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Claudio, el precandidato cojo

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La primera vez que escuché a Claudio Orrego fue a finales de los 90, cuando se encontraba dirigiendo la Comisión Presidencial para la Modernización de la Gestión Pública, tema avanzado para nuestro país, no sólo por su incipiente incorporación en la agenda pública, sino por la real necesidad de mirar y corregir la práctica del Poder Ejecutivo, en cuánto al cómo se hacen las cosas, demostrando un uso eficiente y ordenado de los recursos públicos para la inversión, disminuyendo los gastos operacionales y permitiendo sacar buenas notas ante los ojos internacionales que aprobaban más empréstitos y posibilitaban la incorporación de Chile a los TDLC que impulsaba el gobierno de Frei hijo.

Iniciado el nuevo milenio, Orrego fue nombrado bi-ministro y pudo liderar -ya no en el laboratorio- una agenda moderna en dos ministerios, uno muy social (Vivienda y Urbanismo) y otro con un cariz más bien técnico (Bienes Nacionales), pero finalmente, su corta estadía parece indicar que tanta eficiencia aprendida en Harvard no pudo contra la calle, faltando manejo político y la constatación de que la buena gestión no es sinónimo de buena gestión política.

La semana pasada, he vuelto a escuchar a Claudio Orrego, sentado a medio metro de él en la Fundación Chile21. Pude ver su maduración política, es un alcalde que puede exhibir grandes logros de gestión (lo que no pudo hacer como ministro), y que es capaz de expresar su dolor o vergüenza por su fugaz travesía ministerial. Ha perfeccionado su locuacidad y labia, dejando entusiasmado al auditorio que, al expresar “te creo” antes de cada intervención, muestra el alto nivel de credibilidad que concitan su persona y discurso.

Hubo un comentario muy asertivo que fue tratado vagamente: “habrá que quebrar huesos dentro de la coalición política de oposición para poder llevar a cabo todas y cada una de las propuestas”, le señaló el mediático ex ministro Vidal.

Claudio Orrego quiere primarias. Quiere competir legítimamente por la primera magistratura, pero, por el momento, existe un acuerdo firmado entre la DC y el PS que expresa llevarán un candidato único a la Presidencia y que fue firmado por el PS a propuesta de la DC, para fortalecer el entendimiento y la unión entre un amplio sector del centro y un amplio sector de la izquierda, como respuesta política al acuerdo electoral PC – PPD – PRSD.

Este acuerdo es leído aún por un sector del PS como un abandono práctico de las pretensiones presidenciales de la DC en favor de la ex Presidenta Bachetet y desecharlo implicaría entonces, la aceptación pública de un error mayúsculo en la conducción política de Walker (DC) y Andrade (PS) en sus respectivas tiendas.

Lamentablemente para Claudio Orrego, su carrera presidencial, por ahora, parece estar llegando a su fin en esta vuelta, dado que una vez más, las fuerzas políticas (más dentro de su propio sector) se encuentran pensando en una fórmula de triunfo que no considera su propuesta, y al igual que en su breve paso como ministro de Estado, estaría siendo desplazado por una falta de gestión política.

A fines del mes de marzo, Claudio Orrego esbozó un breve comentario en un canal de noticias, sin mayor convicción, sobre el hecho de que dentro de su propio comando presidencial, el eterno edil de Macul y coordinador programático para el tema municipal de su campaña evitara, por secretaría, participar de las primarias municipales de oposición para competir por el sillón alcaldicio para un sexto período, en contra de todo pronóstico y conducta democrática.

Hoy, el alcalde de Peñalolén promueve su legítima aspiración a competir en una Primaria, pero cuando se vio en la encrucijada de ejercer un liderazgo claro en el seno de su familia política no lo hizo por convicción, entonces volveremos a la pregunta que le hiciera el ex ministro en el encuentro de Chile 21 sobre si estará dispuesto a “quebrar huesos” dentro de la coalición para materializar su probable programa de gobierno. Y la respuesta, en los hechos, es clara: no.

