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El fin de las ideologías (primera parte)

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Sólo quedó el omnipotente ideal neoliberal, la ideología sin ideología (aparente claro). ¿Y dónde se expresa? En los malls (su templo), en las tarjetas de crédito, en los “avances en efectivo” con intereses usureros, en la especulación financiera, en las bolsas de valores. Se esconde en la vida diaria de la gente, como en simbiosis, y ahora es omnipresente. . Y a toda otra ideología le llegó su fin. No les hicimos siquiera un velorio decente. Algunos dirán que fue la caída del muro, pero no. Ahí sólo agonizaban dos, y a grandes rasgos.

Siempre fue el sueño del neoliberalismo, pero particularmente de los Chicago Boys, el sacar a la política y a la ideología de la vida de las personas y de su trabajo diario. Siempre les pareció este sublime oficio algo degradante, no como su labor casi mesiánica de financistas y manejadores de calculadoras. Y claro está (lo olvida el profano), la política es toda decisión y toda lucha, por ende es un asunto peligroso. Había que eliminarla de la faz de la patria. Y todo lo que oliera a humanismo: la filosofía, las artes, las letras, hasta la geografía. Todo lo que vuelve al hombre un ser humano completo y no un mecanismo útil a los intereses del capital.

Su potestad ejercida desde las sombras en dictadura, les dio a los neoliberales la oportunidad de llevar a cabo su experimento social: fin a la civilidad. Su títere el general instauró en sus seguidores la idea de que la política/los políticos eran algo malo, así que para qué tener democracia, para qué decidir, que flojera, que los tecnócratas y su perro lo hagan por nosotros. Así nace en Chile la tradición “apolítica”, herencia de la dictadura y su vacío mediático y fáctico de todo debate republicano.

Y así llegamos a la tan esperada “democracia”. Los 24 años de transición, de eterna transición, fueron un mal ejemplo de cómo se hace política, siendo la segunda explicación del alejamiento en la población. Pero les recuerdo que esta fue sólo una etapa y no una constante o algo constitutivo de la profesión.

Los resultados del discurso tecnocrático neoliberal, casi numérico, son espeluznantes. Hoy vemos horrorizados como la gente, los chilenos, sencillamente ignoran de historia, ignoran de política, ignoran de filosofía. Todas las ideologías que allí vivían y morían han desaparecido, ya no están, se las tragó este monstruo cósmico que es el neoliberalismo, que ya no es sólo una doctrina económica sino incluso un modo de vivir en sociedad.

Caía y desaparecía con alarido el viejo socialismo soviético, dejando un halo de nostalgia en algunos, de rencor o miedo en otros. Se evaporizaba la teología de la liberación, que tanto honor le hizo a la Iglesia mientras duró. Hasta la antigua derecha conservadora perdió su ideario. Sólo quedó el omnipotente ideal neoliberal, la ideología sin ideología (aparente claro). ¿Y dónde se expresa? En los malls (su templo), en las tarjetas de crédito, en los “avances en efectivo” con intereses usureros, en la especulación financiera, en las bolsas de valores. Se esconde en la vida diaria de la gente, como en simbiosis, y ahora es omnipresente. Y a toda otra ideología le llegó su fin. No les hicimos siquiera un velorio decente. Algunos dirán que fue la caída del muro, pero no. Ahí sólo agonizaban dos, y a grandes rasgos.

El filósofo y economista neoliberal Francis Fukuyama dice que “se acabó la historia”, no solo es el fin de las ideologías sino de lo que las motiva, es el fin las luchas, de los sueños, de las esperanzas. Dice que venció el capitalismo, con la caída de la URSS no hay fuerza en el mundo capaz de oponérsele. “Punto final”. Que arrogante y totalitaria frase, y que cómoda para ellos, los victoriosos. Ya ganaron, o al menos eso creen. ¿Y qué fue de la izquierda, que debió mantener viva la ideología, la lucha, la historia, el sueño y la esperanza? Por 40 años estuvimos en el hoyo de la no-historia, de la no-ideología. Y hoy, cuando los movimientos sociales vuelven a levantarse, pareciera que hay que forjarlo todo de nuevo. Como persona movilizada me ha tocado ver en la calle y en otras instancias a nuestro “pueblo organizado” en acción. Con la fuerza y el valor que da el saber que se está del lado de la justicia a veces uno se ciega a esas “metidas de pata” que, sí, también nosotros cometemos.

