En lenguaje náutico, la nave madre de las reformas debe hacer la travesía bien acompañada por todas las otras embarcaciones, incluyendo las fragatas de remolque.
El cambio de Gabinete parece inminente. Es difícil precisar si la renovación de los equipos resulta de una evaluación autocrítica de las propias autoridades (ejercicio introspectivo poco frecuente en la politica chilena), o si está gatillada por razones externas a la autopercepción que tiene el gobierno de su gestión.
En cualquiera de los casos, los cambios no son casuales. Suceden porque las cosas no están funcionando bien y porque el desempeño del gobierno, y de la coalición que lo sustenta, exhibe importantes vacíos e insuficiencias. Así lo confirman las encuestas y la percepción ciudadana. Más todavía, la última CEP ratifica un dato preocupante sobre la idoneidad del gobierno. Solo un 17 % dice confiar en la capacidad de las autoridades de hacer bien las cosas, versus el 35% en la misma encuesta de julio pasado.
Era previsible que un gobierno que inicia un proceso de reformas estructurales se viese enfrentado a resistencias políticas y socioculturales. También a desaveniencias al interior de su propia coalición. Sin embargo, ambas cosas suelen ser morigeradas con una acertada conducción y coordinación. Por eso la política presenta la virtuosa combinación de ser simultáneamente un arte y una ciencia.
En el caso de los gobiernos dotados de sentido histórico, cuyo accionar trasciende la simple administración del Estado, las exigencias de buen liderazgo son mayores. La amplitud y complejidad de las reformas ofrecidas a la ciudadania requiere para su ejecución de mucha capacidad de diseño e implementación, así como de una labor comunicacional pedagógica y seductora. En ambas dimensiones, la gestión gubernamental ha sido deficitaria. En ambas dimensiones la responsabilidad no es solo imputable a las debilidades personales de algunos ministros, sino también de los equipos asesores.
En este sentido, un ejemplo casi emblemático lo constituye la Reforma Educacional. Las deficiencias en la concepción y difusión contribuyeron significativamente a modificar la percepción ciudadana respecto de las bondades de la iniciativa. La definición inadecuada de los tiempos y de los contenidos (no haber empezado por fortalecer la educación pública) facilitó el surgimiento de una oposición social y estimuló las diferencias al interior de la Nueva Mayoria.
En el caso de la ley de fin al lucro, el copago y la selección, es probable que por la vía de las indicaciones se modifiquen varios aspectos de la propuesta original. Sucedió también con la Reforma Tributaria. El problema se presenta cuando las modificaciones contribuyen a desdibujar el objetivo de la reforma, suavizando y segregando sus contenidos y postergando la aplicación de algunas de sus facetas más importantes.
Por eso no es exagerado sostener que ad portas de un cambio de gabinete, el gobierno se encuentra frente a un dilema estratégico. Lo que constituye su sentido y su misión, las reformas estructurales, corren el riesgo de desnaturalisarse, acotarse a la medida de lo posible o, en algunos casos, simplemente posponerse (nueva constitución).
Cabe entonces preguntarse sobre el sentido y el alcance que tendrá el cambio de Gabinete: ¿afectará la profundidad de los cambios que el pais necesita? La renovación de los equipos ¿tendrá como norte fortalecer (o moderar) la voluntad y la capacidad transformadora del gobierno?
La oposicion tiene su propia expectativa. Lograr que el gobierno decline su vocación reformista y conseguir una rectificación del rumbo. En perspectiva anuncian que hay que transformar la próxima elección presidencial y parlamentaria en un verdadero plebiscito sobre la Reforma Educacional. Las fuerzas conservadoras no renunciarán a la idea de revertir los cambios cuando las circunstancias y una nueva correlacion de fuerzas así lo permita.
Al interior de la Nueva Mayoria, hay que decirlo, el panorama es variopinto. Algunos redundarán en el menú de los matices y en el imperativo de la gradualidad para moderar el ritmo. Los más, persistirán en dar cumplimiento a lo prometido a la ciudadania, afinando la gestión de diseño y ejecución del programa.
Más allá de las diferencias existentes en la Nueva Mayoria, lo importante es concebir el cambio de gabinete como una oportunidad de mejora y corregir para seguir avanzando. En este sentido, hay que hacer más colectiva la tarea de conducción, mejorar la coordinación interministerial y entre el ejecutivo y la Nueva Mayoria, robustecer la labor prelegislativa y ampliar la participación de lo actores sociales. La conducción de los procesos debe ser una responsabilidad más compartida y menos personalizada.
En segundo lugar, es prioritario fortalecer los equipos ministeriales dotándolos de mayor experticia y de más solvencia técnica y política. No solamente en los ministerios claves para las cuatro reformas principales, sino también en aquellos que tendrán la responsabilidad de conducir los cambios en los ámbitos de la descentralización y de la salud.
En tercer lugar, hay que abrir la agenda fortaleciendo la gestión en otras áreas (que incidirán también en la evaluación y el exito del gobierno), como la economía, la seguridad ciudadana, el transporte, la seguridad social, la cultura y el deporte. Hay que hacer buenas reformas y también hay que ocuparse mejor de otros temas que son prioritarios para la gente.
En lenguaje náutico, la nave madre de las reformas debe hacer la travesía bien acompañada por todas las otras embarcaciones, incluyendo las fragatas de remolque. Todo lo anterior requiere que los cambios en el gobierno no se circunscriban a ciertos enroques o ajustes menores. El desafío de hacer de Chile un país más justo y más inclusivo, así lo exige.
Comentarios
10 de enero
Despúlpeme si discrepo con usted.
Si, lo mas seguro es el cambio de gabinete. Es un gobierno de apoyo ciudadano inédito con una presidenta de enorme popularidad y mayoría en las dos camas, así las cosas la ciudadanía esperaba una gestión con gran ansiedad. Pese a tener todo eso a favor, el desgaste comunicacional ha sido acelerado debido a reformas que resultaron ser bastante improvisadas, de hecho al cumplirse dos años de gestión, todavía son prácticamente anuncios que por lo demás han causado mas problemas que soluciones, y desgraciadamente el origen populista de estas reformas hacen que esa sea su esencia, eso no va a cambiar con otro gabinete, nunca veremos en una de estas reformas algo bien concebido, bien implementado y que en los resultados quede demostrado haber sido un acierto. Eso no ocurrirá, en el futuro sigo viendo a un gobierno que pese al apoyo presidencial y en el congreso deja que las reformas se “cocinen” en la cocina de otros, cada vez es mas evidente su incapacidad para llevarlas a cabo.
Pero si, viene un cambio de gainete ahora, y varios mas despues.
Saludos
Saludos
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