La realización de este Censo 2017, que tiene por objeto corregir la pésima gestión del realizado el 2012, debe ser tal vez la oportunidad política y electoral más grande para las ideas de izquierda en mucho tiempo, sin embargo pareciera que no se quiere ver. Me explico: mientras ciertos parlamentarios presentan querellas en contra de Piñera, soñando con verlo tras las rejas, lo cierto es que nadie quiere dar una batalla ideológica que pretenda derribar mitos comunicacionales que no son reales.
«yo me inclinaría a creer que la supuesta excelencia se debe al resultado de un triunfo cultural más bien que a la demostración de una excelencia real.»
El gran mito que la derecha ha instalado a través de los principales medios de comunicación es la idea de la eficiencia. De que ellos vendrán a arreglar el caos de la supuesta ideologización en que estaría sometido Chile debido a este gobierno. Por eso es que cada vez que pueden, por medio de sus voceros o en columnas en los diarios que predican sus ideas, Chile Vamos, o esa derecha que dice no serlo y que se esconde con los pasillos empresariales, trata de dar la idea de que están vigilando lo errado desde una supuesta virtud técnica que tratan de mostrar alejada de todo ideologismo o dogmatismo. Actitud que, si es que nos detenemos con más cuidado a observar, no deja de ser tal vez el principal componente de una construcción cultural y discursiva que tiene muy poco de real.
Y como lo decía en un comienzo, el Censo de este año es una gran oportunidad para demostrarlo. Porque ¿no es curioso que la perfección hecha gestión no haya podido usar el Estado para contar cuántos somos durante la administración de Piñera? ¿No es llamativo que, más allá del hecho mismo, no nos hayamos preguntado a qué se debe esto? Las respuestas pueden ser muchas, pero yo me inclinaría a creer que la supuesta excelencia se debe al resultado de un triunfo cultural más bien que a la demostración de una excelencia real.
Vuelvo a explicar: si el fracaso del Censo lo hubiera comandado un gobierno de centroizquierda, lo más probable es que se habrían dado explicaciones en su signo político y en la poca audacia del aparato estatal por ser un aparato pesado y anquilosado, saturado de tanta burocracia. En cambio, nada o muy poco de esto escuchamos cuando Piñera fracasó junto a Pablo Longueira en la tarea de contar a los chilenos. Salvo algunos, nadie se atrevió a buscar una respuesta ideológica en la poca experiencia manejando aquellas instituciones que tanto dijeron conocer a la perfección mientras estuvieron en la oposición la primera década del retorno a esta tímida democracia.
¿Por qué será? ¿A qué se deberá que no hay cuestionamiento a sus ideas y pensamientos políticos tras este caos estadístico que fue el Censo? Simple: a que ellos se vistieron siempre de la realidad. Del sentido común y de lo que “está bien”. Por lo que las razones de sus errores no debían buscarse más allá que en sencillas complicaciones en el camino o, si es que se era más acucioso, en pocas previsiones. No se pone en duda la visión y la manera gerencial en que intentaron dirigir el Estado.
Entonces, ¿Cuál sería la labor de los sectores progresistas? Bueno, comenzar ese debate ideológico. Poner en duda aquellos conceptos y esas visiones sobre cuestiones esenciales como son el manejo de lo concreto y las premisas con que intenta llevar a cabo ese manejo.
Porque si esto no sucede, y algunos sigan prefiriendo perder el tiempo en pasillos de tribunales con tal de mostrarse querer justicieros al querer encarcelar al multimillonario candidato de la derecha, lo cierto es que los triunfadores en materia de ideas siempre serán los mismos.
Comentarios
21 de abril
Me parece mucho más interesante y constructivo enfocar la pugna política en Quien hace mejor las cosas y dejar atrás la premisa «destruir todo lo que hace el otro porque soy incapaz de hacer algo yo.»
Tiene razón el censo 2012 se hizo mal y asumamos que el del 2017 será mejor o corregirá los errores del 2012.
Saludos
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