Y no me refiero  a los episodios de violencia perpetrados por una minoría de antisociales, sino a las demostraciones de tanto en tanto de que algunos de los manifestantes y militantes son pura consigna vacía sin ideología. A veces vi con tristeza como muchas demandas se reducían a un mero slogan marketero sin verdadero trasfondo o significado sustantivo. ¡Porque sí señores, ha llegado el fin de las ideologías y no estuvimos ajenos!

La carencia de teoría en ciertas marchas lleva a caer en errores comunicacionales e incluso científicos. Fui un día a una marcha “por el aborto”, fui porque creo en los DDHH universales (en este caso los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres), fui porque me guío por la razón y no por la fe o alguna moral polvorienta, fui por un fuerte sentido de justicia, en fin, de la lucha y su significado. Era una escaramuza más entre la luz de la libertad y el “peso de la noche” conservador. Mas allá del sentido filosófico de la manifestación, esta el sentido común que nos dice que el aborto es un asunto de salud pública, un método de control de la natalidad, una forma de evitar padecimientos o muertes a las mujeres, y que debe ser abordado desde la ciencia. Tiene muchos argumentos a su favor.

Pero una vez en la marcha, vi y oí algunos elementos que me disgustaron. Uno era una frase que cantaban unas chicas: “Evita el aborto, hácete lesbiana”, seguida de risas y carcajadas. Este canto está errado completamente. Es una crasa equivocación mediática al darle motivo a los grupos fundamentalistas para decir que las orgánicas LGBTI quieren “volver a todo el mundo en gays”, que es uno de sus miedos más atávicos nacido del prejuicio pero que con esta “bromita” podría tener fundamento.

El ya conocido vía crucis que pasa un joven LGBTI en su círculo cercano, teniendo que soportar todo tipo de prejuicios, podría empeorar ¡atizado por quienes deberían ayudarlo! Una madre intolerante o desinformada que escucha este mal canto marketero bien puede ahora creer que su hija “se hizo” lesbiana para no quedar embarazada. Como ven, algunos manifestantes no piensan antes de manifestarse. Y eso no es todo, el canto es falaz desde lo que nos dice la razón y la ciencia, es decir, que nadie puede cambiar su orientación sexual.

Esta verdad comprobada es, de hecho, una de las luchas mas históricas de los grupos LGBTI, así que los que cantaban eso primero ignoran de ciencia, segundo tienen pésima estrategia mediática y tercero ¡no han leído la propia historia y demandas del movimiento! Lo que yo veo en realidad es pura pendejería, cero información, dudo que todos los marchantes vayan movidos por ideales concretos. Es como que algunos marcharan para “destapar su efervescencia”. Vi inmadurez esa vez, la veo otras veces, y es lo que nos desgrana, nos desune, y nos impide forjar una izquierda unida, seria y responsable en Chile. Son síntomas del fin que se le puso a las ideologías y a lo que las acompaña.

Cuando el Estado decidió construir una autopista en la zona oriente los vecinos, con justicia, la pidieron a través de un túnel minero y que no expropiara sus propiedades. La izquierda organizada adhirió a la demanda. ¿Pero cuál era uno de los argumentos centrales? ¡Que el Estado no tiene derecho a expropiar la propiedad privada! ¡Pero si somos de izquierda señores! ¡La demanda es justa pero hay que argumentar dentro de nuestro ideario histórico! O sea, por ejemplo, la igualdad: que así como al barrio alto también a nuestros barrios, porque de lo contrario es discriminación. Ése es un buen argumento, y también lo invocaron, pero el otro no hay para qué ponerlo, es una abominación. ¿Acaso olvidamos nuestra ideología, nuestra historia? Algunos parece que sí…

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Foto: paukaero / Licencia CC

