Luego del tercer discurso presidencial del Gobierno de la Alianza, uno puede ver que siguen habiendo visiones contrapuestas de la realidad que no se identifican con lo que la ciudadanía nos pide.
Basta hacer un pequeño análisis de las encuestas y consultas ciudadanas para poder sentenciar que la alegría se fue y que luego de grandes y heroicos años contra la añeja dictadura, el ejercicio del poder generó tal dependencia del mismo que se perdió el relato colectivo identificado con la ciudadanía. Pese a los grandes logros de la Concertación, los errores se pagan caro. Por otra parte, luego de tres años de una alianza que prometió un cambio, este no ocurrió. La nueva forma de gobernar fue un rotundo fracaso de popularidad, un monólogo voluntarista que solo vino a sustentarse por hechos puntuales, pero no porque la ciudadanía se sienta identificada con el gobierno o con su pretendido relato.
Lo que vemos hoy día es una casta oligárquica que lucha por mantener el poder económico y el poder político, donde la visión economicista se impone dentro de un sistema que se mantiene desde su creación por los ideólogos de la dictadura militar. El pacto para salir del autoritarismo se mantiene aún adentrada la segunda década del siglo XXI.
Es el sistema político el que no da respuesta a los input que recibe de la ciudadanía, son las distintas instituciones que no recogen aquello que demanda la sociedad. Por ello, según Taylor se ha debido recurrir a la tradición norteamericana de judicialización de los problemas, pues las instituciones ejecutivas y legislativas (instituciones políticas por excelencia) no han dado respuesta a ella. En un análisis sistémico, sus outputs no son los correctos.
Por su parte, la dificultad de la judicialización de los conflictos y de la obtención de soluciones, es que quienes carecen de poder económico para sustentar el conflicto, son los más necesitados de soluciones políticas. Por eso la demora de ellas hace que se pierda la alegría y la esperanza, frente a la máquina económica que permite a algunos grupos ganar aún perdiendo. Hace que la nueva forma de gobernar haya sido un fiasco máximo si sólo se remite un libreto histriónico, con una cantidad de contra excepciones y letras chicas, que permiten una salida aún perdiendo.
En tanto nuestras instituciones políticas no se adelanten a los conflictos con soluciones eficaces, consultadas y participativas, no habrá una identificación de los ciudadanos con ellas y el descrédito será mayúsculo, debiendo recurrir a una judicialización lenta y costosa, que puede ser vulnerada por el poder económico de los grupos de interés y sus ejércitos de abogados, quedando al ciudadano de a pie sólo la calle, la protesta, la indignación y la vergüenza, para forzar a una solución política.
La identificación de los ciudadanos con sus instituciones pasa porque éstas den soluciones y no dilaciones a los conflictos. Los problemas ambientales, como el ocurrido recientemente en Freirina, o la vergüenza de La Polar, aún insostenible para su propio gremio, son claro ejemplo de aquello.
Si no queremos tener una avalancha de conflictos judiciales y sociales en las calles, deberemos ser capaces de identificar a los ciudadanos con las instituciones que deben dar respuestas a los requerimientos sociales en forma eficiente y definitiva, lo que sin lugar a dudas requiere de transparencia y participación de los ciudadanos. Esto no se logra con acuerdos cupulares de grupos o partidos, sino haciendo de la participación ciudadana un leitmotiv de toda la acción pública.
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Foto: zyberchema / Licencia CC
Comentarios
31 de mayo
Exacto…es cuestión de mirar la situación de todos los Partidos, tanto de Gobierno como de Oposición…lo peor es que el desencanto con las instituciones, incluidas en estas a los Partidos Políticos sólo pone un escenario más factible para el Populismo.
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01 de junio
Sí Marx viviera en estos tiempos, se preguntaría incansablemente Cómo solucionar la problemática de la lucha de clases. Donde la derecha es el empresariado y la concertación el proletariado. Sin embargo, la ciudadanía es quién decide el destino de la patria otorgando mediante la participación de la voluntad general, las facultades y potestades para dirigir el país y legislar respectivamente en favor del pueblo, y precisamente es quién está más perjudicado.
Chile ha crecido, ya no es la república de los últimos 50 años. La tecnología ha jugado en favor de los ciudadanos y en contra de las autoridades, entonces la ignorancia está prácticamente obsoleta en cuánto a.conocimientos de cultura general se trata y eso está reflejado en el rechazo colectivo y las bajas cifras en las encuestas que obtiene la actual clase política.
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