Para Álvaro
En un año donde la educación ha sido el gran tema, me permito las siguientes líneas para reflexionar sobre la vulnerabilidad de los profesores en el sistema escolar.
Si bien es cierto que los niños son nuestra prioridad y en ellos debemos poner todas nuestras fichas para el futuro, pocas veces nos detenemos a pensar en la situación de los profesores que los acompañan en el camino constante y sin fin del aprendizaje.
Y no me refiero tan sólo a sus capacidades técnicas o didácticas, habilidades que se aprenden o potencian en la universidad, por cierto, sino al constante estrés que sufren tanto por la carga horaria como por mezquinos sueldos y por el trato que reciben por parte de los estudiantes.
Nos hemos centrado tanto en los alumnos que hemos olvidado por completo a los profesores y los hemos culpado a ellos de todos los males, traspasándoles, además, responsabilidades propias del núcleo familiar.
No olvidemos que la escuela es un espacio de sociabilización secundaria en tanto que la familia es el primario, por lo que el profesor no puede asumir labores que en casa no se desarrollan ni cargar con los karmas de sus alumnos.
Un profesor tiene 44 horas laborales a la semana. Si, por ejemplo, le pagaran $10.000 por hora, a la semana ganaría $440.000 y si lo multiplicamos por 4 semanas que tiene el mes, su sueldo sería de $1.760.000 (insertar risas acá). Eso evidentemente no pasa, porque a los profesores se les paga, en la práctica, un cuarto de lo que a cualquier trabajador normal le pagarían por hora. Remítanse al Estatuto Docente para más detalles.
Dejemos de lado el vil dinero. Vamos al aula. Son 45 personas que no están sentadas ni en silencio toda la hora de clase. Se mueven, habla, gritan, se paran, murmuran. En el caso de cursos de niñas además se maquillan y depilan las cejas. En los sectores más bajos, los alumnos amenazan a los profesores con cortaplumas y armas y en los más acomodados los amedrentan porque “usted no sabe quién es mi papá”.
La labor docente es una de las responsables de mayor estrés laboral, daños cervicales, lumbares y vocales. Es un trabajo donde las horas extras casi nunca son pagadas y donde los fines de semana están dedicados a corregir pruebas, porque un profesor no sólo tiene un curso, pónganse que tiene 8, ya son 360 personas sobre las cuales velar, sin contar los 360 apoderados extra que vienen como pack.
Es cierto que ha habido casos aberrantes de abusos y maltratos por parte de ciertos profesores hacia alumnos, casos en los que el docente debe ser sancionado sin lugar a dudas con las penas que la justicia dictamine, pero pensar únicamente en esto conlleva el riesgo de convertir todo en una caza de brujas contra los profesores.
Imaginen el siguiente caso:
Un curso con pésima conducta donde al menos la mitad de sus alumnos tiene dos y hasta tres hojas de vida en el libro de clases. Más de 5 profesores tienen problemas con ese grupo; los apoderados son poco participativos y delegan en los profesores responsabilidades parentales. ¿Se van haciendo la idea?
A eso súmenle que los alumnos tienen en promedio 13 años, por lo que tan chicos no son y saben perfectamente bien las consecuencias de ciertos actos a la vez que siguen siendo manipuladores.
Imaginen ahora que es fin de año, que la sala está sucia (inmunda, a decir verdad) y que sin permiso de nadie esos alumnos están viendo una película en la sala. Esos mismos alumnos gritan e insultan al profesor cuando les dice que apaguen el computador porque va a empezar la clase y cuando éste les pega un grito para callarlos e imponer un poco de orden y respeto uno de ellos salta diciéndole que lo han maltratado psicológicamente y que lo acusará a su mamá. Llega el apoderado y denuncia al profesor ante el Ministerio. Llega el comparendo de las partes. ¿A quién le van a creer? ¿Al alumno y su apoderado o al profesor?
Con esto no justifico en lo absoluto, y que quede bien en claro, la violencia de los docentes hacia los alumnos (eso de que la letra con sangre entra y el varillazo no lo comparto) pero más de una duda me asalta al ver que adolescentes manipulan de tal manera las situaciones con el recurso de la victimización que pueden causar el despido y el estigma de un profesor sólo porque no les cae bien.
El gremio de los docentes es muy egoísta. Se suman para los paros salariales con suerte y en el resto de los casos, como dicen por ahí, que cada uno se rasque con sus propias uñas.
No caigamos en una cacería de brujas donde paguen justos por pecadores y empecemos a valorar a nuestros profes
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Foto: cygenta / Licencia CC
Comentarios
01 de diciembre
Soy profesor y puedo confirmar que las cosas suceden tal como indica el autor del artículo, salvo la alusión al gremio (Colegio de Profesores entiendo) que si bien no ha jugado el papel que me gustaría ver en las movilizaciones actuales sí he sido testigo de su apoyo en situaciones injustas vividas por colegas.
Una lástima todo esto si consideramos la importancia de esta profesión y cómo tener una mala calidad salarial y de bienestar laboral afectan directamente en la calidad de la educación. De hecho, si es posible no trabajaré más en colegios.
Además cuando un profesor comete la terrible blasfemia de exigir sueldos altos se saca en cara que tenemos que tener vocación. Por supuesto, pero no pagas dividendos, no compras el pan ni llevas al médico a tu hijo con gramos de vocación o litros de dedicación docente.
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01 de diciembre
David, me refiero al apoyo que se da dentro de cada colegio. Mi experiencia me ha mostrado que son muy territoriales ( la mayoría) y muy reacios a compartir sus experiencias y técnicas.
Gracias por leer y comentar 🙂
02 de diciembre
Estimada Mariel:
Solo para ampliar el debate sugiero lectura de este documento de la OCDE «Building a high-quality teaching profession»
http://bit.ly/tpHVr5
Saludos,
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03 de diciembre
Sin duda es lo que lamentabkemente nos sucede. Por otra parte, la actual ley de educación SIEMPRE da el favor a priori a los alumnos que, muchas veces manipulan información…lo pero de todo es que los apoderados siguen esta «nueva moda» y amenazan con «ir al ministerio» frente a cualquier disconformidad con decisiones, calificaciones u otras situaciones (como si ellos fuesen los PROFESIONALES DE LA EDUCACIÓN). Me pregunto o siguiente la mayoría de la poblacón ¿le cuesyiona a su médico la receta que este profesional le indica para sanar una enfermedad? La respuesta es simple: NO, van a la farmacia más cercana y generalmente compran la marca indicada ya que el genérico «no tiene la misma calidad/sabor/olor/envase que el de marca», esto, aunque le cueste un dineral. No quisiera alarmar, pero una prescripción médica mal indicada puede hasta matar a una persona, sin embargo, como la mayoría de nosotros no sabe química y farmacia, nos limitamos a comprar y tomar…un profesional de la medicina lo ha indicado ¡¿Y POR QUÉ A UN PROFESIONAL DE LA EDUCACIÓN SE LE CUESTIONA A DIESTRA Y SIENIESTRA?…los padres pueden ser pésimos en su rol, pero por arte de magia se transforman en eximios profesores capaces de amedrentar a cualquiera con tal de que su hijo/a logre su cometido. Lamentable situación ya que más allá del lucro y los créditos, la educación en este país está como está porque los «papis buena onda» NO ASUMEN SU ROL en la educación de sus propios hijos.
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