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Comentarios

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12 de febrero

Algunas observaciones:

(1) Históricamente no solo el neoliberalismo es una ideología anti-ideológica, se me ocurren al menos otro par de ejemplos: el marxismo y el nazismo. Luego, el que actualmente estemos regidos por el neoliberalismo es una contingencia histórica, podría haber sido otra con toda facilidad. No creo que exista una fortaleza intrínseca en el capitalismo neoliberal, no obstante, y he aquí la primera observación, el que exista una ideología dominante no tiene que ver con la fortaleza conceptual o factual con la cual se imponga, sino que tiene que ver con que la mayor parte de la población SIEMPRE ha sido des-ideologizada. Ello se demuestra fácilmente viendo, por ejemplo, como las ideologías son memes (a la Dawkings) que se traspasan con leves cambios de generación en generación o como las religiones se trasmiten y perduran en el tiempo sin ser cuestionadas. El hombre promedio no cuestiona, no razona, no ideo-logiza. Por ello creo que la tesis de «ayer existieron y hoy mueren las ideologías» es falsa. Mas bien diría «ayer existieron un puñado de a-b-c-d-etc. ideólogos, hoy existen otro puñado e-f-g-h-etc. de ideólogos y ayer y hoy existe la mayoría des-ideologizada».

(2) Para apoyar mi observación anterior creo que en la entrada hay un característica inequívoca de la debilidad racional del hombre promedio: el éxito del eslogan. El eslogan no funciona en el escéptico, ni en el librepensador, aunque tampoco en el fanático. Y resulta que sí funciona en el hombre-masa. Ergo, no es que el cuco del neoliberalismo nos ha destruido el seso, pasa que independientemente de la ideología dominante, el ser humano está precoupado de su inmediatez y no de estarse adhiriendo a una corriente de pensamiento o sopesando argumentos.

(3) El caso de la autopista es notable. Es justa la indignación de alguien que se siente a la «izquierda» (sea lo signifique esto). Creo que los vecinos simplemente se apegaron al dicho «si la vida limones ¡haz limonada!», es decir, si la vida te puso en un modelo que privilegia la propiedad privada, pues entonces utiliza eso como argumento legal. Por otro lado, si estuviésemos en otro régimen, por ejemplo de propiedad colectiva, pues ahí tendríamos que adaptarnos a otros argumentos para defendernos del abuso estatal. Como sea, a veces hay que ser pragmáticos y no permitir que la ideología se transforme en un lastre. Fue inteligente argumentar a través de la propiedad privada como lo hicieron los vecinos ¿para qué seguir otro camino que quizás hubiese resultado infructuoso?.

A manera de conclusión:

Sirve estudiar historia. Sirve también aprender algo de psicología y publicidad. Con una miga de cada una se puede ver el caso de Chile como algo de que tiene una raigambre más antigua de la que uno imaginaría y que, producto de las circunstancias actuales, (tales como las que se mencionaron aquí, junto con aquellas más silenciosas, pero incluso más efectivas como, por ejemplo, obsolescencia programada o la sobrecarga de información en el hombre contemporáneo mas no de conocimiento) tiene aun bastante futuro.
El chileno se vende al extranjero y odia lo nacional (simpre ha sido así es cosa de leer un librillo de hace 103 años atrás «Nuestra inferioridad Económica» de Franciso Encina, está online) y ello no es exxclusivo en las clases altas, las cuales evidentemente privilegian lo extranjero y se avergüenzan de su procedencia, sino que también se ve en la clase media altamente aspiracional (el fenómeno Parisi en las pasadas elecciones lo avala) y en la clase baja cuya cultura es farandulesca y agringada.
El país lleva décadas, yo diría incluso desde su nacimiento, con ciertas características culturales y políticas distintivas, como por ejemplo, la debilidad de nuestra identidad nacional y el poder tíranico de una oligarquía que jamás lo ha traspasado al pueblo y eso no cambiará con Bachelet y, así como va la cosa, quizás hasta aprueben la reelección y tengamos Bachelet por otro periodo de 4 años más y quizás un intermedio con alguna figura ya conocida de la Concertalianza, lo cual, por lo pronto da la próxima década en total del mismo modelo, la misma conciencia nacional, el mismo chileno promedio, el mismo desequilibrio de poder, injusticia social, desprotección a jubilados y ese sin fin de cuestiones a las cuales nos hemos acostumbrado y adaptado.
Realmente prefiero estar equivocado y que todo lo dicho sea mentira. Si alguien me explica en que me equivoqué estaría encantado en rectificar, ya que eso significaría un futuro más brillante del que espero.