El nombre Claudio es antiguo y de raíz latina, significa cojo.

Creo que la historia demuestra que Claudio Orrego fue cojo antes y es cojo hoy; sobre todo cojea en los momentos de hacer prevalecer sus convicciones políticas. O quizás su cojera se deba precisamente a que su conducta es esa, permisiva ante los amigos, lo que lo deja en un contexto de poca solidez política y ambigüedad de acción.

Claramente ha sido capaz de entregar una correcta y ordenada administración municipal, una de las pocas que no poseen amagos de corrupción ni huelen mal; los habitantes de Peñalolén se lo agradecen, pero gobernar un país completo requiere más que un discurso y opinión: requiere decisión, convicción y coherencia sobre aquellos asuntos y principios por los que desea que la ciudadanía se incline.

Por ahora, solo diremos que aún es tiempo para que Claudio, el Cojo, pueda reordenar sus convicciones y trabajar por ellas, pues si no es capaz de romper huesos, lo más probable es que siga sin poder concretar cabalmente sus legítimas aspiraciones y su cojera seguirá siendo evidente frente a la clase política hegemónica y la sociedad en su conjunto.

* Nota elquintopoder.cl: Lee la respuesta de Claudio Orrego, «Cojo, tal vez; ciego, espero que nunca».

———

Foto: estadomoderno.cl

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13 de junio

Columna dura, pero acertiva. Los que creemos en este proyecto, somos los que acepatmos las reglas del juego establecidas por las cúpulas. Será una acción quijotesca entonces romper todos los huesos posibles a una coalición que busca mas el retorno al poder a cualquier precio, que la discusión de para que volver al poder? . Esa es la tarea entonces, volver a rebelarse contra lo establecido, pero siendo hábiles políticamente y entendiendo que lo único que nos mueve hoy día es el bien de Chile.

Joaquin Santander

13 de junio

Creo que Javier se equivoca en algunas cosas bien de fondo.

1.- Orrego sí tiene calle, sólo que la desprecia. Él es fiel representante de lo más granado de las familias fundadoras de Chile, esa oligarquía emparentada de todos con todos, casada entre primos que ve en la política su redención para acercarse a su dios, y servir a los «pobres rotos» que piden limosna fuera de la iglesia. Así lo hicieron por decenios sus antepasados.

2.- Su problema no es de convicciones faltantes. Él las tiene y muy sólidas: cree en el modelo económico y social de la dictadura y que lamentablemente tan bien administramos después. Lo digo con una vergüenza y un arrepentimiento que Orrego Larraín ni siquiera sospecha. Para él, el asunto es de Responsabilidad Social de la Empresa. Marketing, Relaciones Públicas. De eso, Orrego Larraín sabe.

3.- El alcalde tiene un encanto mediático notable, pero en nada sintoniza con lo que la gente demanda y que demandará a la hora de que nuestra candidata (o) de la Concertación se pare frente a esa misma gente. Él no está contra el lucro en la educación, aborrece lo del matrimonio homosexual, jamás se le ocurriría cuestionar las ganancias de AFP o ISAPRES, ni menos pensar en verlo del lado de una reforma estructural que permitan poner en la palestra al empresariado y no al trabajador a la hora de pagar los costos de una crisis financiera mundial como la que veremos en unos meses paseando por nuestras calles.

En el fondo, es un buen hombre. De derecha, católico hasta el aburrimiento, eficiente en apariencia, conquistador y que ya desde Harvard proclamó su intención de ser Presidente. No importa lo que cueste. Lo suyo es personal, como el deseo de un príncipe.

14 de junio

Joaquín, tu prejuicio y resentimiento es evidente, por lo que dudé en comentar tu aportación, pero lo haré: Creo que te equivocas por completo sobre Orrego. Sin embargo, no me detendré en refutar tus imputaciones a «Orrego Larraín», como lo identificas con notable aunque burdo clasismo inverso, ya que ante tu pura subjetividad, no hay muchos fundamentos racionales que oponer.

