El biógrafo de Michael Foucault y filósofo francés Didier Eribon anticipó el movimiento hacia la derecha de la política mundial, específicamente a populismos nacionalistas de derecha como el de Trump, en su obra D’une révolution conservatrice (2007) y luego de forma autobiográfica en el afamado Regreso a Reims (Retour à Reims 2009). En una larga entrevista concedida en junio de este año al diario alemán Die Zeit, con ocasión de la traducción alemana de su Regreso a Reims, el filósofo francés explica a groso modo las contradicciones del mundo de izquierda contemporánea ante el auge electoral de la derecha europea ultranacionalista. El núcleo de su argumentación está en el llamado fetiche de la diferencia experimentado por la intelectualidad de izquierda. El proceso de reivindicaciones culturales, raciales, ecológicas y de género que la izquierda liberal habría tomado como bandera de lucha en Europa tuvo como consecuencia para el autor francés el abandono de la clase trabajadora a manos de la derecha. Así planteado, explica Eribon, se fue haciendo más importante para la izquierda intelectual teorizar y abanderizarse por la lucha ante la discriminación de un trabajador transexual negro que denunciar el empobrecimiento de 500 blancos cesantes. La defensa de la diferencia se expresaría claramente en las redes sociales, donde las minorías intelectuales de izquierda son mayorías, más la situación de las urnas diría otra cosa. La distorsión de ambas instancias hizo caer incluso a las encuestas y racionalidad de la ciencia política.
La derecha entendió mejor el juego más simple de la democracia y apuntó a las mayorías. Para ello no elaboró grandes ideas y apuntó contra las minorías.
Pero la defensa por los derechos de minorías y su lucha por el reconocimiento social fue un campo que la derecha tradicional concedió libre y conscientemente a la izquierda. Seguramente esta situación fue de gran comodidad porque sacaba del debate y del lenguaje político un par de conceptos a los que los grupos conservadores miraban con mayor temor: Redistribución de la riqueza y lucha de clases. El truco de la derecha, explica Eribon, fue el financiamiento programado del nuevo proyecto intelectual político de la izquierda: La lucha por las diferencias. La vanguardia intelectual de izquierda priorizó la defensa de los derechos de las minorías porque según Eribon, a nivel del lenguaje político, los conceptos de lucha de clases, reivindicación social, propiedad colectiva, justicia social etc. fueron excluidos del debate oficial como consecuencia de una programada unión entre sectores empresariales de derecha y políticos intelectuales de izquierda tradicional. Esta alianza se manifestaría expresamente en la organización de seminarios, conferencias e instituciones científicas y de investigación de gran publicidad que fueron produciendo en el tiempo un conocimiento de espalda al lenguaje político de la izquierda revolucionaria.
Al menos retóricamente la derecha le robó el sujeto histórico a la izquierda, se apropió electoralmente de la clase trabajadora y la lucha por mejorar su condición de vida sin tener que tocar el modelo. ¿Por qué una trabajadora mexicana votó en EE.UU. por un candidato que la denostó públicamente por su nacionalidad y género?, ¿por qué la gente votaría contra sus propios intereses?, ¿cómo se llegó a ello? La respuesta de Eribon está en que esa mujer es primero trabajadora y sobrepone esta condición a su nacionalidad y al discurso xenófobo, e incluso a la defensa de género y el discurso misógino. ¿Es más importante la clase social o la multiplicidad de subjetividades? Eribon invita a pensar en áreas desindustrializadas de la Unión Europea, sectores que perdieron los privilegios de la globalización y la expectativa de mejorar su calidad de vida. Ellos son los que han votado por Brexit o lo harán por el Frente Nacional en Francia advierte Eribon.
La centro izquierda cree que lo que vale para los grupos universitarios formados de las metrópolis vale automáticamente para el resto, esto sería falso para el pensador francés. ¿Acaso el voto del intelectual tiene más valor que el del trabajador preso en el híperconsumo capitalista? ¿Por qué la misma izquierda ha subestimado e irónicamente discriminado al trabajador como agente funcional al sistema? La derecha entendió mejor el juego más simple de la democracia y apuntó a las mayorías. Para ello no elaboró grandes ideas y apuntó contra las minorías. Esto no fue un hecho casual explica Eribon. En EE.UU. Trump bien sabía que la izquierda intelectual controlaba las redes sociales y que el pensamiento progresista se nutría en los estrechos círculos académicos del debate sobre minorías. Al atacar directamente a inmigrantes, mujeres, homosexuales, razas y musulmanes, la derecha no hace más que afianzar las prioridades programáticas de la izquierda liberal, fortaleciendo a la minoría, pero a la vez abriendo ampliamente su poder de convocatoria en el inconsciente de buena parte de la gran masa trabajadora.
Finalmente recuerda Eribon que la izquierda rechazaría al neoliberalismo porque este crea un espacio en que cada uno comienza a luchar por sus propios derechos o reivindicaciones sin considerar el interés general del pueblo. Esta perspectiva sería sin embargo falsa. Desde el 68 francés se sabe que todas las subjetividades políticas -homo, verdes, racial, género- se pueden expresar conjuntamente sin ser un fenómeno del neoliberalismo ni un invento del capitalismo. Estos síntomas populistas de la política global ya comienzan a manifestarse en Chile con las declaraciones de campaña de los precandidatos de Chile Vamos, veremos si la izquierda tradicional resuelve antes el truco o tocará a grupos externos conciliar desde un nuevo lenguaje político las contradicciones globales de la cultura intelectual progresista contemporánea.
Comentarios
27 de diciembre
El asunto más bien parece un péndulo, vamos mundialmente hacia la derecha y es cierto, ¡pero es que ya tuvimos mucho de la izquierdas!, luego vendrán de nuevo, las personas se cansan y poco les importa los que piensa un intelectual francés con el estomago lleno de buen café turco, petit bouché y buen sueldo estatal. La izquierda no es la solución, no puede solucionar nada, la derecha tampoco, son ilusiones, cuentos para capturar el poder, ¿revoluciones?, ¿alguien sabe lo que eso significa y como termina una revolución?, tradicionalmente son un baño de sangre y la entronización de un todopoderoso en el poder, ¿el ciudadano contemporáneo esta para eso?. ¿No es mejor una democracia, que aunque mala promete al menos regulaciones al poder?, ante el cuestionamiento …¿Es más importante la clase social o la multiplicidad de subjetividades?… hay que decir que la clase social es un invento humano, bastante malévolo, trata a los humanos como un plantel de cerdos, los de primera, los de segunda y tercera clase , o quizás muy parecido a las “castas” de la India, en la cual te corresponde una celda de la cual no puedes salir jamás, y donde debes luchar contra otros que no conoces porque un intelectual francés, con el estomago lleno de buen café turco, petit bouché y buen sueldo estatal te lo ordena, todo es tan absurdo.
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