una señal poderosa de que la política debe buscar sus cauces de renovación y revitalización de los vínculos con la ciudadanía. Esperemos que los demás partidos también consideren la definición de sus candidatos por mecanismos abiertos y competitivos, tanto en la coalición como en los partidos de la Concertación y oposición.
De lo contrario seguiremos con el viejo esquema de candidatos probados, pero que al mismo tiempo representan el pasado. Vivimos tiempos de cambios, época ideal para escribir nuevas historias de coraje y atrevimiento. Para que entre aire nuevo a nuestro parlamento, otra generación tiene el imperativo de competir y dar la cara. Traer con ellos otros colores a nuestra pálida democracia, con ideas, experiencias ciudadanas y estilos diferentes de hacer política.
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Foto: Wikipedia
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