La memoria es selectiva y ésta tiende al olvido, las instituciones del Estado deben hacer un esfuerzo mayor por mantenerla y los gobiernos deben salvaguardarla. Esto se logra no disminuyendo las horas de historia en los colegios ni erradicando las clases de educación cívica; el único objetivo que se logra con aquello, es convertirnos en autómatas amnésicos, situación que nos llevaría indefectiblemente a cometer los mismos errores y horrores cometidos en el pasado.
Ver (días después de su estreno) el primer capítulo de «Chile: Las Imágenes Prohibidas» de Chilevisión, me ha hecho reflexionar sobre algunas puntos, que comparto en esta columna.
Primero. 40 años no es mucho. No ha pasado mucho tiempo, aunque la noción del tiempo sea relativa entre verdugos y ejecutados/as, desaparecidos/as, torturados/as.
Segundo. El miedo y la represión son instituciones que han sido alimentadas en dictadura y reanimadas en democracia, es decir, han gozado de perfecta salud.
Tercero. En relación al punto dos: las instituciones de orden —entiéndase Carabineros de Chile y la Policía de Investigaciones— siguen reprimiendo con el mismo odio, violación a los derechos humanos e inconsciencia que antaño. Es más, sus métodos se han modernizado, refinado y sin querer queriendo hemos llegado, nosotros mismos los/as ciudadanos/as, a ser nuestro propio Gran Hermano, nuestros propios vigilantes, nuestros propios gendarmes.
Cuarto. Aun existen periodistas lacayos/as de los grupos de poder que siguen invisibilizando y minimizando hechos que van en contra de los intereses que protegen. Además, cumplen una función que es mucho peor: utilizar los medios masivos de comunicación como instrumento de alienación y dominación política (nada nuevo, pero considerable). Nos idiotizan horas y horas con teleseries y farándula para precisamente ocultarnos esas imágenes prohibidas sobre la represión de los movimientos sociales y la causa mapuche por nombrar algunas. En consecuencia, Chilevisión debería mostrar a la vez esos registros. Si no los hubiera, la complicidad es igual de grave o peor.
Quinto. Siguiendo la lógica anterior, es de esperar que sólo después de 40 años desde el despertar de los movimientos sociales (sean estos por la educación —desde el 2006 con el movimiento pingüino pasando por el universitario y ciudadano del 2011—, descentralización, causa mapuche, etc.) salgan a la luz nuevas imágenes prohibidas y escondidas e igual de horrorosas como las que hemos visto en este programa sobre la dictadura, pero de dichos sucesos contingentes.
Sexto. Finalmente debemos estar atentos, el horror no ha desaparecido, sólo ha cambiado su forma y deambula campante, desapareciendo y asesinando de manera quirúrgica, que no es más que decir que ha cambiado de estrategia.
Epílogo y moraleja. La memoria es selectiva y ésta tiende al olvido, las instituciones del Estado deben hacer un esfuerzo mayor por mantenerla y los gobiernos deben salvaguardarla. Esto se logra no disminuyendo las horas de historia en los colegios ni erradicando las clases de educación cívica; el único objetivo que se logra con aquello, es convertirnos en autómatas amnésicos, situación que nos llevaría indefectiblemente a cometer los mismos errores y horrores cometidos en el pasado.
Comentarios
20 de agosto
A mi juicio el Estado no debe inmiscuirse en la memoria porque se corre el riesgo de crear memorias oficiales que penden de los intereses del gobierno de turno. Cosa de leer a Orwell.
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21 de agosto
«Tercero. En relación al punto dos: las instituciones de orden —entiéndase Carabineros de Chile y la Policía de Investigaciones— siguen reprimiendo con el mismo odio, violación a los derechos humanos e inconsciencia que antaño.»
Carabineros comenzo a reprimir mucho antes del 70, ya ha comienzos de 1965 la cosa se puso fuerte y mas cuando Frei Montalva trajo al guanaco y las lacrimogenas.
Y los gobiernos y el Estado ya tiene su propia memoria, se llama «historia oficial» que es la que se enseña en el colegio. Lo que tenemos que hacer es que esa historia oficial (sobre todo en hechos como el Golpe militar) sea lo mas cercana a la historia real y no un catalogo de eufemismos de superheroes al puro estilo Tito Livio en que todo era perfecto y por eso somos un gran pais. Pero en ese punto no me preocupo mucho, porque si algo tiene Chile son mas historiadores antihistoriaoficial y por mas que el Estado y los gobiernos han querido contar su version sobre asuntos complejos de nuestro pasado, nunca falta el historiador que los saca a flote en toda su terrible crudeza. No tienen la misma cobertura mediatica que los lamebotas habituales, pero existen 🙂
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