Sólo me interesa destacar un párrafo que da cuenta de la necesidad de juzgar a los políticos no tanto por sus intenciones, declaraciones, o por la imagen que proyectan, sino que por sus resultados. Te cito: «El alcalde tiene un encanto mediático notable, pero en nada sintoniza con lo que la gente demanda y que demandará a la hora de que nuestra candidata (o) de la Concertación se pare frente a esa misma gente. Él no está contra el lucro en la educación, aborrece lo del matrimonio homosexual, jamás se le ocurriría cuestionar las ganacias de AFP o ISAPRES, ni menos pensar en verlo del lado de una reforma estructural que permitan poner en la palestra al empresariado y no al trabajador a la hora de pagar los costos de una crisis financiera mundial como la que veremos en unos meses paseando por nuestras calles.»

Creo que ese tipo de comentarios (salvo el del encanto mediático) si cualquiera lo hiciese respecto de la Presidenta Bachelet o el Presidente Lagos, despertarían verdaderas batallas campales, cuando no carcajadas de incredulidad: Imposible siquiera pensar que un «progresismo agnóstico ciudadano», pueda apoyar el lucro en la educación, permanecer impasible ante el lucro de AFPs e Isapre, cerrarse o postergar políticas públicas en materia de amor homosexual, visualizar al empresariado como motor del desarrollo que es necesario proteger, o demostrar cierto egocentrismo en la conducción del país. Y sin embargo … así fue, con el debido respeto para los citados presidentes que fueron excepcionales en otros aspectos, pero no en los que te preocupan.

Me niego a valorar figuras públicas, ignorando las preferencias de política pública o de estilo por las que efectivamente optaron cuando tuvieron la oportunidad de decidirlas. Hechos (u omisiones) hablan más que palabras o imágenes dulcíficas.

Orrego ha sido hombre de hechos y en ese plano ha cumplido: ni sus adversarios lo niegan. Hoy construye y presenta una oferta al país en que están presentes las prioridades que reclamas, pide una oportunidad para demostrarlo, muchos le creemos y todos lo juzgarán si falla o las olvida.

No se si será católico hasta el aburrimiento y me da lo mismo, no es relevante. Lo que sí creo es que tú eres conformista y escéptico hasta el aburrimiento. Te quedas con el «Más vale Diablo conocido (…)».

Lo último: un político es completo si a la convicción, agrega la pasión, la corrección y también la ambición. Nada de malo hay en ello: se llama liderazgo.

Apoyo a Orrego y lo mío también es personal, como el deseo de un ciudadano.

Saludos.

13 de junio

No creo que el establishment de la concertación y sus redes permitan que Claudio Orrego «rompa huesos.» Para estos el deseo por volver a La Moneda es más poderoso que generar nuevas ideas y un nuevo itinerario para el desarrollo social de Chile. No pretendo señalar que la actual oposición actúe de mala fe, sino solamente indicar que realmente no palpo ningún interés por dar un paso en otra dirección, ni menos renovar liderazgos que pongan en jaque la conducción de las riendas del poder.
Dura tarea tiene el alcalde Orrego.

Carlos Soto Banderas

14 de junio

Walker Patricio e Ignacio, Burgos, Undurraga, Orrego, Ferreiro, Espejo y otros, como buenos principes, deberán dejar pasar esta elección presidencial pues practicamente ya tiene nombre y es de mujer. Claro que aun quedando al aguaite, deberán cuidarse entre ellos… y de ellos, no les vaya a pasar lo que al niño primogénito y muy muerto principe español sucesor natural antes del actual monarca Juan carlos.
Refrescante y buen análisis de Marguirott en días en que todo circunda los mismos y repetidos nombres.

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