jose-luis-silva

16 de febrero

Intentaré responder:

En realidad no creo que esté tan equivocado. Pero el modelo neoliberal es bueno justamente porque predice bien el comportamiento real de las personas y no el comportamiento que «deberiamos tener». No culpe de una tormenta al modelo meteorológico que la predice. El modelo trata al mercado del trabajo igual que el de las papas simplemente porque la gente se comporta asi, solo eso. Todos se dicen socialistas y de conciencia colectiva, etc.. pero las desiciones que toman para ellos son mesquinas, simpre lo han sido y este es el modelo que mejor las refleja, por eso es el único que genera riqueza, gracias a la cual el estado puede suplir muchas necesidades sociales que jamás se pudo ni se podria con otra alternativa.

La autopista y cualquier otra situación donde se jueguen intereses personales le demustra que casi todos dicen estar contra el modelo pero nadie está dispuesto a dejar lo que el modelo les dá y mientras sea asi tenemos modelo para rato aunque hayan protestas masivas todos los dias, en eso tiene razón.

Saludos

16 de febrero

Excelente, me ha gustado mucho tu comentario. Podriamos hacer otra columna sobre los muchos parecidos entre el nazismo y ciertas expresiones del viejo socialismo sovietico con el neoliberalismo y otras formas de totalitarismo cultural. Lo q dices es cierto, este fenomeno no es privativo del Chile actual, sin embargo, nunca habia sido tan grave en ninguna epoca o lugar. Y mas alla de meramente constatarlo, lo q tenemos q hacer es luchar contra él. La masa no puede simplemente «no razonar» y es deber de todos nosotros ayudar a crear masa crítica. En cuanto a la monumental obra de Encina, mas alla de ser un ideologo de extrema derecha, debo decir q es un gran historiador y se lo reconozco. Aplaudo las menciones q haces de Parisi, de la obsolescencia programada, de la farandula, del agringamiento, etc, pq todos son casos relacionados con lo mismo y q no trate en esta columna para no aburrir con sobrecarga de datos. Personajes chilensis como Parisi, Pinochet, Piñera, la TV en general, Kramer, han hecho su contribucion para «estupidizar» a la gente y matar a las ideologias (es decir, ideas estructruralizadas) con sus discursos populistas, humoristas, tecnocratas, totalitarios, etc. Y q decir de la farandula: el mal del siglo. No estas equivocado: todo esto Bachelet no lo arreglara. Porque es demasiado complejo meterse en la idiosincrasia y en la cultura. Asi q aportemos nuestro pequeño granito de arena con la gente q conocemos. Lo ultimo q se pierde es la esperanza.
Por ultimo te invito a leer la segunda parte de esta columa para entenderla a cabalidad. Afectuosos saludos

16 de febrero

Jose Luis Silva al menos usted reconoce las ideologias, lo q ya es meritorio. Una vez dicho eso usted repite todos los mitos del neoliberalismo. Este lo unico q hace es sacar TODO LO MALO del ser humano. Solo vea la situacion en q se encuentra el mundo. http://elquintopoder.cl/medio-ambiente/barbol/ No solo estamos su cuerpo material sino tambien su alma. Y por ultimo, una joyita. La utopia ultima del neoliberalismo es q no exista el Estado, lo q llamamos «anarcocapitalismo». Se imagina? El cuerpo de policia manejado por Cencosud o Walmart? Eso mismo. La hecatombe final a la que pretenden conducir a la humanidad. Pero repito, aun hay esperanza

16 de febrero

estamos matando*

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